La vía Kaufmann a Winterreise
El tenor más cotizado y adorado del mundo inició en el Liceo una gira que le llevará a ocho capitales musicales europeas
Jonas Kaufmann, el tenor más cotizado, buscado y adorado del mundo en estos momentos, inició en el Liceo una gira que le llevará en las próximas dos semanas a ocho capitales musicales europeas. Se trata de la gira de presentación de su nuevo disco, Winterreise (Viaje de invierno), el ciclo de veinticuatro canciones de Franz Schubert que describe a través de la metáfora de un viaje en medio de una naturaleza hostil, el viaje de un hombre al interior de sí mismo a través del dolor, el fracaso, el recuerdo amargo, la locura y la alucinación.
El Liceo estaba abarrotado, no habían venido por Schubert, que nunca llena, sino por Kaufmann. Al final algunos, pocos, que no sabían de qué iba la cosa, se quejaban de que no hubiera habido bises. Error: en Winterreise nunca se bisa, sería de un mal gusto horrible. Otros, también pocos, se quejaban de que no hubiera exhibido la impresionante voz que tiene. Otro error: Winterreise no es Tosca, es intimidad, introversión, recogimiento.
La vía Kaufmann a Winterreise es buena, hermosa y poco efectista. No es el Winterreise en carne viva de Matthias Goerne, ni el alucinado de Ian Bostridge, ni el autista de Padmore, todos ellos inmensos Winterreise recientes. Recuerda, aunque solo sea por actitud, la vieja, mítica, versión de Fischer-Dieskau. El viajero que propone Kaufmann siempre está lucido, siempre es consciente de que ha emprendido un camino sin retorno hacia la nada, "Eine Straße muß ich gehen, Die noch keiner ging zurück" (He de recorrer un camino del cual nunca nadie ha regresado) afirma en la canción Der Wegweiser (El indicador) y por esa lucidez el viaje es quizá más terrible.
JONAS KAUFMANN
Jonas Kaufmann, tenor. Helmut Deutsch, piano.
Ciclo de canciones Winterreise de Franz Schubert.
Gran Teatre del Liceu. Barcelona, 28 de marzo.
Empezó Kaufmann algo descolocado en las primeras canciones. Por mucho aplomo que se tenga y él tiene mucho, el Liceo impone. Parecía que no acababa de encontrar el retorno de la voz y reservaba recursos. Ayudado por Helmut Deutsch, un pianista fabuloso que ofreció a Kaufmann uno de los mejores acompañamientos de Winterreise que se hayan escuchado jamás(Gerald Moore, incluido), el tenor encontró la voz, jugó magistralmente con la dinámica buscando el susurro y delicados apianamientos y con la complicidad de Deutsch jugó libremente con el tempo para dar la expresividad requerida a cada momento. Con estas herramientas Kaufmann condujo su personaje por la vía citada hasta un final consecuente con el planteamiento. La interpretación de la última canción Der Leiermann (El músico callejero) desde una solitaria desolada y desesperanzada clarividencia fundamental nos dejó mudos y clavados en la butaca. Tres larguísimos segundos después estalló la merecida apoteosis, una fiesta de aplausos que en Winterreise siempre suena impúdica.
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