“Aborté en Londres y volverá mi hija”
Cerca de 500 personas protestan en Valencia contra la modificación de la ley
“¡Señor ministro de Injusticia y Represión desde aquí y para siempre te daremos una lección!”, maldecía ayer un coro de brujas vestidas de negro en la Plaza de la Virgen de Valencia. Cerca de 500 personas asistían al simulacro de aquelarre convocado por la Coordinadora pel Dret a Decidir contra la ley del aborto propuesta por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Mientras las brujas danzaban en círculo, simulaban hervir en un caldero un muñeco con la cara de Rita Barberá.
“Fui a Londres a abortar y volveré con mi hija”, decía la pancarta que Dolors (69 años) llevaba pegada a la mochila. En 1980 se quedó embarazada del que hubiera sido su segundo hijo. Pero decidió abortar. Se fue con una amiga a Londres mientras su marido cuidaba de su hijo pequeño en casa. “Costaba cerca de 20.000 pesetas el viaje y el aborto. Fui un fin de semana. Las clínicas allí estaban perfectamente preparadas para acoger a las españolas que iban igual que yo”, explicaba en la concentración. Sus padres nunca lo supieron, tampoco sus compañeros de trabajo.
“Teníamos una red informativa y si no tenías dinero para el viaje, había una caja de resistencia para pagar el viaje a las que no podían”. Para Dolors la nueva ley del aborto es una ofensa y un ataque directo a su dignidad.
Las mujeres temen que se ponga en riesgo la salud con abortos clandestinos
“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”, decía una pancarta. Ángela (67 años) abortó hace 33 años. No necesitó salir de España. Un jueves santo su marido y ella fueron a casa de un médico amigo para que le asistiera. No quiere que se ponga en riesgo la salud por limitar el derecho a abortar. “Mi suegra abortó en una casa y estuvo muchos años enferma después porque no lo hizo en condiciones”, relataba.
Explica que la mujer no necesita un psiquiatra para decidir abortar. “Creo que no tengo por qué explicar por qué aborté. Decidí abortar porque sencillamente no quería tener un hijo más”. Para ella “es ilógico el planteamiento de la ley porque con dinero siempre se ha conseguido lo que ha querido”.
Un grupo de hombres jóvenes portaba pancartas por el derecho a decidir. “Tenemos derecho a decidir si queremos o no tener un hijo”, decía Ismael (20 años). Aunque físicamente no vaya a quedarse embarazada, Ismael explicaba que quiere poder tener con su pareja un control sobre su descendencia.
“No queremos que la gente vaya abortando por ahí”, decía Miguel (18 años). Los jóvenes no entienden cómo una ley que pretende proteger la vida “abandona” a las familias a su suerte y critican la falta de ayudas. “Quieren respetar el derecho a la vida hasta que naces. Luego ya da igual si te mueres de hambre”.
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