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Las empresas improvisan nuevas relaciones ante el colapso del diálogo

El bloqueo de las relaciones laborales lleva a muchas firmas a abrirse a la coparticipación sin reducir costes

Pedro Gorospe
Los secretarios generales de LAB, UGT, CC OO y ESK durante las movilizaciones de junio de 2013 en favor de la negociación colectiva
Los secretarios generales de LAB, UGT, CC OO y ESK durante las movilizaciones de junio de 2013 en favor de la negociación colectivaFERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Las máximas en política no tienen por qué coincidir con las sindicales. Tampoco los lemas, ni pueden copiarse las soluciones. La gran autopista central por la que circulan los partidos mayoritarios con la idea de que a los nuevos tiempos hay que responder con nuevas recetas en temas como pacificación, política penitenciaria y normalización política y social, se estrecha hasta el colapso cuando la discusión es sindical. Si para avanzar en la nueva sociedad vasca los agentes se autoimponen la generosidad y el diálogo institucional, partidista y entre gobiernos, todo cambia a la hora de debatir si adaptarse y definir el nuevo escenario de las relaciones laborales que han pintado las reformas laborales. En este campo no hay nuevas recetas, ni I+D.

Se imponen las viejas fórmulas, las trincheras. La principal consecuencia es el enfrentamiento y sus indeseados efectos como el bloqueo total de la negociación colectiva, la ausencia radical de diálogo social y el enfrentamiento no sólo intersindical, ya histórico en Euskadi, sino ahora, también entre las tres patronales provinciales y una Confebask que ha perdido el liderazgo. “Quizá no haya que buscar un sólo modelo de relaciones laborales, sino un sistema de modelos que se adapte a cada realidad empresarial. Un sistema que abra un abanico desde la necesaria negociación sectorial hasta el pacto de empresa pero desde la corresponsabilidad entre trabajadores y empresarios”, sostiene el director de B+I Estrategy, Sabin Azua. Un sistema que debiera de emerger del diagnóstico compartido de que hay “malos empresarios y gestores” que han despedido a trabajadores cuando no era necesario, pero también “malos trabajadores” a los que no les importa “cargarse la empresa”.

Azua propone

Diagnóstico común y autocrítica, pero sobre todo voluntad de superarlo desde la constatación de que “no siempre los sindicatos” hacen lo mejor para los empleados, “ni las patronales” para las empresas. Autocrítica, reflexión y avance. Azua propone un ejercicio de adaptación porque existe una nueva realidad industrial y comercial global, con un mercado que obliga a cada sociedad a organizarse de una determinada manera, hacia fuera, pero también hacia dentro dependiendo del grado de integración de los trabajadores en la gestión, o su participación en el capital. Eso es lo que muchas empresas están haciendo a su aire mientras las relaciones entre patronales y sindicatos se enquistan deslegitimándo a ambos como actores llamados a solucionar los problemas que plantea el día a día. En la actualidad más de 350.000 empleados no tienen convenio colectivo, en torno a 170.000 están en el paro, muchos de ellos, la mitad, según algunas fuentes, no tienen ya ningún tipo de prestación, y las familias acogidas a Lanbide superan las 60.000.

La alianza con ELA condiciona a LAB 

Confebask, calcula que, desde el inicio de la crisis en 2008 y hasta 2012 se han cerrado cerca de 7.000 empresas, 102 al mes en estos cinco años, algunas precedidas de pésimas gestiones, y otras tras insuperables conflictos entre sindicatos y empresa. De no superar ese bloqueo, el modelo vasco de relaciones laborales, el que pese a las críticas ha logrado salarios y condiciones laborales para los trabajadores vascos muy superiores a las del resto de España, pero también pingües beneficios a los empresarios, —hasta la llegada de la crisis de 2008— estaría en la tesitura de certificar su defunción. Los trabajadores de muchas pymes que se van a quedar descolgados acabarán repartiendo la responsabilidad de su situación entre las dos reformas laborales acometidas por el presidente del Gobierno, el popular Mariano Rajoy, pero también al profundo desacuerdo que hay entre el sindicato mayoritario ELA, decisivo en decenas de mesas sectoriales —sobre todo en Gipuzkoa— que ha abandonado, y el resto, incluida LAB, a la que la alianza política con ELA le condiciona de manera considerable.

