El Reino de España
El consejero Gatzagaetxebarria elude hablar de la responsabilidad de las Juntas Generales y de apremiar el pago de la multa
Solo desde una intención escapista podría entenderse que el consejero de Hacienda y Finanzas del Gobierno vasco, Ricardo Gatzagatexebarria, haya puesto todo su esmero y dialéctica en desviar hacia el Reino de España la responsabilidad del pago de la última multa de Europa por las vacaciones fiscales decididas voluntariamente en Euskadi.
Bien es verdad que la Unión Europea jurídicamente solo puede dirigirse en este caso a España habida cuenta de que únicamente reconoce una entidad reguladora de normativas fiscales dentro de un Estado, pero de ahí a que el consejero de un Gobierno autonómico eluda referirse a la directa y exclusiva responsabilidad de quien ideó, aprobó y aplicó la norma ahora sancionada media el abismo de la sensatez.
Ha sido vivamente contumaz Gatzagaetxebarria, sin duda, en su exposición de descargo para evitar la mínima referencia a la responsabilidad palmaria que les corresponde a las Juntas Generales de los tres territorios vascos por la aprobación de las denominadas vacaciones fiscales, unas prebendas siempre vapuleadas a ojos de Europa. Pero esta reacción tan atípica, que pareciera trasladar la responsabilidad última al Reino de España como si recurriera a un fetiche identitario, no responde, ni de lejos, a la magnitud y el mensaje que conlleva la sentencia.
Mientras las tres Diputaciones empiezan a jugar sus estrategias para dilucidar en el adecuado escenario del Consejo Vasco de Finanzas -según ha propuesto acertadamente Bizkaia - cómo se afronta el pago de los 30 millones de multa, y sobre todo en el menor tiempo posible habida cuenta de la advertencia del Tribunal de la UE, Gatzagaetxebarria prefiere esperar a que el Reino de España se lo comunique. Con esta respuesta dilatoria no parece haber entendido todavía que la multa recibida es para purgar el indudable retraso cometido en la devolución a Europa de las vacaciones fiscales.
Sería conveniente capitular esta pesadilla cuanto antes y, sobre todo, extraer el mensaje que desprende la sentencia: "que no se repita". Han transcurrido 13 años durante este tortuoso litigio, pero Europa ha acabado por imponer su ley. Para evitarlo, de momento, solo cabe el iluso atajo que propone pícaramente José Luis Bilbao: "que no nos vigilen". Hasta entonces solo queda ponerse de acuerdo en el reparto de la multa y, si es posible, Gatzagaetxebarria, sin esperar al Reino de España.
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