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opinión

¿Abrirán el tarro?

El Gobierno andaluz parece más dedicado a la política de gestos que a los hechos y pendiente sobre todo de su ombligo ideológico

Las declaraciones del secretario general del Partido Comunista de Andalucía (PCA), José Manuel Mariscal, diciendo que el Gobierno andaluz no es de izquierdas resultan sorprendentes.

Vaya por delante que cada día distingo peor a quien se autodefine a sí mismo como la verdadera izquierda de los sucedáneos. En el PCA de Mariscal todavía hay muchos que afirman que serlo equivale a defender a Stalin y las juventudes de su partido en Sevilla venden camisetas con la efigie de quien asesinó a Trotski hincándole un piolet en la cabeza (“Clavando fuerte desde 1940” es su lema) considerando, supongo yo, que eso es ser más de izquierdas que nadie. Y en el PSOE hablan de recuperar sus valores y las políticas de izquierda los mismos que cambiaron la Constitución a traición o que estos días proponen que aumente el apoyo fiscal a las pensiones privadas.

Pero incluso así, sorprende esa opinión porque si hay algo evidente es que el Gobierno de la Junta de Andalucía está procurando por todos los medios a su alcance que los recortes del PP generen los menores estragos posibles en Andalucía. Todas las evidencias señalan que las políticas de derechas de Rajoy solo están beneficiando a los pequeños grupos de rentas más altas (hasta la OCDE lo acaba de reconocer y reclama que “la prioridad absoluta”, en contra de lo que viene ocurriendo, sea “ayudar a los grupos más desfavorecidos”). Por tanto, no se me ocurre que haya un modo más efectivo de ser de izquierdas y de defender a los más necesitados y a las clases trabajadoras que resistir y tratar de acabar cuanto antes con su Gobierno además, claro está, de actuar en positivo y poner en marcha experiencias sociales que permitan a las personas ir viviendo de otro modo.

Es curioso que los partidos que se auto sitúan más a la izquierda, y que son los que más prisa deberían tener por llevar a la práctica sus propuestas, sean los que dedican más energía a proclamarse los más puros y auténticos y a tratar de distinguirse de todos los demás, perdiendo así oportunidades preciosas para evitar que la derecha cabalgue, mientras tanto, libre de ataduras.

En Andalucía tenemos ese problema. El Gobierno de Susana Díaz y Diego Valderas parece que está más dedicado a la política de gestos y palabras que a los hechos, y pendiente sobre todo de su ombligo ideológico y de las grandes proclamas que nutren la política nacional. Haría falta que PSOE e IU espabilaran y abrieran ya el tarro de las esencias que tan celosamente cultivan para dar gusto a sus organizaciones y que se pusieran a trabajar, porque a la gente de la calle empieza a sobrarle discursos y a faltarle propuestas y alternativas concretas.

@juantorreslopez

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