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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una corriente de cambio

Estamos probablemente a las puertas de una auténtica reconstrucción del sistema político

Tienen razón Ximo Puig, cuando afirma que hay “una profunda corriente de cambio” en la sociedad valenciana, y Marga Sanz, cuando sentencia que “el ciclo del PP ha acabado”. El problema es que el PSPV-PSOE no parece capaz de capitalizar esa corriente y que el fin de ciclo del PP enmascara con toda seguridad otras debacles de mayor calado. La encuesta de My Word para la cadena SER publicada esta semana confirma las tendencias apuntadas por anteriores sondeos de intención de voto: el desplome del PP, la postración de los socialistas y el auge de formaciones como Esquerra Unida, Unión Progreso y Democracia y, sobre todo, Compromís, cada vez más consolidada como tercera fuerza autóctona. Además, el sondeo despeja el prejuicio y constata que la posibilidad de un gobierno tripartito de las izquierdas en la Generalitat espanta menos a los electores que una hipotética reedición de una mayoría absoluta como la que ha gestionado el PP con tanta prepotencia y sectarismo como catastróficos efectos.

Hay una corriente de cambio, sí, que las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 25 de mayo ayudarán a calibrar a modo de encuesta sobre voto real, habida cuenta de que hará ya tres años que ninguna consulta ha permitido expresar a la ciudadanía en las urnas su estado de ánimo. Y lo que se percibe va mucho más allá del desapego coyuntural hacia unas posiciones desgastadas por el poder. La falta de credibilidad de los políticos es brutal y el rechazo es mayor cuanto más identificados están con las élites que han protagonizado el sistema desde la Transición. Todo apunta a que estamos ante un escenario que exigirá algo más que un maquillaje de participación. Estamos, probablemente, a las puertas de una auténtica reconstrucción del sistema político, que exigirá mucha negociación, propiciará transformaciones institucionales e implantará innovaciones en el papel de los partidos, pero sobre todo cambios en los usos de la política y nuevos liderazgos.

Es sintomático que la dirigente que más esfuerzos ha hecho para conectar su discurso y sus actitudes con las preocupaciones de sectores identificables de la opinión pública, la más parecida a una líder social casi sin partido, me refiero a Mònica Oltra, sea la política mejor valorada por los valencianos, y la referencia primera de todas las sensibilidades de la izquierda valenciana. Por el tapete institucional circulan como zombies políticos de una época que se acaba, con sus discursos maniqueos y autoafirmatorios, grotescos hasta lo apocalíptico (no exagero, un diputado autonómico proclamaba esta semana que “el PP es garantía de crecimiento en la Comunidad Valenciana frente al apocalipsis de la izquierda”). Pero la gente sabe que son muertos vivientes. Y desde su profundo malestar, solo está dispuesta a prestar atención a quienes dan señales de estar vivos.

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