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CRÍTICA / CLÁSICA

Una triple diana

La 'intregral' de los conciertos de Rachmaninov interpretada por la pianista corerana HJ Lim y la OBC en dos días se salda con un rotundo éxito de público

La iniciativa de ofrecer en un solo fin de semana casi todo el legado concertante de Serguei Rachmaninov —tres de sus cuatro conciertos para piano y la Rapsodia sobre un tema de Paganini— con la pianista coreana HJ Lim y dirección musical de Pablo González ha dado en la diana por partida triple. La sensacional respuesta del público ha sido la primera diana: el viernes se agotaron las entradas con los Conciertos núms. 1 i 2 y casi repiten el pleno en las audiciones del sábado (Rapsodia, junto a Sheherezade, de Rimski-Kórsakov) y domingo (Concierto núm. 3 y Danzas sinfónicas). En estos tiempos, en los que urge conciliar los necesarios riesgos artísticos con los mejores resultados posibles en taquilla para paliar los recortes, hacen falta más iniciativas de este tipo.

Segunda diana: el éxito personal conseguido por HJ Lim, pianista que se crece ante los grandes retos. En 2010, tocó en París la integral de las 32 Sonatas para piano de Beethoven en ocho días seguidos —un año después grabó el emblemático ciclo en el sello Emi— y ahora, en el Auditori de Barcelona, tras ensayar seis horas con la OBC, aún le daba vueltas a la idea de ampliar el programa para completar la integral tocando también el Concierto núm. 4 del compositor ruso.

FESTIVAL RACHMANINOV

HJ Lim, piano

OBC. Pablo González, director

Auditori de Barcelona

Barcelona, 7 y 9 de febrero

HJ Lim no sigue tradiciones ni escuelas en su aproximación a una música que lleva el alma rusa en sus entrañas. Choca al principio su libertad interpretativa, porque no suenan estas obras con la potencia, el hondo lirismo y la exuberancia virtuosa de colosos del teclado como el propio Rachmaninov, Vladimir Horowitz o, hoy, Arcadi Volodos. La coreana prefiere ensayar un camino más libre, quizá algo más caprichoso en el fraseo y las dinámicas, pero sin un ápice de azúcar añadido: un Rachmaninov narrado con pulso rápido, en ocasiones demasiado, y ligero, de sonoridades más secas y preciso virtuosismo. También su comunicación gestual, con movimientos felinos, inmersa en el sonido orquestal, transmite desbordante personalidad.

La tercera diana se la apuntan la OBC y González: en el tour de force Rachmaninov la orquesta tiene tela que cortar y han salido airosos en un tiempo récord de ensayos: además de cumplir a buen nivel en los conciertos cerraron el festival con una potente versión de las Danzas sinfónicas, op. 45, obra crepuscular, de escritura refinada y espectaculares contrastes, en la que rayaron a gran altura.

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