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Úbeda recupera para el pueblo un templo cerrado hace 80 años

Los ciudadanos disfrutarán de San Lorenzo, una primitiva mezquita que se encontraba en ruínas Una fundación privada le dará uso cultural

Ginés Donaire
Interior de la Iglesia de San Lorenzo (Úbeda) tras la obra de emergencia.
Interior de la Iglesia de San Lorenzo (Úbeda) tras la obra de emergencia.j. m. pedrosa

Con ocho siglos de historia, la iglesia de San Lorenzo, que fue primitiva mezquita, se había convertido en una pieza desconocida del inmenso patrimonio de la urbe renacentista de Úbeda (Jaén), la ciudad declarada Patrimonio Mundial junto a la vecina Baeza. Cerrado al culto hace 80 años, el templo se encontraba en la lista roja de la Unesco por su abandono y estado de ruina. Sin embargo, tras una rehabilitación de emergencia en poco más de seis meses, este monumento ha salido de su ostracismo y la próxima Semana Santa abrirá sus puertas a la ciudadanía como espacio cultural y social.

Una fundación privada, promovida por los hermanos Nicolás, Antonio y Manuel Berlanga, se encargará de la gestión de este inmueble tras el acuerdo de cesión suscrito con el Obispado de Jaén por 50 años. Al contrario de lo que ocurre con la Mezquita-Catedral de Córdoba, donde la Iglesia desoye el clamor ciudadano para que pase a ser de titularidad pública, en San Lorenzo sí que ha sido posible el entendimiento en pro de la recuperación de un patrimonio que estaba agonizando.

“Los ubetenses tenían razón en defender y reivindicar soluciones para San Lorenzo, pero en ocasiones hay que dejar pasar el tiempo para encontrar la mejor opción”, justificó el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, durante la firma del convenio con la Fundación Huerta de San Antonio (a la que da nombre el huerto de la familia Berlanga). Ambas partes han cofinanciado al 50% una inversión de 300.000 euros que ha evitado el derrumbe del templo.

El edificio se abrirá al público tras una obra de emergencia de seis meses

“Rescatar San Lorenzo significa empezar a recuperar la memoria oral y el patrimonio inmaterial de este barrio emblemático de Úbeda. Queremos que sea un catalizador para cambiar una dinámica de abandono y de envejecimiento en esta zona”, señala Nicolás Berlanga, un funcionario de la UE impulsor de lo que él llama “bofetada amable del destino”. Y es que, sin apenas pensarlo, hicieron una propuesta al Obispado para hacerse cargo de la Iglesia y en un tiempo récord han logrado salvarla y abrirla a la ciudadanía. Las obras se han recepcionado esta semana.

Como iglesia, San Lorenzo se construyó en el siglo XVI encima del adarve de una muralla almohade y en el balcón del valle del Guadalquivir. Y como centro parroquial estuvo abierta hasta finales del siglo XIX, aunque se cerró definitivamente al culto tras la Guerra Civil, cuando fue saqueada e incendiada. En los últimos años, los técnicos habían alertado del riesgo que presentaban la bóveda barroca de yesería del altar mayor y el artesonado renacentista a causa de las goteras de la cubierta, junto a grandes grietas y humedades en los muros. También su arco de entrada de medio punto, flanqueado por pilastras y que fue declarado en 1985 Bien de Interés Cultural (BIC), se encontraba amenazado por la yedra que cubre la fachada. Pero ahora, con la intervención de emergencia, el inmueble tiene cubiertas nuevas y muros saneados, aunque aún es mucha la inversión que hay por delante para adecentar el monumento.

El Obispado de Jaén ha cedido su uso por 50 años a la familia Berlanga

El Obispado, que previamente había rechazado la oferta del Ayuntamiento de Úbeda para realizar una permuta con suelo público, cedió finalmente a la presión ciudadana para salvar San Lorenzo. El escritor y académico ubetense Antonio Muñoz Molina, que nació muy cerca de este lugar, fue uno de los que más se implicó en la recuperación del templo. “La nueva etapa nos obliga a responder a los nuevos desafíos, pero por primera vez no se trata de ensalzar a la nobleza o de dar culto religioso, sino abrir ventanas al intercambio y al mestizaje”, subraya Nicolás Berlanga. La presentación de una novela del ubetense Miguel Pasquau Liaño, prevista para el Domingo de Ramos, será el primer acto cultural que acogerá el centro tras su reapertura. A éste le seguirán conciertos, exposiciones y otros eventos.

El uso de San Lorenzo como espacio abierto a la ciudadanía inicia un debate sobre la utilización de los bienes patrimoniales de la Iglesia. Berlanga tiene claro que éste es el camino a seguir: “La rehabilitación de urgencia ha sido un ejemplo de esfuerzo conjunto; es evidente que juntos —instituciones públicas, vecinos e iniciativas privadas— somos más eficaces, se aumenta la calidad de lo que se ofrece y pueden encontrarse soluciones a problemas a priori irresolubles, como era la ruina de la iglesia de San Lorenzo”. A su juicio, esta intervención ha permitido “dejar de lado intereses localistas para insistir sobre una idea de patrimonio no circunscrita a un conjunto de piedras si no a valores de respeto y conocimiento”.

Desde 1842 San Lorenzo pasó a pertenecer a la cercana iglesia de Santa María de los Reales Alcázares que, paradójicamente, saltó a la fama hace dos años por ser el primer templo restaurado con dinero público en el que la Iglesia decidió cobrar la entrada. Monumento Nacional desde 1926, Santa María estuvo cerrada casi tres décadas al alargarse las obras de restauración en las que la Junta de Andalucía invirtió casi siete millones de euros.

Tesoros ocultos

Las obras de emergencia para salvar el templo de San Lorenzo han puesto al descubierto un buen número de tesoros escondidos entre sus piedras y muros centenarios. Quizá el más relevante ha sido un arco de estilo románico localizado en perfecto estado de conservación oculto en un doble muro de la antesacristía. También han descubierto un ábside escondido tras el testero plano del altar mayor, probablemente arrinconado tras la construcción de la cúpula barroca y que, junto a la puerta gótica del siglo XV, tapiada a sus pies, esclarece el aspecto que debió tener en esa época. De igual modo, entre los falsos tabiques han emergido varias piezas labradas en piedras con alguna policromía, como un relieve de león, una calavera alada y diferentes molduras, al descubierto tras las obras de sustitución de la deteriorada techumbre. Llama la atención también el artesonado mudéjar del coro con una decoración polícroma de motivos hispanomusulmanes que podría pertenecer al siglo XIV.

Pero la recuperación de San Lorenzo va a permitir también impulsar la vida en este barrio, que era donde estaban ubicados los artesanos y los comerciantes. “La nueva etapa debe rastrillar las iniciativas de los jóvenes sin mucha voz o las expresiones de personas sin presencia oficial para que la vida que se instale allí rejuvenezca sus piedras acorde con los nuevos tejados y la limpieza de sus muros”, concluye Nicolás Berlanga.

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