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Un almacén visitable mostrará una colección de lápidas

El centro abre al público un recinto diseñado para mostrar 28 piezas, de las 133 de sus fondos

El País
De izquierda a derecha, la directora del Museo San Telmo, Susana Soto; la exconcejal de Cultura, Nerea Txapartegi, y el investigador Juan Carlos Mora, ante dos de las lápidas expuestas.
De izquierda a derecha, la directora del Museo San Telmo, Susana Soto; la exconcejal de Cultura, Nerea Txapartegi, y el investigador Juan Carlos Mora, ante dos de las lápidas expuestas.

El Museo San Telmo ha abierto al público un almacén en el que muestra una selección de su colección de lápidas. El espacio, con un mueble diseñado para salvar las dificultades arquitectónicas, exhibe 28 de las 133 lápidas de los fondos del museo. 

En el año 2009, tres investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi (Miren García Dalmau, Alfredo Moraza y Juan Carlos Mora) realizaron el estudio de todas las lápidas de la colección de San Telmo. Las lápidas son muy similares entre sí, a pesar que de algunas no se dispone más que de reducidos fragmentos. Todas ellas están ejecutadas mediante grandes losas de piedra de forma rectangular y labradas muy toscamente, con el nombre del titular o titulares de la sepultura o el nombre de la casa a la que pertenecían inscrito en la superficie.

El trabajo recogía que del conjunto de 133 piezas solo 14 arrojaban datos sobre un posible contexto económico y social de las personas inscritas en las mismas, y de estas había siete cuyos propietarios pudieron ser relevantes en el entramado social tanto donostiarra como guipuzcoano.

Su procedencia no puede determinarse con claridad en todos los casos. Buena parte proceden de las iglesias donostiarras de Santa Maria y San Vicente, recogidas en las reformas realizadas en 1912 y 1969, respectivamente. Solo ocho lápidas de la colección proporcionan directamente la fecha de su labra inscrita en la pieza, si bien de alguna otra se puede inferir a través de la documentación la fecha de su ejecución. Casi todas ellas están datadas en el siglo XVIII, cuando se registró un cambio general de la organización del espacio de enterramiento intraeclesiástico, 

La función de estas lápidas era señalar la disposición de las sepulturas habilitadas en el interior de las iglesias. Generalmente estas lápidas estaban relacionadas con un grupo familiar o casa específica, y su posesión fue considerada durante la Edad Moderna todo un signo de prestigio social, y por tanto los vecinos intentaban detentar la propiedad de una o varias sepulturas dentro de la iglesia a pesar que las normativas eclesiásticas de la época lo prohibían claramente.

Las lápidas carecían en su inmensa mayoría de recursos decorativos, a excepción de un pequeño grupo cuyos motivos eran bastante sencillos y reducidos a bandas dentadas, motivos vegetales o geométricos o escudos heráldicos.

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