San Sebastián 2016 trata de recuperar el pulso tras cuatro años negros
La capitalidad cierra su peor crisis deshaciéndose de su equipo director
San Sebastián 2016 ha sido una bomba de relojería durante los últimos siete meses. Las hasta ahora responsables del proyecto, Itziar Nogeras, directora general, y Guadalupe Echevarría, directora cultural, nunca se entendieron. Y lo que era un secreto a voces ha terminado por explotar esta semana, con la dimisión de la primera y la destitución de la segunda, una secuencia de acontecimientos que ha sumido a la capitalidad en una nueva crisis, quizás, a pesar de los innumerables embates que ha sufrido el proyecto, la más significativa a la que haya tenido que hacer frente.
La semana trágica de San Sebastián 2016 comenzó el martes. La agenda marcaba la celebración de una reunión ordinaria del patronato. Un encuentro que hubiera podido suponer un punto de inflexión en el proyecto. Nogeras tenía que presentar un avance del programa cultural de la capitalidad, que finalmente fue aprobado por las instituciones que componen el patronato —Ayuntamiento de San Sebastián, Diputación de Gipuzkoa y Gobierno vasco y central—. La que será Capital Europea de la Cultura junto a Wroclaw, ciudad polaca, en 2016, tenía la oportunidad de demostrar que, a pesar de las críticas, polémicas y altibajos, el proyecto anda, que hay un equipo, que con más o menos obstáculos, está sacando adelante la capitalidad. Pero todo quedó eclipsado por el anuncio de la dimisión de su directora general tras siete meses en el cargo y a año y medio de que empiece la celebración del evento.
San Sebastián 2016, la candidatura que en junio de 2011 se impuso a otras cinco ciudades españolas, fue, desde su inicio, un proyecto complejo. Complejo porque en su corazón se supone que está hacer de la cultura una herramienta para la convivencia, difícil porque ese noble y espinoso objetivo, mal manejado, explicado o diseñado podría suponer un obstáculo en sí mismo o ser la excusa perfecta para utilizar el proyecto como arma arrojadiza política. Fue lo que pasó en cuanto el presidente del jurado que designó a San Sebastián Capital Europea de la Cultura en 2016, Manfred Gaulhofer, destacó “todas eran grandes candidaturas pero San Sebastián tenía algo más. Seguramente uno de los aspectos fuera el gran compromiso en contra de la violencia y la idea de usar la cultura para ello”.
Entonces dio igual que la comisión encargada de elegir la ciudad española que en 2016 ostentaría el título de capital europea explicara y defendiera la solidez del proyecto calificándolo del mejor de entre todos los presentados, las candidaturas rivales optaron por denunciar supuestos intereses ocultos en la elección de San Sebastián. La izquierda abertzale acababa de volver, legalizada bajo la marca Bildu, a algunas instituciones vascas, y a ETA todavía le quedaba por anunciar el cese definitivo de la actividad armada.
Los atributos del proyecto, elogiados por el jurado, pasados los años y distante aquella primera crisis de San Sebastián 2016, han tenido que ser recordados de nuevo, pero paradójicamente por parte de Europa, para que los responsables del proyecto no se desviaran del programa ganador. Fue otro de los muchos varapalos sufridos por San Sebastián 2016, la redacción de dos informes por parte del comité de seguimiento de la capitalidad y en los que se advertía, entre otras cosas, de los retrasos del proyecto, de las injerencias políticas, de la falta de liderazgo...
“Ese es uno de los retos de nuestra realidad. Vivimos en una realidad compleja, en un contexto político complejo, y es ahí donde nace San Sebastián 2016”, defendía la entonces directora general del proyecto, Eva Salaberria, en una entrevista con este periódico en noviembre de 2012, y añadía; “hay tensiones, las hay en el propio equipo pero no ideología partidista. Insisto, el proyecto es hoy más fuerte que hace un año”.
Si San Sebastián 2016 ha tenido que sortear los obstáculos que le han llegado desde fuera, ha tenido que hacer lo propio con los de dentro. El equipo ha visto como en los casi cuatro años que distan desde que se supo que la ciudad era la ganadora, hasta ahora, como se han ido yendo del proyecto algunos nombres significativos. El primero fue Santi Eraso, ideólogo del programa que convenció al jurado, aunque posteriormente volvió a la capitalidad en calidad de asesor, luego fue Ainara Martín, la mano derecha del primero, después vino Eva Salaberria, ligada a la iniciativa desde su gestación, más Igor Otxoa y Fernando Bernúes. Estos tres últimos nombres, el triunvirato que el anterior Gobierno vasco, en manos del PSE, y el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Gipuzkoa decidieron que debía liderar San Sebastián 2016.
La primera polémica
El mismo día que la candidatura de San Sebastián fue elegida Capital Europea de la Cultura, el 28 de junio de 2001, saltó la primera de las polémicas a las que ha tenido que hacer frente el proyecto. La entonces ministra de Medio Ambiente y exalcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, no dudó en tildar la designación de “magnífico error”. La ciudad andaluza era la favorita en las quinielas pero el galardón acabó en San Sebastián.
