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Botella recuerda a González que “se puede ganar la ciudad y perder la región”

El líder autonómico aboga por buscar el candidato más popular a la alcaldía porque ve “muy difícil” mantener la presidencia en 2015 si se pierde el Ayuntamiento

Ana Botella, Ignacio González y Cristina Cifuentes.
Ana Botella, Ignacio González y Cristina Cifuentes. LUIS SEVILLANO

Con guante de seda, la alcaldesa, Ana Botella (PP), ha abofeteado levemente en la mejilla esta mañana al presidente regional, Ignacio González (PP). Cuando, una vez más, este ha insistido en una entrevista en la cadena Cope en que su partido debe elegir al candidato al Ayuntamiento que “más votos aporte” porque será “muy difícil” mantener el Gobierno autonómico si se pierde la alcaldía, Botella ha replicado que, aun estando de acuerdo, eso no le parece “condición suficiente” porque ha habido veces en las que se ha ganado la alcaldía y se ha perdido la Comunidad.

La alcaldesa rehúye tajantemente los quiebros y requiebros que políticos y medios de comunicación manufacturan sobre las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015. “No es una cuestión en la que esté, tengo mucho en lo que trabajar de aquí a unos meses, quedan muchas cosas por hacer. No creo que sea el momento de pronunciarnos sobre cuál es el mejor candidato”, ha reiterado esta mañana en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno municipal.

Botella ni siquiera ha sido capaz de explicitar aún su deseo de concurrir como candidata, al contrario que González, lo que ha alimentado las ambiciones de sus posibles sustitutos. Al hilo de éstas, corren por los mentideros políticos supuestas encuestas nunca reveladas que otorgan mayores posibilidades de triunfo en la alcaldía (que el PP mantiene desde hace 23 años) a la actual delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, o a la expresidenta regional Esperanza Aguirre.

La 'no guerra' con Cifuentes

Preguntada en incontables ocasiones sobre su reunión de ayer con la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes (PP), la alcaldesa se ha negado esta mañana a revelar la respuesta que ésta le dio a su petición pública de que restrinja las manifestaciones en entornos históricos, áreas de gran afluencia turística y ejes clave de comunicación.

Botella reclamó el encuentro (celebrado ayer en el Ayuntamiento a la hora de comer) en rueda de prensa, y en rueda de prensa ha evitado hoy revelar su resultado. Antes, la semana pasada, el pleno municipal refrendó su petición de forma oficial, con los votos del PP (mayoría absoluta) y el rechazo unánime de la oposición, convirtiendo el asunto en una cuestión institucional.

Pero ni aun así ha querido Botella explicar el resultado de la reunión, más allá de que la Delegación del Gobierno analizará “caso a caso” las manifestaciones, “como ha hecho siempre”, admitió a continuación.

Botella y Cifuentes se llevan mal, fundamentalmente por las zancadillas que se propinaron tras la muerte de cinco adolescentes en el pabellón municipal Madrid Arena. Las ambiciones electorales de Cifuentes sólo han empeorado esas tensiones.

Hoy, la delegada ha asegurado que la reunión con Botella no fue “una tregua” entre ambas “porque nunca hubo ninguna guerra”. Insistió así mismo en el que el encuentro fue “privado”, pese a tratarse una petición institucional del Ayuntamiento, y reveló, como la alcaldesa, que transcurrió “de forma satisfactoria” pese a la “puntual discrepancia de opiniones” que mantienen en el tema de las manifestaciones, informa Efe.

“Nunca se pelean”, se le dijo una vez a un sabio. “Hay tantas maneras de pelearse”, respondió éste…

Dicho sea también, Cifuentes –que niega sus aspiraciones con tanto empeño como dedica a reforzarlas– aparece además como posible aspirante a la Comunidad en detrimento de González, poco querido en el entorno del presidente del PP, Mariano Rajoy, por los escándalos de corrupción que le rodean sin tocarle (su esposa, sin ir más lejos, está imputada por presunto blanqueo en la compra de un ático en Estepona que la pareja disfruta desde hace años).

Aguirre, a la que también rodean los escándalos de corrupción sin tocarla, fue la primera en reclamar que el partido elija al candidato con más posibilidades de victoria, lo que sería una perogrullada si no fuera su forma de sacar pecho por el resultado de esas presuntas encuestas que la encumbran. La expresidenta regional, que sigue al frente del PP madrileño, también gasta su tiempo en negar que desee ser alcaldesa pero en su propio partido pocos la creen.

Aguirre logró incluso que la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, refrendara ese estribillo. Preguntada luego por Botella, Cospedal aseguró que no estaba descartada como candidata, paupérrimo apoyo para quien ostenta el cargo y debería por tanto partir en primera línea para renovarlo.

Con esos antecedentes, las declaraciones de González esta mañana no son sino un refrendo más a Aguirre, quién le dejó su puesto en 2012 tras años de confianza mutua, y con quien en todo caso mantiene también desencuentros. González rehúye las estridencias en contra de Rajoy que tanto gustan en cambio a Aguirre: el uno desea el refrendo del todopoderoso presidente como candidato en 2015; la otra tiene otras ideas en la cabeza.

González ha recordado esta mañana que la capital agrupa el 55% del electoral de la región, por lo que resulta imposible, a su juicio, ganar la una sin tener la otra. En el PP repiten esa máxima como si de un axioma se tratara, casi siempre en contra de Botella, que parecería así un lastre que pudiera hacer perder la Comunidad a un candidato bien válido.

Y no solo, puesto que casi siempre se recuerda también que, perdiendo Madrid, se pierde España: las elecciones generales son apenas seis meses después de las municipales y autonómicas. El final de ese argumento, en boca de responsables del PP de todo pelaje, es que Rajoy deberá contar con Aguirre, pese a detestarse mutuamente, para salvar La Moncloa.

Esta mañana, mientras insistía en rehuir el debate, Botella sí deslizó un dato que le conviene que se sepa: a veces el PP ha ganado el Ayuntamiento y ha perdido la Comunidad. Otra estadística aparentemente inofensiva pero nada inocente. En efecto, en 1991 José María Álvarez del Manzano (PP) logró el bastón de alcalde (cuyo peso aliviaba ya desde 1989 a Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS), mientras que Joaquín Leguina mantenía la presidencia regional con el apoyo de IU, haciendo inocua la victoria de Alberto Ruiz-Gallardón.

Botella mencionó este caso, pero evitó referirse a otro más reciente: en 2003, Gallardón cambió la presidencia regional (que había obtenido en 1995) por la alcaldía; la candidata en la Comunidad fue Aguirre, que perdió frente al socialista Rafael Simancas. La traición de dos diputados en lo que se ha venido a conocer como el Tamayazo llevó a repetir las elecciones y entonces sí ganó Aguirre. La hemeroteca nunca es inocente.

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