Un premio para la cara de los gays rusos
La directora del Festival de San Petesburgo agradece el apoyo a su defensa de los homosexuales
El Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas Gay-Lesbo-Trans de Bilbao, Zinegoak, ha distinguido a su certamen hermano de San Petersburgo con su premio honorífico por su lucha en favor de los derechos de los homosexuales en Rusia ante las restricciones legales que el colectivo tiene en este país. La directora de Bok o Bok, el festival internacional de cine lésbico, gay, bisexual y transexual de San Petesburgo, Tanya Shmankevich, recoge este lunes en Bilbao el galardón en la gala inaugural de la XI edición de Zinegoak, en la que se van a proyectar 85 películas.
El director de Zinegoak, Pau Guillén, ha asegurado que el festival de San Petersburgo es la "cara visible" del movimiento gay en Rusia, pero que tras él, hay "mucho trabajo" en apoyo de los derechos de este colectivo. Shmankevich ha agradecido el reconocimiento del Zinegoak para seguir reivindicando la libertad de los homosexuales. "Sería muy difícil si no supiéramos que hay mucha gente fuera que nos apoya", ha subrayado la directora ante las trabas legales.
Shmankevich ha explicado que con la nueva legislación impulsada por la presidente ruso, Vladímir Putin, han aumentado las dificultades para llevar a cabo el festival de cine gay porque no especifica qué es propaganda homosexual y por lo tanto, "cualquier cosa" puede considerarse ilegal. Ha comentado que para eludir multas de gran cuantía, han tenido que tomar medidas como indicar en los catálogos del festival que es para mayores de 18 años y comprobar antes de cada sesión que todos los asistentes son mayores de edad.
"En cuanto a los catálogos o carteles del festival, no pueden aparecer imágenes explícitas y tampoco podemos distribuirlos en cualquier lado porque nos exponemos a grandes multas", ha añadido Shmankevich. Ha dicho que "ahora" también supone un trabajo "arduo" encontrar sedes para las proyecciones, porque algunas salas "tienen miedo" de ser sancionadas y que algunos medios de comunicación rusos no se atreven a informar del festival porque no saben donde está el limite legal de lo que puede considerarse propaganda.
En opinión de la directora, la ley se ha aprobado por un "desconocimiento" sobre las relaciones homosexuales y de su falta de libertad, "que es algo que no entra dentro del proyecto ruso donde todo el mundo tiene que estar encasillado". Ha recordado que en la última edición del festival, celebrada el pasado mes de noviembre, tuvieron cinco avisos de bombas y que aún así, el público siguió asistiendo a las proyecciones, aunque en ocasiones tuvieran que esperar hasta dos horas para entrar en las salas. "No sabemos hasta que punto era por ver las películas o si en realidad se trataba más de una reivindicación", ha comentado.
Shmankevich ha subrayado que el festival debe seguir desarrollándose porque la imagen del colectivo gay está "muy distorsionada" en Rusia y porque se ha convertido en un "espacio" para resolver dudas, sobre todo las relacionadas con la "homofobia interna". A pesar de los últimos acontecimientos, se siente optimista de cara a la normalización del colectivo y ha asegurado que la imagen de "muchos" países europeos es "muy inspiradora", ya que hace 40 o 50 años tampoco estaban aceptadas socialmente las relaciones homosexuales y les sirven como "modelos a seguir".
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