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Oro para ‘Al vent’

El cantautor Raimon recibe por unanimidad la principal distinción del Círculo de Bellas Artes

Juan Cruz
Raimon, esta noche en el Círculo de Bellas Artes.
Raimon, esta noche en el Círculo de Bellas Artes.LUIS SEVILLANO

Raimon tiene en su voz el latido sentimental y político de varias generaciones de españoles. Su resplandor llegó con Al vent, hace medio siglo; esa canción estuvo primero en su guitarra y en seguida en la garganta de miles de jóvenes que querían derribar el muro de una sociedad en el apogeo de la censura de la posguerra. Luego vinieron Diguem no, que era un manifiesto, y sus canciones a partir de poemas de Espriu y de Ausiàs March, hasta que aquel joven se convirtió en un emblema de la resistencia al franquismo.

Sus conciertos se prohibieron (sobre todo en Madrid). Su voz creaba amor y conflicto, seguidores apasionados y censores cutres. Ahora, aquel muchacho del carrer Blanc, donde nació en Xàtiva (Valencia), tiene 73 años, y por su historia y trayectoria el Círculo de Bellas Artes le ha entregado esta noche la Medalla de Oro de la institución. Ha sido concedida por unanimidad.

La gripe no ha atenuado su risa (se sigue riendo mucho Raimon), ni ha roto su voz, de modo que anoche, una vez que el presidente del Círculo, Juan Miguel Hernández de León, le impuso esa distinción —que ya tienen, entre otros, Michael Hanecke o Günter Grass—, se lanzó a cantar a capella. Eligió una evocación, Quién lleva a la lluvia a la escuela. “En el meu pays la pluia no sap ploure”. En la escuela nos robaban la memoria, nos imponían el olvido del mundo, del estudio y del trabajo... La sala estaba llena de gente de su generación, y más jóvenes, gente que tararea de memoria esa música que marcó gargantas, dedos y abrazos a lo largo de medio siglo. En el escenario, el presidente del Círculo y el director de la entidad, Juan Barja, flanqueando al Raimon de hoy, el pelo blanco y crespo, los colores oscuros de su vestimenta sobria.

Barja se agarró de la canción y le hizo esta pregunta: “¿Quién llevará hoy al Gobierno a la escuela?”. Quién sabe, dijo Raimon, seguro que nuestros votos. Pero, añadió en seguida: “Parece ser que los de este Gobierno van a otra escuela”.

En la dictadura, hasta las canciones de amor fueron objeto de la tachadura censora. Hernández de León y Barja recorrieron con Raimon aquel empecinamiento del franquismo contra lo que compusiera el de Xàtiva. Tachaban canciones, imponían arreglos para disimular los versos, prohibían recitales... “Hacíamos horas de viaje, y al llegar nos decían: ‘Que no lo han autorizado’, y a joderse”.

Ese recuento parece un espejo negro de la arbitrariedad de la dictadura. “Fue tanta censura previa, de tantas y tantas letras... Tipos que controlaban lo que cantaba, policías que vigilaban el tiempo que estábamos en el escenario... Seguramente, en libertad hubiera hecho más, pero contribuí lo que pude a la lucha, igual que muchos contribuyeron muchísimo a derribar aquellos muros”, añadió.

En la transición, Manuel Fraga le prohibió tres de cuatro recitales en Madrid. En la democracia, recibió silbidos porque en el homenaje unitario a Miguel Ángel Blanco (el concejal del Partido Popular asesinado por ETA en 1997) habló y cantó en catalán en Las Ventas... “Me silbaron a mí y a Pepe Sacristán... No silbaban a ETA, silbaban a la diversidad”, explicó.

Ha cantado “porque me lo pedía el cuerpo, y porque he querido ponerle música a muy bellos poemas”. Detrás de él, mientras hablaba en el escenario, imágenes de aquel muchacho del flequillo, la moto y la risa que compuso Al vent. Medio siglo más tarde, anoche, el Círculo de Bellas Artes terminó su homenaje a Raimon haciendo que sonara He mirat aquesta terra.

En el silencio “antiguo y muy largo” que reclama su poesía, el público escuchó como un himno melancólico esos cinco minutos y 16 segundos de un retrato de un país que Raimon describió con el corazón en un puño.

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