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RAÏ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Música sanadora

Los conciertos de Rachid Taha son como un exorcismo o una ceremonia ritual

Tiene un diablo en el cuerpo Rachid Taha, y eso le aloca, le tortura y le agita en pos de expulsarlo. Sus conciertos son así como un exorcismo, una ceremonia ritual que se sabe cuando comienza pero no cuando acaba. Tomado su espíritu por la música, por la espiral circular del ritmo, Rachid acaba deambulando alegre por el escenario, gesticulando, imponiendo a su propia banda otro bis, y otro y otro hasta ya, simplemente, no poder cantar más. Es entonces el final de un nuevo, imperfecto y atropellado concierto de este argelino que un día entregó su cuerpo a los placeres mundanos y su espíritu a la expiación de los mismos mediante la música.

Si lo antedicho no es cierto, bien merecería serlo. Rachid Taha es un artista despeinado y torrencial que parece se derrumbará tras cada canción. Hay momentos en los que pierde el norte, como por ejemplo tras acabar el grueso del repertorio, cuando interrumpió la presentación de sus músicos para irse a dar un paseo por los cerros de Úbeda, situación que recondujo quien tocaba el laúd proponiendo Habina, punto de partida de unos bises demoledores. Ya antes, el propio Taha se había inhibido al cantar Ya rayah, dejando las primeras estrofas libres para que las cantase quien lo desease. Sus demonios en plena actuación.

Pero a la vez que extraviado, Taha pareció hallar su sentido sobre el escenario, proponiendo esa mezcla infecciosa entre música árabe, raï, electrónica, funk y rock cuya finalidad parece la pérdida de vista de este mundo. Y aplicándose a ello, pese a sus extravíos, pese a sus demonios, pese a que en ocasiones parece sabotearse, Taha sigue proponiendo música visceral y sanadora, música nacida de la heterodoxia allí donde la heterodoxia es ley. Eso debe provocar heridas. Y Taha las curó encontrando en Apolo su mejor medicina en la parte que comenzó con Bent Sahra y condujo hasta el final de dos horas de música para perder el mundo de vista.

Rachid Taha

Rachid Taha

Apolo

28 marzo 2014

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