La ciudad se come al campo
La provincia de Barcelona pierde casi la mitad de sus cultivos en medio siglo La superficie urbana se ha cuadruplicado y los bosques han crecido un 20%
Poco queda de las imágenes de la ciudad de Barcelona rodeada por tierra de cultivo, a excepción del los amenazados terrenos del Delta del Llobregat. El paisaje varía según los procesos socioeconómicos, pero nunca lo había hecho como en estos últimos 50 años, en los que más de una tercera parte del territorio de la provincia de Barcelona ha cambiado de uso. El abandono del campo ha catalizado el crecimiento desbocado de nuevos bosques y la fiebre del ladrillo ha lapidado miles de hectáreas de espacios naturales. Así lo demuestra la comparación de imágenes áreas tomadas hace medio siglo y las actuales, realizada por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y la Diputación de Barcelona. Durante este tiempo, la superficie utilizada para la agricultura se redujo un 43,3%, devorada por el terreno urbanizado, que se cuadruplicó, y dejando vía libre al crecimiento de los bosques, cuya superficie ha aumentado un 20%.
“No podemos entender estos datos si no tenemos en cuenta la demografía, todo cambia según la cantidad de población”, matizó Joan Puigdollers, presidente delegado de Espacios Naturales y Medio Ambiente de la Diputación, durante la presentacion del Mapa de Cubiertas del Suelo de 1956. Un proyecto con el que se revela “la magnitud real de los cambios que nuestra sociedad ha provocado sobre el territorio”, aseguran desde el CREAF, centro adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona, ya que se toma como referencia unas imágenes anteriores a los años 60 y 70, cuando se produjo un gran cambio económico y social en Barcelona.
En estos 50 años, el “boom urbanístico” ha ocupado entre ciudades, polígonos, vías de transporte y otras construcciones, 77.546 hectáreas más, lo que equivale a siete veces la ciudad de Barcelona, la mayoría en zonas que antes se utilizaban para la agricultura. Este crecimiento se ha concentrado en lugares planos del interior y del litoral del Barcelonès y, sobre todo, en las comarcas que la rodean como el Maresme, Baix Llobregat, Garraf y Vallès Orientas, donde el aumento de cemento ha sido superior al 500%. Por su parte, las tierras agrícolas han pasado de representar el 37% al 21% del total de la superficie de la provincia. Un terreno que los bosque han aprovechado para brotar a sus anchas. “Una tercera parte de las masas forestales actuales son nuevos, y generan mucha biomasa, por lo que aumenta el riesgo de incendios”, advirtió el director del estudio y científico del CREAF, Joan Pino.
Una tercera parte del territorio ha cambiado de uso desde 1956
El mapa de la cubierta del suelo, del que por ahora no se sabe si habrá uno que abarque toda Cataluña, aunque “el material está disponible”, señaló Pino, permitirá prever los cambios que produce la mano del hombre sobre la naturaleza. “Gracias a estos mapas podremos mejorar la planificación y así minimizar factores de riesgo como los incendios”, aseguró Puigdollers. Asimismo, con la nueva información del mapa se podrá estudiar la respuesta de los ecosistemas a la nueva utilización del suelo.
“Existe una relación entre los patrones de composición y configuración del paisaje, los procesos ecosistémico y la biodiversidad”, apuntó Pino, que agregó: “El nuevo mapa nos permite comprender los cambios de gran magnitud y de detalle que han afectado a los sistemas naturales de la provincia en los últimos tiempos”.
Para la realización del proyecto, el Ministerio de Defensa ha cedido a la Diputación y el CREAF las imágenes que tomó entre 1956 y 57 el servicio de cartografía del ejército estadounidense, durante el conocido como “vuelo americano”.
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