El recinto histórico del Sant Pau aceptará un máximo de 120.000 turistas al año
El conjunto monumental tendrá a partir de la semana próxima doble vida: visitas e investigación
Después de cinco años de obras y 72 millones de euros, el recinto del antiguo hospital de Sant Pau reabre sus puertas el próximo martes. El lunes será inaugurado oficialmente por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y la ministra de Fomento, Ana Pastor, entre otras autoridades.
Se han rehabilitado seis de los 12 pabellones que forman el recinto, otros dos están en obras y cuatro quedan por proyectar y rehabilitar. Y también se ha intervenido en una parte del kilómetro de túneles que recorrían el subsuelo. El conjunto siempre fue precioso pero era notable el grave deterioro. El derrumbe del techo del pabellón de la Mercè en 2004 hizo saltar todas las alarmas. “Se hizo un profundo análisis del estado y el diagnóstico fue fatal: si no se intervenía se acabarían cayendo”, reconoció ayer en la presentación el secretario de la Generalitat, Jordi Baiget, una de las instituciones de la Fundación Patrimonial de Sant Pau.
Esa intervención urgente solo se pudo acometer cuando se liberó de su función hospitalaria, hace casi cinco años. Los interiores de los pabellones habían sido modificados a lo largo del siglo pasado por las necesidades que imponía su uso. Algunos fueron compartimentados en tres pisos —el de administración en cuatro— y las paredes o plafones se fueron superponiendo a los mosaicos originales y a las paredes de ladrillo vista. Los auténticos techos de formas y figuras de cerámicas de colores —todos en tonalidades suaves— solo eran apreciables de forma parcial para quienes ocupaban la última planta. Ahora todo eso se ha recuperado y el recinto reabre haciendo gala de sus credenciales: el conjunto modernista más importante de Europa declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Sant Pau quiere ser uno de los referentes internacionales de la arquitectura modernista y al igual que pasa con la Sagrada Familia, la Pedrera, la casa Batlló o el Palau de la Música —este último también de Domènech i Montaner— habrá que pagar para visitarlo. Las visitas con guía tendrán un precio de 14 euros. Dar un paseo por la zona visitable costará 8 euros. Habrá una tarjeta especial para los residentes de Sagrada Familia, Guinardó, Clot y Camp del Arpa que costará cinco euros al año y les permitirá el acceso siempre que quieran. Y los afectados por el trasiego urbanístico de las obras del hospital, en principio, los vecinos de las calles Cartagena y Sant Quintí, tendrán entrada gratuita siempre. Se han programado jornadas de puertas abiertas desde el 25 de febrero hasta el 16 de marzo. A partir de su apertura con normalidad se podrá visitar los 365 días del año.
Turismo sí, pero con cifras manejables. “No queremos una sobreexplotación turística”, concretó Baiget. Así, en los próximos años, Sant Pau aspira a tener unos 120.000 turistas al año muy lejos de los tres millones de la Sagrada Familia o los 700.000 de la Casa Batlló. Una de las razones de esa limitación es que el recinto tiene una doble vida porque acoge a organismos de la ONU y la OMS —el Instituto de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-GCM), el Instituto Forestal Europeo (EFI), la oficina del Programa de Perfiles de Residencia de las Ciudades de UN Habitat, la agencia del Agua de la ONU (GWOPA) y la oficina de investigación sobre los sistemas sanitarios de la OMS— lo que ha provocado, además, que todo el perímetro del conjunto, que también acoge la Casa Asia, deba cumplir unas estrictas normas de seguridad y esté rodeado por una valla. Baiget apuntó ayer que están muy avanzadas las negociaciones con otros organismos internacionales sin avanzar nombres.
La rehabilitación ha supuesto, por ahora, 72 millones de euros
También dejó claro que el resto de la rehabilitación solo se podrá acometer cuando haya más recursos y se definan los proyectos. “La financiación se busca cuando tenemos asegurado el proyecto”, concretó Baiget.
La recuperación total tiene un coste de 107 millones de euros. Por ahora, se han gastado 72. De éstos, la mayor parte (27,7 millones de euros) ha sido sufragada por la Muy Ilustre Administración (la institución histórica vinculada a la Iglesia de Sant Pau), 17,3 millones por los fondos FEDER de la Unión Europea y 13,7 millones por el Ministerio de Fomento. Generalitat, los fondos estatales de Inversión Local, Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación han aportado el resto.
Las instituciones ya instaladas en los pabellones del recinto se hacen cargo del coste de mantenimiento que les corresponde. Pero esa contribución no será la principal fuente de ingresos, sino la que proceda de las visitas y, sobre todo, del alquiler de espacios. Prácticamente todo el edificio que antes ocupaba la administración se alquila. Como la majestuosa sala Domènech i Montaner, la Sala Cambó, la Sala Pau Gil, o la sala Hipóstila —para quienes hayan estado en los viejos boxes de urgencias les resultará imposible reconocer el espacio— , además de otras salas más pequeñas.
En los cinco años de obras, en los trabajos han participado 67 despachos de arquitectos, 25 ingenierías, 103 constructores, 20 equipos de restauradores, tres picapedreros y 37 empresas de servicios y seguridad. Parte de la coordinación de los trabajos ha recaído en el despacho de arquitectura de Frederic Crespo. En el recuperado recinto de Sant Pau no se ven instalaciones de ningún tipo. No hay rejillas ni cables. Todo está bajo tierra, donde se perforaron hasta 400 pozos de geotermia que ha sido el sistema energético escogido para climatizar los pabellones.
Ante algunas acusaciones de falta de liquidación de los trabajos por parte de dos empresas y falta de transparencia en adjudicaciones, Baiget argumentó que Sant Pau no ha dejado de pagar nada: “Otra cosa es si se ha producido algún proceso de concurso de acreedores de alguna empresa pero eso no es cuestión nuestra”. Negó ningún tipo de manipulación en las adjudicaciones: “Se trata de un proceso completamente auditado y controlado”.
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