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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El derecho a la verdad

Las víctimas tienen derecho a conocer la verdad sobre las violaciones que se cometen contra ellas

Desde 2010, el 24 de marzo de cada año se celebra el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con violaciones graves de derechos humanos y de la dignidad de las víctimas, por acuerdo de la Asamblea General de Naciones Unidas. No se ha podido elegir mejor fecha en recuerdo y memoria de un adalid de la verdad.

A las 6.15 horas del 24 marzo 1980 monseñor Romero celebraba misa en una pequeña capilla del hospital Divina Providencia de San Salvador. Desde el exterior y de un certero disparo fue abatido a los pies del altar. Monseñor Romero había asumido la denuncia profética de todas las atrocidades que en su país, El Salvador, eran cometidas diariamente contra personas desvalidas a través de ejecuciones sumarias, torturas, desapariciones forzosas, abusos sexuales, masacres de la población civil, etc., con la única finalidad de excluir sistemáticamente y arrasar a la población discrepante. Desde su posición como responsable de la archidiócesis de San Salvador, monseñor Romero representa al líder carismático de la defensa de los más pobres exigiendo verdad.

El secretario general de la ONU en el mensaje del último año con ocasión del Día Internacional afirmó: "El mundo rinde homenaje a la memoria de monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado en El Salvador en este mismo día de 1980, quien había dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos y a la promoción de la dignidad humana". Seguía diciendo en su mensaje "este día es ocasión para preservar la memoria de las víctimas de violaciones graves de los derechos humanos en todo el mundo y para honrar a quienes luchan por defender, promover y proteger los derechos humanos para todos. El derecho a la verdad es un derecho individual y colectivo. Las víctimas tienen derecho a conocer la verdad sobre las violaciones que se cometen contra ellas, pero la verdad también debe difundirse más ampliamente para evitar que su violación se repita. Las Naciones Unidas apoyan los mecanismos de búsqueda de la verdad… y a eso responde el nombramiento del relator especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición decidido por el Consejo de Derechos Humanos". Termina el mensaje del secretario general pidiendo a todos los usuarios del planeta que "nos comprometamos a ayudar a las víctimas, a sus familias y a la sociedad a hacer efectivo su derecho a la verdad y a proteger a quienes luchan para que la verdad prevalezca".

En el Informe de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos se afirma categóricamente que "el derecho a la verdad es un derecho inalienable e imprescriptible, forma parte del derecho internacional humanitario (artículo 32 del Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra de 1949). Ese derecho autónomo e inalienable es relacionado con el deber de cualquier Estado de proteger y garantizar los derechos humanos, con su obligación de realizar investigaciones eficaces de toda violación e infracción grave del derecho humanitario, con la obligación de garantizar recursos efectivos y reparación, y guarda estrecha relación con los principios de transparencia, responsabilidad y buena gestión en los asuntos públicos en una sociedad democrática.

El derecho a la verdad está vinculado con el derecho a un recurso efectivo, a la protección jurídica y judicial, al derecho a la vida familiar, al derecho a una investigación eficaz, al derecho a ser oído por un tribunal competente, independiente e imparcial, al derecho a obtener reparación, al derecho a no sufrir torturas y malos tratos, al derecho a solicitar y difundir información siendo fundamental para garantizar la dignidad inherente al ser humano.

Pero es que, además, no sólo es un derecho individual sino que la sociedad tiene derecho a conocer la verdad. Y ese derecho a la verdad entraña tener un conocimiento pleno y completo de los actos que se produjeron, las personas que participaron, las circunstancias específicas de violaciones perpetradas y su motivación, al conocimiento de la suerte y paradero de las víctimas, sin restricciones ni posibilidad de suspenderlo, así como el derecho a conocer la identidad de los autores.

El último fundamento del derecho a la verdad se encuentra en la necesidad de que las víctimas, sus familiares y la sociedad en general conozcan, se facilite el proceso de reconciliación, se contribuya a erradicar toda impunidad y a restaurar y fortalecer la democracia y el Estado de derecho.

Para tales objetivos surgió en el año 2009 el Tribunal Internacional de Justicia restaurativa en El Salvador, propiciado en el seno de una Universidad regentada por los jesuitas, que sufrió el asesinato de quien era su rector, Ignacio Ellacuría, otros cinco compañeros jesuitas y dos mujeres que les ayudaban, en la oscuridad de la noche y con disfraz, como suelen actuar quienes no tienen ni siquiera la vergüenza y la decencia de dar la cara.

Tenemos cerca, reciente, todavía viva en nuestra memoria personal y colectiva la necesidad de verdad y el derecho a obtenerla. Huérfanos de una parte de la verdad, hoy es un día para que, reconociéndolo, no nos empeñemos en ocultar lo que no puede ocultarse, en negar lo que es una evidencia, en no buscar instrumentos de reparación a heridas que todavía se encuentran en período de cicatrización, sino sangrantes. Cualquier razón política o económica que la esconda "bajo el celemín" es indecente, injusta, inaceptable, bárbara e indigna.

En nombre de todas las víctimas, en un día en el que todos los países del mundo tenemos el encargo, pero sobre todo el compromiso de recordar su dignidad despreciada, empecemos por hacer el propósito de reparar y de evitar su repetición y la consolidación de la mentira contraria a la verdad. Mayores son las razones para globalizar la Verdad que para hacerlo con los dineros y otros intereses que hace tiempo diluyeron sus fronteras.

José María Tomás Tío es presidente de la Fundación por la Justicia y del Tribunal Internacional para la Justicia Restaurativa en El Salvador

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