Luz en la plaza de la crisis
La Plaza de España, con la mayoría de sus edificios desocupados ve luz al final del túnel Varios proyectos hoteleros, entre ellos uno de Foster y Lamela, tratarán de recuperar la actividad
Todo el mundo sabe que los vientos siempre han soplado fuerte en la Plaza de España. Los grandes edificios situados al final de la Gran Vía crean unas extrañas corrientes y los peatones cruzan la zona como el que pasa por un túnel de viento. El lugar se ha hecho más inhóspito en los últimos años. La mayoría de sus edificios están vacíos desde el inicio de la crisis. Es una plaza hueca, sin alma.
“Es un espacio obsoleto”, afirma el decano de Colegio de Arquitectos de Madrid, José Antonio Granero. Idea que confirman los dos vendedores de Castañas Asadas Plaza de España. Después de 17 años trabajando en la misma esquina solo tienen dos palabras para describir el paisaje: “Una pena”.
El centro de esa desdicha no es la escultura de don Quijote y Sancho Panza que corona la plaza sino el edificio que reina en el conjunto, el Edificio España, una mole cuya historia es la historia de un sueño convertido en pesadilla. Fue el primer gran rascacielos del país, 117 metros de altura que pretendían acercar el cielo de la capital del régimen al de las grandes urbes americanas. La obra, de los arquitectos donostiarras Joaquín y Julián Otamendi Machimbarrena, se terminó en 1953 y fue el sello con el que el franquismo quiso imprimir a la ciudad la grandiosidad que esperaba de la capital del país. El edificio aunaba la arquitectura de posguerra con los rascacielos americanos para que todo el conjunto se convirtiera en una gran ciudad de hormigón, ladrillo y piedra caliza. El Hotel Crowne Plaza fue la imagen reconocible de todo eso. Sus habitaciones y su vestíbulo salían en películas y los madrileños acudían a la piscina de su terraza en busca de las mejores vistas de Madrid.
El esplendor fue apagándose lentamente hasta desaparecer por completo en el año 2005. Metrovacesa vendió el edificio por 400 millones de euros al Banco Santander. La entidad lleva desde entonces tratando de venderlo. Durante años, el inmueble fue la estrella del Banif Inmobiliario, un fondo del banco que cerró en plena crisis por falta de liquidez y que está siendo investigado por la Justicia.
Un proyecto de 2007 quiso resucitar el hotel y las viviendas. Se llegó a remodelar la fachada y se tiraron tabiques, muros y escayolas para la obra. Pero la crisis paralizó los planes y el Santander tuvo que buscar nuevamente alguien que se interesara por el edificio. Varios inversores internacionales se interesaron por él, pero todos acababan desechando la idea: era demasiado caro y no aparecía una idea que diera usos a la totalidad del inmueble.
“El edificio es como un termómetro de la economía, es emblemático”, señalaba hace unas semanas a este diario Giuliano Gasparini, vicepresidente de la consultora inmobiliaria Jones Lang Lasalle España. “Es difícil valorarlo. Un edificio vale lo que pueda generar en el futuro. Debe tener un uso mixto y ha de ser innovador. Rehabilitarlo cuesta muchísimo dinero. Cuando se haga algo ahí, será que hemos salido de la crisis”, concluía Gasparini.
Las palabras del consultor resultan ahora premonitorias. Ya hay un proyecto sobre la mesa y reúne algunas de las condiciones que señalaba el experto. El Banco Santander planea derribar las viejas estructuras y mantener la fachada principal para construir un nuevo hotel de lujo de 28 plantas, comercios y viviendas solo accesibles para gente de mucho dinero. Los estudios de arquitectura Foster and Partners y Lamela Arquitectos serán quienes materialicen ese proyecto cuya propuesta ha sido ya enviada al Ayuntamiento de Madrid. No se sabe todavía quién será la empresa que se haga cargo del hotel.
