La Generalitat pide reunirse con Adif para buscar una solución a los robos de cable
Una sustracción de cobre este martes vuelve a colapsar la línea 2 de Rodalies
El del robo de cable de cobre se está convirtiendo en uno de los principales problemas del servicio ferroviario en Cataluña en los últimos meses. Las medidas de seguridad que Adif asegura estar tomando para impedirlo no tienen el efecto deseado. Ayer un grupo de ladrones lo volvió a poner en evidencia. En dos puntos diferentes de la red, en el Baix Llobregat, se llevó (o inutilizó) un total de 340 metros de cable de comunicaciones, en una de las mayores sustracciones que ha sufrido la red y apenas cuatro días después de que se llevaran 220 metros de cable a las puertas de la estación de Sants de Barcelona.
La proximidad con la principal estación ferroviaria de Barcelona tuvo consecuencias directas. Entre las siete y las diez y media de la mañana trenes de Rodalies (de las líneas R2 Sur y R2 norte), de media y de larga distancia fueron acumulando retrasos medios de media hora, hasta que los técnicos pudieron recuperar la normalidad de la vía. Un total 60 convoyes sufrieron demoras e incluso cancelaciones y la cifra de afectados en esta ocasión ascendió 14.000 pasajeros en plena hora punta.
Los nuevos robos producidos ayer se produjeron en un punto entre las estaciones de El Prat de Llobregat y Gavà y en otro en el ramal que va hacia el aeropuerto de Barcelona. Mientras que el primero se pudo solventar a las 8.30, el segundo se retrasó una hora más. En todo caso, la normalidad de la red no se pudo recuperar hasta pasadas las diez de la mañana.
Ni las patrullas de seguridad privada que ha contratado Adif, ni los sensores ni las cámaras de seguridad instaladas han logrado por el momento ahuyentar a los ladrones de cobre, que en cuestión de pocos minutos son capaces de cortar el cable, cargarlo en furgonetas y huir del lugar. Tras ese tipo de incidentes todos los semáforos que regulan la red se ponen en rojo y pasa a ser el centro de mando el que debe dar autorización uno a uno a cada maquinista para poder emprender la marcha.
Adif ha interiorizado en su discurso que la compañía es tan víctima de esos robos como Renfe y, sobre todo, los pasajeros. La Generalitat, titular del servicio de Rodalies y Regionals, evita hacer sangre sobre la materia y argumenta la complejidad de controlar centenares de kilómetros de vías para defender a la compañía. No obstante, a principios de este mes, y tras comprobar el auge de los hurtos en lo que va de año, el Departamento de Territorio solicitó un encuentro con Adif, Renfe y los Mossos d’Esquadra para ahondar en la línea de colaboración abierta para reducir los robos. Todavía no hay fecha para la reunión.
Adif asegura que en lo que va de año en Cataluña han aumentado un 30% los robos de todo tipo de material ferroviario, aunque el cable de cobre está siendo uno de los principales objetivos, los que acaba bloqueando los sistemas de seguridad y comunicaciones de los que se valen los trenes. El pasado marzo, fueron hurtados 165 metros en Bellvitge y el 19 de abril un nuevo robo en El Prat provocó importantes retrasos en la red. Y el mapa de afectaciones se va ampliando a toda la red de Adif, como cuando en Les Franqueses se llevaron los contrapesos que se utilizan para tensar la catenaria, lo que provocó que el pantógrafo de un tren se enganchara y la consecuente incidencia técnica.
En 2013, Adif puso ante los Mossos d’Esquadra 673 denuncias, a un ritmo de dos diarias. La compañía asegura que esos “actos vandálicos”, como se califican para advertir de los retrasos a los pasajeros que esperan en estaciones o trenes, copan ya el 15% de las incidencias de la red ferroviaria. Estas se suman a los problemas derivados de una histórica falta de inversión y de una red que, en Barcelona, trabaja al límite de su capacidad.
La compañía, dependiente del Ministerio de Fomento, se niega a dar datos sobre el impacto económico que está teniendo las sustracciones, escudándose en los diferentes criterios que puedan seguir los peritos al efectuar la valoración. “Pero no se puede calcular el daño teniendo en cuenta el impacto que estos hechos tienen en miles de viajeros”, explicó un portavoz de la compañía a la hora de intentar explicar las consecuencias de los robos.
Una de las últimas fórmulas disuasorias que ha puesto en marcha Adif ha sido el hormigonado de las canalizaciones en las que se ponen los cables. Es quizás el método más seguro, pero también es muy caro y complica las reparaciones de cable cuando este sufre alguna avería, ya que debe sustituirse por completo.
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