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La negra palidez de Georgie Fame

El músico británico, institución del ‘rhythm and blues’ y el jazz vocal de su país, exhibe el jueves en Madrid su más de medio siglo de carrera

Georgie Fame, en un concierto en Londres en 2011.
Georgie Fame, en un concierto en Londres en 2011.c brandon (redferns)

“Un pequeño gran drama”. No encuentra Georgie Fame (Leigh, Lancashire, 1943) otra definición para los días previos a su concierto de este jueves en el Teatro Lara, proyectado como asunto de familia: “Mi hijo Tristan se rompió ayer una mano en un accidente de coche y no podrá manejar la guitarra en cuatro semanas. Y mi hijo Jason se queda en Londres porque toca en un nuevo musical en el West End”. Así que ausente la grey, sustituirá al primero el veterano Jim Mullen y al segundo su propio profesor a las baquetas, Ralph Salmins, “el batería más solicitado del Reino Unido”, según Fame. “Los chicos viejos estaremos en Madrid”, bromea el longevo estandarte británico de los sonidos negros.

El cantante y organista regresa a una capital cuya escena conoce en distintos ámbitos: “La última vez actué formando parte de los Rhythm Kings de Bill Wyman, y luego me pasé por el Café Central para acompañar en una jam session a mi amigo Ben Sidran, que estaba allí programado”, rememora. O lo que es lo mismo, rhythm and blues con la banda del ex Rolling Stone y jazz junto a otro mago, como él, del teclado. Los dos géneros que vertebran la obra de Fame, fuentes de su repertorio ante el público madrileño: “Voy a plasmar mi vida, todo lo que ha sido importante: Fats Domino, Ray Charles, Mose Allison, algo de Chet Baker, de Count Basie, quizá Moondance de Van Morrison…y algunas mías”.

Resulta llamativo que el álbum más reciente de Fame, Lost in a lover’s dream, prescinda de las teclas, básicas en su identidad. Su voz aparece solo apoyada en la guitarra y el bajo de dos instrumentistas balcánicos. “Ya sé que no sirve para bailar y que no hará gracia a algunos de mis fans, pero era algo que nunca había hecho”. El disco incluye el clásico Cry like a river: “De las primeras cosas que escuché al llegar a Londres con 15 años, la versión de Julie London con ese tipo de acompañamiento. El proyecto parte de dicho recuerdo”.

En los años sesenta compuso temas que fueron números uno de ventas

Ojo a la precocidad del músico nacido como Clive Powell (“lo de apellidarme Fama fue una estupidez de mi primer mánager en tiempos en los que los nombres se ponían como en Hollywood”). A los 16, Fame ya acompañaba a Billy Fury, uno de los roqueros de las islas inspirados por Elvis. Y ejercía de pianista en la primera gira británica de Gene Vincent (“su pierna maltrecha no le permitía ser tan salvaje como su leyenda”) y Eddie Cochran, “que era un artista superior y fue el que nos descubrió con sus versiones a Ray Charles, antes de matarse en coche al final del tour”. Esa prédica de la música negra alcanzaba también a los grupos emergentes: “Los Beatles estaban entre el público cuando toqué con Cochran en Liverpool. Yo los vi actuar después en mi pueblo, vestidos de cuero negro: los gritos de las chicas anunciaban su éxito”.

Ya como líder de los Blue Flames, Georgie impulsó su carrera desde el club Flamingo del Soho, donde ejercían de banda residente. Y allí descubrió su inseparable órgano Hammond: “Cuando unos soldados estadounidenses me pasaron una copia de Green Onions, el instrumental soul de Booker T. & the MG’s. Al local acudían también jamaicanos. De hecho, mi primera grabación con el Hammond recién comprado fue en un disco de la estrella del ska Prince Buster”.

Durante casi una década, fue teclista en directo de Van Morrison

Fame ha conocido de todo antes de su actual estado de culto: años oscuros entre los setenta y los ochenta o integrarse en bandas como la de Van Morrison en los noventa. Pero puede presumir de tres números uno sesenteros. Especialmente de su célebre Yeh yeh, con origen en el latin soul: “La compuso el pianista de Mongo Santamaría para él, y luego uno de mis ídolos, Jon Hendricks, hizo una versión más acelerada y con letra. La mía es aún más rápida. Y la posterior de Matt Bianco tampoco estaba mal”. ¿Las otras dos cumbres? Getaway, escrita por Fame “para una marca de gasolina”, y The ballad of Bonnie and Clyde, “una canción pop de laboratorio”. El autor de la segunda, Mitch Murray, hasta publicó un libro sobre cómo fabricar hits. “Lo suyo era una fórmula, una ciencia. Yo en cambio escribo lo que me sale del alma: en mi próximo álbum con los actuales Blue Flames [septeto que incluye a sus hijos] firmo un blues a propósito de mi diario”.

Y Fame se explaya: “Lo mío pasa por la experiencia, no todos podemos ser compositores naturales como Lennon o McCartney. Al principio, recibía presiones interesadas de representantes y sellos para componer mis propios temas. Pero yo solo estoy feliz con lo que he escrito en los últimos diez o veinte años”. Más extremos del pasado: su breve y “demasiado comercial” entente pop con Alan Price o la gira de veinteañero en la orquesta de Count Basie, que se había fijado en el primer disco de Georgie con big band, Sound venture, reconocido como influencia por Elvis Costello. “Siempre ha tenido buen gusto. Y a mí lo que me motiva es seguir tocando mientras la gente quiera compartir conmigo la emoción de la música”.

Georgie Fame actúa el jueves 6 de febrero en el Teatro Lara, dentro del ciclo Leyendas con Estrella, 22:30. De 22 a 25 euros.

Alrededor de los genios

Georgie Fame concluyó en 1998 casi una década como teclista en directo y en estudio de Van Morrison. “Nunca fui su director musical, lo es él mismo. Su reputación tiene más que ver con la prensa: no tuve un problema con él y seguimos siendo amigos. Acabamos de grabar un dúo para su próximo álbum”.

Junto a Morrison y Ben Sidran, Fame registró un disco de tributo a Mose Allison, con la propia intervención de este: "Uno de los artistas más importantes de este siglo, el pasado y el próximo. En su campo del jazz, para mí tanto como Dylan". Otro héroe, el mítico compositor Hoagy Carmichael, autor de Stardust o Georgia on my mind, se dejó convencer también para un cameo en el álbum donde Fame abordaba sus canciones. "Tenía ya 81 años, pero pude charlar con él en su mansión durante tres horas. Toda una universidad de la vida".

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