Mientras eso llega, el edificio sigue ahí vacío, generando preguntas a quienes pasan por sus aceras y provocando la mirada de los curiosos hacia sus ventanas y puertas, a ver si son capaces de descubrir alguno de los misterios que encierra. Para muchos es solo un telón, un edificio singular que da la sensación de que uno está en un decorado que esconde las auténticas calles de la zona.
Esa idea de escenario de cartón piedra volvió a resurgir en Buenos Aires, durante la presentación de la candidatura olímpica de Madrid. El último vídeo promocional, una traca de fuegos artificiales, deportistas de élite y madrileños voluntarios haciendo gala del supuesto poderío de la ciudad, tenía como gran protagonista, como monumento central de todo su despliegue, al pobre Edificio España. Un edificio fantasma para anunciar una candidatura fantasma. En la red social Twitter el revuelo fue inmediato. Algunos incluso usaron el hashtag #GhotanCity2020, el nombre de la oscura y corrupta ciudad de Batman y el Joker.
Si el proyecto de Foster y Lamela llega a buen puerto, el inmueble volverá al mundo de los edificios vivos en unos años y se encontrará con un montón de hoteles alrededor. La plaza de España, ese agujero negro de la ciudad, donde todo lo que la rodeaba estaba vacío, empieza a ver la luz al final del túnel. Además de los planes para el Edificio España, también hay nuevos proyectos. La Torre Madrid, de la inmobiliaria Metrovacesa, ya alberga algunas viviendas de lujo y si todo sale según lo previsto, también se construirá en su interior un hotel de cinco estrellas. Las máquinas ya han empezado a trabajar en los números 3, 4 y 5 de la plaza, edificios hasta hace poco okupados, donde VP Hoteles levantará un hotel de cuatro estrellas. La misma suerte correrá el edificio número 8, la antigua Compañía Asturiana de Minas, un edificio del XIX que también será hotel.
En total, sumadas a las habitaciones previstas para el Edificio España, la nueva plaza de España albergaría unas 1.000 plazas hoteleras. Aún queda mucho para ver si eso recupera el esplendor de la zona y si se dejan atrás los años en los que las plazas estaban muertas y los edificios, vacíos y sin uso, eran una metáfora de España.
Polémica por un documental sobre el Edificio España
Un documental sobre el proceso de demolición interior que vivió el Edificio España entre 2007 y 2008 es el último testigo de los cambios en el inmueble. Pero el documental, un trabajo que recoge las labores de desescombro durante un año, realizadas cuando se iba a reformar el edificio, se ha convertido en un enigma a la altura del hoy fantasmal edificio madrileño.
Dirigida por Víctor Moreno, la película solo alcanzó a proyectarse en algunos festivales (San Sebastián, BAFICI de Buenos Aires, DocumentaMadrid y DocLisboa) antes de que los dueños del edificio, el Grupo Santander, vetaran su proyección por considerar que su contenido incidía en el proceso de comercialización del edificio, según adelantó este viernes el medio eldiario.es.
Antes de filmar en el edificio, Moreno había obtenido un permiso del Banco Santander. Para ello firmó un contrato en el que el banco se reservaba el derecho de vetar el filme si considera que afectaba a su imagen o a sus intereses. El director accedió, pues su intención era simplemente mostrar el final de un edificio. En las imágenes que grabó no hay ninguna mención al banco o a su gestión.
El Santander intentó llegar a un acuerdo con Moreno que implicaba cambiar la película en varios puntos. Entre ellos, cortar alusiones al régimen de Franco o a la situación inmobiliaria.
Además, se atribuían el derecho de autorizar la exhibición según el foro y la sala y que él no hablara de la situación por la que había pasado la película. Moreno no aceptó y la película no se llegó a proyectar en la Casa Encendida o el Reina Sofía, pese a estar anunciada. Desde entonces el director ha contenido la respiración pese a tener el apoyo de un gran número de cineastas españoles e internacionales que conocen el caso y lo consideran un grave atropello.
Este periódico se ha puesto en contacto con el Banco Santander para pedirle su versión del caso. El banco prefirió no hacer comentarios.
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