El legado de Muñoz Ramonet, objeto de querella criminal
El Ayuntamiento de Barcelona abre una nueva vía judicial para reclamar 853 obras de arte a las cuatro hijas del industrial que dejó su colección a la ciudad
Nueva etapa en el largo proceso judicial por las obras de arte que el industrial Julio Muñoz Ramonet legó a la ciudad de Barcelona tras su muerte en 1991. El Ayuntamiento de Barcelona ha interpuesto una querella criminal contra las cuatro hijas para reclamar todos los bienes herederos y que ellas retienen. El 17 de julio de 2013, después de 19 años de pleitos y tres sentencias que daban la razón al consistorio barcelonés, las hijas entregaron las llaves del magnífico palacete de la calle Muntaner. Pero en su interior no estaban las pinturas que formaban una de las colecciones privadas más impresionantes, con obras firmadas por grandes autores. En su lugar, los expertos municipales encontraron centenares de obras de autores contemporáneos y comerciales de menor valor, tal y como adelantó EL PAÍS el 16 de febrero.
Una vez concluidos los inventarios, primero con los objetos patrimoniales encontrados en el interior de la casa, “una labor ardua”, según el concejal de Cultura Jaume Ciurana, y un segundo de ausencia, comparando estos objetos con las obras que aparecen referenciadas en los inventarios y listados de diferentes épocas en posesión del consistorio, los abogados de la Fundación Julio Muñoz Ramonet, que ha luchado por el legado estos años, presentaron el martes una querella para recuperar las obras. Según ha explicado el abogado Marc Molins: “La querella responde a la constatación de la sustración y falta de entrega de la mayor parte del legado pictórico que Muñoz Ramonet constituyó a favor de su fundación y en beneficio de la ciudad de Barcelona”.
La querella tiene una segunda parte, ha explicado, por estafa procesal, “que habrían cometido las hermanas tras la presentación como prueba de un documento falso con la intención de llevar a error al juez, en grado de tentativa”. Según Molins, el proceso penal es paralelo al civil que está en fase de ejecución.
En total, el Ayuntamiento reclama a las cuatro hijas Muñoz 853 piezas patrimoniales, 672 de las cuales son objetos artísticos: 367 pinturas y dibujos, 260 miniaturas, 20 esculturas de marfil, 17 vidrios arqueológicos y 8 esculturas policromadas en madera. Entre las ausencia pictóricas identificadas por los expertos destacan: Escena de la vieja tauromaquia, de Eugenio Lucas; Busto de dama, de Sánchez Coello; Retrato del Conde de la Nova y Retrato de condesa de Figueiro, de Juan Pantoja de la Cruz; Retrato de Felipe V, de Jacint Rigaud; un retablo gótico de Gonçal Peris, el Tríptico de Santa Caterina de Mateu Ortoneda, Retrato del emperador Napoleón III de Francia, de Winterhalter; Olivares, de Anglada Camarasa; Retrato del cardenal Pascual de Aragón, de Juan Carreño de Miranda, así como una tabla gótica de Lluís Borrassà, pinturas de Alonso Cano, Ribera, Lucas Giordano, Sorolla o Marià Fortuny, además de cuatro obras de Goya y varias de El Greco (entre ellas La aparición de la Virgen del Pilar, del primero y La Anunciación, del segundo, famosas por haberse visto envueltas en un proceso judicial paralelo tras la denuncia en el 2000, de Isabel Muñoz a su ex marido).
Francesc Fontbona y Bonaventura Bassegoda, dos de los expertos que han participado en la identificación de las obras encontradas en la casa y en elaborar la lista de las desaparecidas, se mostraron prudentes con algunas de las atribuciones de las obras, como Botticelli o Rembrandt que aparecen en algún inventario. “Hay muchas obras de colecciones privadas que al revisarlas se ha comprobado que era una atribución incorrecta. Se reclaman todas las obras, sean auténticas o no sus atribuciones, pero al no poder verlas, ni estudiarlas no podemos asegurar que sean auténticas”, ha asegurado Bassegoda.
Pese a que las hijas de Muñoz han declarado ante el juez no haber sacado jamás cuadros de la casa de Barcelona, ni antes ni después de la muerte de su padre, hay testigos que aseguran que no es así. Es el caso de Pedro y Ana María, cuidadores de la casa que vieron una noche dos trailer en el jardín. A la mañana siguiente ya no estaban, ni tampoco gran parte de las pinturas. Fue después de octubre de 1991, muerto el industrial, cuando las hijas contrataron a través de Culturarte, una de sus empresas, los servicios de la experta norteamericana Lori Gross para “asesorar en la elección de las obras” en Barcelona, “planificar el traslado”, y “supervisar su desembalaje” en Madrid. Existe una póliza en la que se asegura el traslado de 325 obras a Madrid por 1,8 millones de euros.
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