Misteriosa desaparición del PP andaluz
Parece haber sido borrado del mapa de un plumazo y entregado a una sociedad administradora con sede en Madrid
La situación que vive el PP en Andalucía es demencial. No es que carezca de un candidato sino de una mínima dirección política, una orientación común o unos portavoces que concierten sus intervenciones. Así han calificado algunos comentaristas afines al PP la situación actual de la organización andaluza: “pollo sin cabeza”, “farsa”, “estúpido espectáculo”, “chapuza” y “caos”.
Cualquier fuerza política puede atravesar un periodo delicado, pero lo que destaca en el caso del PP de Andalucía es que parece haber sido borrado del mapa de un plumazo y entregado a una sociedad administradora con sede en Madrid. Con el trabajo que le costó al PP aprender a cantar el himno de Andalucía, real y metafóricamente hablando, su forma de abordar esta crisis está dilapidando el escaso bagaje andaluz conseguido a duras penas.
Ya no hay partido andaluz, hay una clara franquicia que se administra desde el exterior. Los andaluces han sido ninguneados en todo este proceso y la iniciativa, la resolución del problema depende sólo y exclusivamente de su dirección central.
Tampoco existe el concepto de organización como un colectivo que ejerce su soberanía. El derecho a decidir, en este caso, no sólo está residenciado en Madrid sino que se encuentra personalizado en la figura de Rajoy, que ni siquiera comparece en plasma ante sus militantes andaluces. Dicen que en las últimas semanas se le ha escuchado exclamar: “A mí nadie me marca ni los plazos, ni los tiempos, ni las personas”. No es dedazo, no; es algo más cercano a la voluntad divina.
También ha quedado muy clara la prioridad que tiene Andalucía en la agenda del omnímodo presidente del PP: absolutamente ninguna. Es un molesto asunto que se puede postergar sin coste alguno, aunque ello suponga someter a la agonía a una organización completa y a un calvario a los posibles candidatos. El más citado, José Luis Sanz, es un novio compuesto y continuamente desairado por la dirección estatal (y única) del PP. “Paciencia, José Luis”, le recomienda un desubicado Zoido que no sabe ya muy bien desde qué cargo habla.
El provincianismo y provincialismo de la derecha andaluza, que había sido uno de sus mayores problemas para ser una fuerza andaluza, han vuelto a expresarse con enorme virulencia. Los proyectos localistas, el afán de competencia y la suicida confrontación de Málaga con Sevilla, vuelven a ocupar el lugar de honor en la agenda del PP y en las demandas de sus direcciones. Al mismo tiempo, empieza a desvanecerse la fuerza municipalista que le hizo arrasar en las últimas elecciones locales, donde consiguió gobernar la práctica totalidad de los grandes Ayuntamientos andaluces.
Además Andalucía, sin sustancia propia, sin líderes ni discurso, es hoy el terreno de juego de las baronías del PP y del juego de ajedrez de Cospedal, Soraya, Arenas o el propio Mariano Rajoy, al que le encanta neutralizar cada reino de taifa con dos visires que agoten sus esfuerzos en sus pugnas particulares y lleguen exhaustos a las arenas del poder. Cospedal se la juega si finalmente no consigue que José Luis Sanz sea elegido, pero Arenas se juega el ser o la nada en el equipo de dirección.
La excentricidad de que Javier Arenas permanezca en el Parlamento de Andalucía sin función alguna se revela ahora como una jugada intencionada. El líder de la derecha andaluza no se resigna a perder su territorio y está viviendo este periodo como una retirada estratégica temporal. Sus seguidores consideran que el PP Andaluz es creación de Javier Arenas y que sin él carece de sentido. Su pretensión no es tanto decidir el cabeza de cartel del PP en Andalucía, sino el equipo que controlará el partido en los próximos tiempos. Sobre todo, porque el escenario que se dibuja no es el del éxito, sino el de una derrota que da por descontada. Con este panorama, lo importante es controlar el día después del fracaso electoral y colocarse nuevamente en el centro del escenario. ¿Soportará José Luis Sanz estas exigencias? Rajoy mira con indiferencia. Nunca han cantado bien el himno de Andalucía, pero ahora desafinan en todas las notas.
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