Si ELA nació de la complicidad de la patronal y de muchas empresas vascas, como un ejercicio de autoafirmación, y compromiso con el país, es decir, como la primera piedra del modelo vasco de relaciones laborales, “ahora con su estrategia de oposición a los convenios provinciales”, se ha convertido en el mejor aliado, “aunque sin buscarlo”, de quienes quieren consolidar la reforma sin matices, explica un analista sindical. “Ese es un gran error en el que ha caído también la patronal, al ver en la reforma una vía para abaratar el modelo vasco. Es un error contemplarla como el atajo para transformar el modelo en un low cost, y no como una oportunidad y una caja de herramientas para incorporar mejoras a la productividad, pero sin recortes”, critica. Muchas pymes cuestionan a sus patronales por trasladar la confrontación a sus centros de trabajo al ser incapaces de cerrar acuerdos que se extiendan como una mancha de aceite, precisamente ahora que disponen de mecanismos de descuelgue. “En ese contexto cabría esperar que el Gobierno asuma una situación central para abrir vías de diálogo”, sostiene el catedrático de Economía Aplicada de la UPV, Felipe Serrano.

Aburto criticó

Sin embargo, el consejero de Empleo del Gobierno vasco, Juan María Aburto criticó abiertamente la “tercera vía” de desbloqueo entre los convenios sectoriales y los de empresa que propuso hace varias semanas la patronal guipuzcoana, Adegi, y que el pasado jueves redefinió. Posiblemente el Gobierno se cobró la negativa patronal a secundar la propuesta del propio Aburto y del lehendakari, Iñigo Urkullu, en julio de 2013, cuando intentaron, también casi a la desesperada, cerrar un acuerdo a tres bandas para preservar la vigencia del marco vasco. Del espíritu de complicidad entre políticos, empresarios y sindicatos que alumbró en su día el Consejo de Relaciones Laborales, “apenas si quedan ya algunas hebras”, explica, como la renegociación del Procedimiento de arbitraje voluntario, el Preco.

El expresidente de la patronal Confebask, el empresario Miguel Lazpiur, apuesta por la transparencia total en las empresas, por la formación continua y por la participación de los empleados en los análisis económicos internos. “De ese conocimiento de la cuenta de resultados y de la transparencia se llega al compromiso y así, sin rebajar las condiciones laborales ni salariales, surge la adaptación de esas condiciones a las necesidades de la empresa”, dice. Lazpiur cree que el futuro tiene que ir por un compromiso en el doble sentido entre empresa y trabajadores en un nuevo concepto de sociedades de cristal en el que se comparten los problemas pero también los resultados.

Lazpiur apuesta por la transparencia en las empresas

“Hemos prorrogado las condiciones de los trabajadores hasta que se aclare este panorama, y como muchas otras empresas seguimos adelante porque no podemos ser ajenos a las necesidades de las personas, ni a su formación, pero tampoco a las del mercado. Todos tenemos que reinventarnos cada día”. El catedrático de Política Económica, Antón Costas, advertía recientemente que cabe pensar en un estallido social, no cuando la economía está en sus peores momentos, sino cuando empieza la recuperación, y los afectados ven que “el vaso de la recuperación rebosa” pero a ellos no les llega.

Bloqueo, conflictividad, empobrecimiento

El Consejo vasco de Relaciones Laborales (CRL) registró en 2013 un total de 1.345 conflictos colectivos presentados en su seno para su resolución, lo que supone un incremento de un 220,2 % con respecto a 2012. La mayoría de ellos se registraron a partir del pasado 7 de julio, cuando comenzaron a decaer decenas de convenios al perder su vigencia por efecto de la última reforma laboral. Según la legislación prevista, estos conflictos deben ser tratados antes en el marco del Preco, el procedimiento voluntario de resolución de conflictos colectivos que gestiona el CRL, como paso previo a su tratamiento por la vía judicial. Los 1.345 conflictos presentados durante el año —739 en Bizkaia, 407 en Gipuzkoa y 199 en Álava— afectaron a 454.084 trabajadores vascos, un 530% más que un año antes. Del casi medio millón de trabajadores afectados, 214.213 trabajadores son de Bizkaia, 144.457 de Gipuzkoa y 95.414 de Álava. Sólo en diciembre se presentaron un total de 123 conflictos colectivos para su resolución que afectaban a 16.830 trabajadores vascos. Las huelgas tampoco van a la zaga. El CRL detectó un incremento del número de huelgas en 2013 pese a que los datos no incluyen los correspondientes a la huelga general de mayo, ni los relativos a las huelgas de los meses de noviembre y diciembre presentadas ante el Ministerio de Empleo. En total 331 huelgas, casi una al día y el 19 % más respecto a un año antes. En dichas huelgas, participaron 36.506 trabajadores (un 69% más que un año antes) y se dejaron de trabajar 139.001 jornadas (con un 6% de variación interanual). La conflictividad, y el bloqueo de las relaciones laborales son las principales causas que utilizan los empresarios para empezar a desviar las de momento escasas inversiones que pueden hacer a otras comunidades autónomas.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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