La Xunta gasta 24 millones en un vial para rodear una villa de 600 vecinos
El Gobierno justifica la obra, que afecta a yacimientos, por la congestión de tráfico
Más allá de alguna ralentización puntual en verano, no hay en Portosín, de 600 habitantes, grandes problemas de tráfico. El pueblo, perteneciente a Porto do Son (A Coruña), está atravesado por la carretera autonómica AC-550 que comunica Noia con Ribeira por la cara norte de la península de O Barbanza, la menos habitada. Aún así, la Xunta quiere construir una circunvalación que, según sus propios estudios, incrementará el tráfico y tendrá un impacto “severo” en ocho elementos patrimoniales y “moderado” en otros 15. A cambio, se circulará más rápido que por la sinuosa travesía de Portosín, que será aún más tranquila.
La idea de construir una variante en Portosín que dé continuidad a la de Noia, cuyas obras están ya muy avanzadas, se plasmó por escrito por primera vez con el bipartito. Pero es ahora, en plena ola de recortes, y sin esperar a que la circunvalación de Noia esté terminada y se compruebe su efecto en el tráfico de Portosín, cuando el PP ha decidido impulsar la obra. Serán 7,3 kilómetros de vial que sin contar con las expropiaciones están presupuestados en 24,5 millones de euros, el 18,3% de los 134 millones que la Axencia de Infraestruturas tiene consignados para inversiones en toda Galicia este año.
La Xunta asegura que de momento solo está planificando la carretera y que se acometerá “cuando haya disponibilidad presupuestaria”. Pero en diciembre sometió a exposición pública el estudio informativo y el PP ya ha recabado el apoyo de los empresarios y armadores locales, que aseguran que el vial mejorará la competitividad de sus productos. Por el contrario, una plataforma de vecinos opuestos a la obra niega en sus alegaciones que vaya a ser sinónimo de desarrollo económico y considera que, con las actuales cifras de paro, las Administraciones deberían “promover la creación de empresas antes de crear las infraestructuras”. Jesús, uno de sus portavoces, dice que los que lo secundan en la protesta están “indignados porque en los tiempos en los que estamos se despilfarren tantos millones”. Asegura que “las retenciones se producían en Noia, no en Portosín; que las demuestren si ese es el motivo por el que hacen la carretera”. Y es que los críticos consideran innecesaria la obra en “un país con infinidad de infraestructuras pero sin gente”. Por eso, más que su impacto, critican su planificación basada en premisas erróneas.
Porque el impacto ambiental y patrimonial de la obra lo reconoce la propia Xunta. Sin entrar a analizar aún las amenazas del trazado concreto de la vía y basándose solo en documentos preexistentes, el Gobierno gallego admite que en la zona hay varias especies con distinto nivel de protección, entre ellas el lobo o la nutria, para las que la infraestructura supondría una barrera infranqueable.
El trazado elegido por la Xunta, el supuestamente menos agresivo de los tres similares que ha barajado, afectaría de forma “severa” a ocho elementos patrimoniales: sepultaría un camino histórico catalogado, pasaría a siete y 37 metros de sendos enterramientos neolíticos (mámoas de Agro da Cova), a 29 y 36 metros de dos petroglifos (en Mantoño y Queiro), aún más cerca de dos molinos y uno de sus ramales desembocaría a 38 metros de la iglesia de Goiáns. Su impacto sería “moderado” en otra quincena de elementos: cinco petroglifos, diez molinos y el castro de Valcunqueiro, cuya ladera cortaría a menos de cien metros de los restos. Pese a esos efectos, el trazado de la vía no será ideal: tendrá pendientes de más del 7% y estará limitada a 80 kilómetros por hora.
Los vecinos critican las afecciones de la obra. Pero sobre todo acusan a la Xunta de inflar la medición del tráfico en la zona para justificar la vía. Por el centro de Portosín pasan al día una media de 5.000 vehículos, cifra que se repite desde 2005, y que es similar a la de muchas otras travesías de toda Galicia que carecen de vía alternativa de circunvalación. Como media que es, en julio y agosto la cifra se dispara.
La Xunta considera que si la circunvalación estuviese en servicio ya entonces, en 2018 captaría entre 5.100 y 7.300 vehículos diarios. Sumados a los que seguirían circulando por el centro de la población, se produciría un notable incremento del tráfico en la zona, sobre todo por el efecto llamada de la infraestructura en verano. Porque la carretera no supondrá ningún ahorro de tiempo a Portosín sino que, como temen los vecinos, se ha diseñado, al igual que la circunvalación de Noia, para que desde Santiago se pueda llegar a las mejores playas de O Barbanza en apenas media hora.
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