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Irse de fósiles

Hay 27 espacios visitables de restos arqueológicos y paleontológicos en la Comunidad y sus cercanías. Los expertos reclaman más esfuerzo para potenciar un recurso de gran valor

Yacimiento paleontológico de la Universidad Complutense en Somosaguas (Pozuelo de Alarcón).
Yacimiento paleontológico de la Universidad Complutense en Somosaguas (Pozuelo de Alarcón).LUIS SEVILLANO

Un rinoceronte luce su corpulento cuerpo mientras pace sosegado junto a una laguna. A su alrededor, algunos arbustos, un horizonte de hierba y una temperatura propia del clima tropical, unos 18 grados. La imagen no pertenece a África. Es Madrid hace 14 millones de años. “La capital está llena de huesos”, explica entusiasmada Carolina Sala frente a las excavaciones paleontológicas de Somosaguas, en Pozuelo de Alarcón. Esta amante de la naturaleza es la responsable del programa divulgativo de los yacimientos que están dentro del campus de la Universidad Complutense y que fueron descubiertos hace 16 años.

El fósil de mayor tamaño que han obtenido es Andreita, una mandíbula de mastodonte juvenil cuyo nombre recuerda a la excavadora que la encontró. Su envergadura hay que abarcarla con los dos brazos abiertos. El macromamífero acompaña a otros ejemplares de menor tamaño como el Anchiterium, un caballo de baja estatura y con tres dedos, predecesor de los equinos actuales; o el Amphicyon, un animal semejante al producto que se obtendría de la mezcla entre un perro y un oso, explica Manuel Hernández, uno de los investigadores.

Para acercar todos estos conocimientos al público, la Universidad ofrece visitas para particulares o escolares, que hay que reservar y cuestan entre 8 y 10 euros. “La idea es que conozcan la verdadera tarea de un paleontólogo”, aclara Salas. Cualquier visitante puede tener en sus manos auténticos restos fósiles. Ellos mismos los extraen de la misma zona donde se encuentra el obrador de trabajo. Así lo define Sala: “Acercamos al ciudadano una parte de la ciencia vetada para los no expertos; es lo que hace al yacimiento único”.

Dicen los especialistas que proteger el patrimonio paleontológico y arqueológico requiere también —y, quizá, sobre todo—, enseñarlo, explicarlo, darle valor. “Unos ciudadanos que no conocen su patrimonio no pueden protegerlo y conservarlo”, dice la presidenta de la sección de Arqueología del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Madrid, Diana Díaz.

Más allá de iniciativas como la de la Complutense, los madrileños tienen a su alcance 27 yacimientos, en un radio de una hora y media en coche desde la capital, abiertos al público por las Administraciones. A través de ellos, el visitante puede recorrer desde el Mioceno medio con los fósiles de hasta 15 millones de años de rinocerontes o tortugas gigantes en la estación de Príncipe Pío; y las pinturas rupestres de entre el año 15.000 y 20.000 de Domingo García (Segovia), hasta la calzada romana de Galapagar y los restos de los siglos I a III de Complutum, origen de Alcalá de Henares.

De los 27 enclaves, 20 están en la Comunidad de Madrid y dentro del Plan de Yacimientos Visitables que el Gobierno regional puso en marcha hace ya 11 años (otros seis yacimientos están en fase de proyecto y 10 más en estudio). Muchos son de entrada libre y la mayoría gratuitos, pero en otros hay que pagar (normalmente un euro) y algunos solo abren unos pocos meses al año o exigen reservar la visita previamente por teléfono; este es el caso de la Casa romana de Hippolytus, en Alcalá de Henares o la Iglesia Mudéjar y necrópolis La Mezquita de Cadalso de los Vidrios.

“La fórmula elegida es la presentación al público con la menor intervención posible. Se mantiene la idea original de ruina, pero se facilita su comprensión con paneles, u otro soporte informativo, pudiéndose llegar a la construcción de centros de interpretación”, explica una portavoz de la Consejería de Empleo, Turismo y Cultura. Preguntada sobre el número de visitantes, la portavoz responde que es muy difícil dar una cifra porque “en muchos de ellos la entrada es libre”. El presupuesto para los yacimientos de la Comunidad será en 2014 de 677.000 euros, 250.000 más que el año pasado, pero todavía algo por debajo del dinero que se presupuestó inicialmente para estos asuntos en 2011.

Restos de La Villa del Val, en la ciudad romana de Complutum (Alcalá de Henares).
Restos de La Villa del Val, en la ciudad romana de Complutum (Alcalá de Henares).AYUNTAMIENTO DE ALCALÁ DE HENARES

“Nos consta que la Dirección General de Patrimonio Histórico se esfuerza en labores de conservación. No obstante, los recursos humanos y económicos destinados al efecto distan de ser suficientes”, responde Diana Díaz. La especialista se queja de falta de ambición de la ley de Patrimonio aprobada el año pasado —la norma elimina la obligatoriedad de los informes arqueológicos preventivos en los proyectos de construcción— y reclama que el Patrimonio se considere “un gran nicho de generación de riqueza a medio-largo plazo”.

Porque, a la riqueza que aporta el conocimiento, hay quien añade beneficios más pedestres, como los vinculados al turismo. “El patrimonio cultural es un activo que genera y requiere inversión. El meollo está en sacarle partido a unos recursos que están ahí”, dice el profesor de Economía de la Complutense Juan Martín Fernández. Pero, en un claro ejemplo de pescadilla que se muerde la cola, ponerlo en valor requiere decisión política, que a su vez no llega si el patrimonio no tiene suficiente consideración social, la cual no se fomenta si no se pone en valor... Martín Fernández asegura que es casi imposible desagregar el valor económico del arqueológico entre el resto del patrimonio cultural, que comprende elementos físicos como museos y sitios históricos; e intangibles: expresiones de vida y tradiciones heredadas, el idioma... Para todo el conjunto sí hizo Martín un cálculo en un reciente estudio: supuso “un impacto monetario” sobre el PIB español en el período 2000-2009 de “aproximadamente el 3%”; mientras que el del sector energético, por ejemplo, fue del 2,7%.

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