Memoria y diálogo
La música de las últimas décadas no habría sido la misma sin la apasionada dedicación del cuarteto Arditti
El Centro Nacional de Difusión Musical ha dado en la diana organizando un par de conciertos en los que se alternan obras de dos colosos de la composición musical de nuestro tiempo: el gran György Ligeti y nuestro Luis de Pablo.
Ayer, con un estreno mundial de De Pablo incluido, la cita fue en el Centro de Arte Reina Sofía; mañana, con un programa totalmente distinto, el concierto tendrá lugar en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional. En ambas convocatorias, con el fabuloso Cuarteto Arditti.
Ligeti es uno de los grandes maestros de la seducción musical. No hace falta recurrir al recuerdo de su Requiem, usado en la película 2001, una odisea del espacio, o a títulos operísticos como El gran macabro.
CUARTETO ARDITTI
Obras de György Ligeti y Luis de Pablo. CNDM. Series 20/21. Auditorio 400, Museo Reina Sofía, 10 de febrero.
Su pasión por las músicas étnicas quizá esté en la clave de su gran capacidad de comunicación. Ayer se volvió a comprobar su magnetismo en su primer cuarteto de cuerda, Metamorfosis nocturnas, con una acusada gama de contrastes y una gran habilidad para la fascinación.
Todo ello arropado por un oficio técnico escrupuloso hasta el último detalle. Antes del cuarteto, ya había cautivado con una balada y danza para dos violines, y con un conciso homenaje al compositor sueco Holding Rosenberg para violín y violonchelo.
De Pablo es un compositor de enorme cultura, musical y de cualquier campo del conocimiento. Es algo que se masca en su música y se percibe en los más mínimos detalles que están alrededor de ella.
Una de las tres obras suyas que se interpretaron ayer lleva por título Voluntad de flores. No es una casualidad. Está escrita en homenaje póstumo al primer violín del cuarteto Orfeo y toma el título de un fragmento de Manual de espumas, de Gerardo Diego: “Sobre la tumba inesperada de José de Ciria Escalante, amigo indeleble, estos versos que él amaba, hoy con voluntad de flores”.
La obra se escuchaba por primera vez en España. Fue así mismo muy interesante el comienzo del concierto con Fragmento, primero de sus cuartetos, estrenado en Londres en 1986.
El momento cumbre de la noche fue, en cualquier caso, el estreno mundial de su cuarto cuarteto de cuerda, Memoria, una obra maestra de serenidad, evocación vital, sabiduría reflexiva y dominio musical.
Fue la guinda de un concierto muy abundante en momentos geniales.
Punto y aparte merece la actuación del cuarteto Arditti. La música de las últimas décadas no habría sido la misma sin contar con su apasionada dedicación. Ayer estuvieron, una vez más, impecables.
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