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Guerra por la mina del percebe

La explotación del crustáceo hallado en A Coruña provoca una disputa entre mariscadores

Espigón del puerto exterior de A Coruña
Espigón del puerto exterior de A Coruña GABRIEL TIZÓN

Al puerto exterior de A Coruña, la infraestructura pública más cara de Galicia, le ha salido un filón inesperado: percebes a punta y pala de “calidad espectacular”. El mar bate fuerte en la agreste Punta Langosteira, en Arteixo, donde se asienta la nueva dársena. Su construcción aún inacabada desalojó la fauna marina. Pero poblaciones del cotizado crustáceo regresaron al encontrar cobijo de excepción en la cara externa del dique principal, entre los recovecos de sus bloques de hormigón de 150 toneladas. A falta de momento de tráficos marítimos, bancos de lubina o pulpo también vuelven a abundar en esas aguas atlánticas. Toda una mina de marisco y peces cuya explotación, aún sin decidir, no sólo genera interés de empresas, como la de Porto-Muiños, dedicada a comercializar algas y productos del mar, así como la reclamación “por derecho territorial” de las cofradías de A Coruña y de Caión (Laracha). Se desataron también disputas subidas cada vez más de tono entre los profesionales del mar.

La guerra por el percebe de Punta Langosteira está servida. El apreciado marisco es allí aún más codiciado en una costa tan esquilmada como la coruñesa dada su abundancia en una zona portuaria de difícil acceso para los furtivos. Y peligrosa para todo aquel que no sea un experimentado percebeiro dado que los bloques de la dársena son lisos, sin “grietas donde agarrarse como las rocas”. La disputa abrió incluso una brecha en la agrupación de percebeiros de la Cofradía de A Coruña. Un grupo de sus 60 miembros crearon una asociación al margen del pósito y se lanzaron, por libre, en protestas cada vez más altisonantes para obtener “por derecho” la concesión. Claman tener preferencia, ven inaceptable “la privatización” en caso de recaer en una empresa y multiplican las reuniones, sin la cofradía, en el Parlamento para tentar forzar la Autoridad Portuaria.

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Ésta confirma por su presidente, Enrique Losada, la riqueza pesquera del nuevo puerto, “un lugar magnífico para todo tipo de especies” que da pie, vaticina, “a un aprovechamiento importante”. Pero advierte que la explotación del percebe se concederá por concurso público a la entidad, sea empresa o cofradía, que mejor plan presente.

No es una privatización, afirma tanto el puerto como la Xunta, por mucho que los percebeiros de A Coruña fueran indemnizados, con 4,5 millones de euros pagados en 2009 tras años de duras protestas, por tener que dejar de faenar en el entorno de Punta Langosteira durante la construcción del nuevo puerto. Se hará como con las bateas, “el sector del mejillón trabaja en concesión”, subrayó esta semana el secretario xeral do Mar, Juan Maneiro. Los percebeiros profesionales tendrán preferencia, como establece la Ley de Pesca, afirmó Maneiro, pero siempre que presente un plan de explotación sostenible para producir, no sólo extraer, marisco. Y antes del concurso, Fomento tiene que aprobar la declaración de espacios y usos portuarios del nuevo puerto.

En la Cofradía de A Coruña, al margen de las maniobras de los críticos, están a la expectativa de que el puerto concrete cómo, cuando y con qué condiciones sacará a concurso la explotación del percebe. Al vicepatrón y presidente de su agrupación de percebeiros, Felipe Canosa, se le acumulan las preguntas sin respuestas: “¿Será una decisión salomónica o se dará al mejor postor? ¿Cuál será el precio de la concesión? ¿la cofradía tendrá precio preferente? ¿Será simbólico como el que paga el Dépor al Ayuntamiento por el estadio de Riazor?”

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Lo que sí tienen claro en el pósito de A Coruña, tanto su directiva como los críticos, es en reclamar su derecho territorial sobre el percebe de Punta Langosteira. “El dique está en nuestro ámbito territorial, que comienza en la playa de Sabón [al sur del puerto, en Arteixo] y termina donde comienza el de Mera [enfrente de A Coruña, en Oleiros]. Y punto pelota”, sentencia Canosa. Pero la Cofradía de Caión, en Laracha, también lo reclama como propio. “En línea recta, dos tercios de la escollera están en nuestra concesión”, reivindica el patrón mayor de Caión, Evaristo Lareo. Recuerda que pese a ser “el más afectado” por la construcción del nuevo puerto, los 25 cofrades de Caion no recibieron “ni un duro de compensación mientras que los de A Coruña cobraron hasta gente que ya estaba muerta”. Lareo dice tener el “acuerdo” verbal del Puerto de que podrán “participar” en la explotación del filón marisquero de Punta Langosteira. Y denuncia “la carta certificada con amenazas” que recibió de los percebeiros críticos de A Coruña. Lareo es pesimista: “Al final el que ponga más encima de la mesa o el que haga más ruido” se llevará la concesión. El “problema de la Cofradía de Caión”, dice, es ser demasiado “tranquila” y por eso tampoco en su día arrancaron indemnizaciones como afectados por la construcción del puerto. “No andamos como otros por las calles ni ponemos dinamita en los muelles”, asevera.

 

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