“El camino hacia la paz se refuerza de otra manera, dejando las armas y diciendo que punto y final, aquí lo que se decidía era la capital de la Cultura”, criticó Aguilar. Tampoco la designación fue bien recibida por Zaragoza, cuyo alcalde, Alberto Belloch, tachó el fallo de “error” y “disparate”. A las críticas también se sumaron las otras ciudades candidatas como Burgos, Segovia o Las Palmas pero fue Córdoba la que llevo su ofensiva hasta el final.
La ciudad, de hecho, impugnó la designación de San Sebastián en los tribunales. Un recurso, por cierto, que todavía no está resuelto después de que el Supremo resolviera que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid era el competente para ver el fallo.
Pero los roces internos, que según fuentes consultadas próximas a la capitalidad, abarcan desde problemas de ego y funciones y atribuciones mal repartidas o definidas, han llegado a su cénit con las dos últimas responsables del proyecto.
Nogeras no tuvo reparos en señalar directamente a su directora cultural, Guadalupe Echevarría, de bloquear el proyecto, que finalmente fue destituida por las instituciones que componen el patronato de San Sebastián 2016. Los responsables máximos de la fundación optaron este viernes por deshacerse del equipo que precisamente, sólo siete meses antes, habían considerado el mejor para el proyecto. Una decisión que, visto como se han desarrollado los acontecimientos, ha resultado nefasta.
Cuando el pasado jueves la hasta entonces directora general ofreció una rueda de prensa para explicar los motivos de su dimisión, señaló como principales causas de su marcha, además de los problemas internos, la falta de confianza por parte de las instituciones que componen el patronato y las injerencias políticas. El que había sido su equipo rompió a aplaudir cuando tras más de media hora de explicaciones dio por terminada su intervención. “No le faltaba razón”, apuntaron ese día fuentes de la capitalidad a este periódico, en referencia a las denuncias de Nogeras sobre el patronato y la lucha partidista. Un equipo técnico transitorio pilotará el proyecto hasta que las instituciones designen a un nuevo responsable.
La “estabilidad” es “esencial” para asegurarse el éxito del desarrollo del proyecto y de “capitalizar los enormes beneficios culturales, sociales y económicos que el título puede procurar a la ciudad [DESIGNADA]y a su región”, recordó la Comisión Europea una vez que tuvo conocimiento el pasado jueves de la dimisión de la directora general.[/DESIGNADA] Y es que, según cálculos del Ayuntamiento de San Sebastián, basándose en cifras de un estudio que publicó en noviembre de 2012 y en función de los resultados obtenidos en otras capitales europeas de la cultura, se podrían llegar a crear 3.700 puestos de trabajo temporales, 1.804 de duración anual en 2016, además de atraer a 1,4 millones de visitantes y tener una repercusión económica en el sector servicios de 221 millones, más de la mitad del presupuesto anual de la ciudad.
El informe del Ayuntamiento, elaborado por Fomento de San Sebastián, no sólo se limitaba a señalar el impacto económico que un evento como la capitalidad podía tener en la ciudad, también su influencia en la industria cultural. Un sector en el que trabajan 3.023 personas en la capital donostiarra y que hizo que en Londres se incrementara un 26% durante la celebración de su capitalidad, y un 16% en los años posteriores, siempre según datos del estudio.
San Sebastián 2016 saldrá adelante. Además del equipo del proyecto, que en palabras del alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre, está haciendo un trabajo “extraordinario”, hay otras muchísimas personas que están trabajando en colaboración con la capitalidad para la creación de proyectos que den cuerpo al programa cultural, puntualiza una persona que conoce el panorama cultural de la ciudad.
San Sebastián cuenta con una infraestructura importante de agentes y de personas que trabajan en los diversos ámbitos de la cultura teniendo en cuenta las dimensiones de la ciudad. Una capital de provincias, al fin y al cabo, que además de contar con grandes eventos culturales, algunos de referencia no sólo en España, también en Europa, como el Festival de Cine, el de Jazz o la Quincena Musical, ha sabido tejer una red mucho más modesta, pero no por ello insignificante, de centros, de iniciativas que articulan la cultura más próxima para el ciudadano a lo largo del año. La duda estriba en qué podría haber llegado a ser San Sebastián 2016 sin las innumerables crisis que ha tenido que sortear.
La última crisis
Martes 1. La entonces directora general de San Sebastián 2016, Itziar Nogeras, traslada al patronato su intención de dimitir. Las instituciones le dan un plazo de 24 horas para que reconsidera su decisión.
Miércoles 2. El alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre, reconoce que se siente "dolido" por el proceder de Nogeras, que confirma su renuncia.
Jueves 3. Nogeras explica los motivos de su dimisión y señala directamente a la directora cultural de San Sebastián 2016, Guadalupe Echevarría, a la que acusa de bloquear el proyecto. También critica a las instituciones, sobre las que asegura que nunca han confiado en ella y en su gestión.
Viernes 4. El patronato decide prescindir también de Echevarría. A cuya marcha y a la de Nogeras se suma la de la directora de Comunicación. Las instituciones nombran a un equipo técnico transitorio hasta la elección de un nuevo responsable.
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