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danza-teatro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Psicología cañí

El Colectivo Diosloscría presenta 'Yo no soy esa', que está más cerca de la performance

El ciclo Ellos y ellas bailan… o no ya ha tenido en la iniciativa de DT cuatro ediciones en dos años y, en cierto sentido, es un cajón de sastre bien intencionado que canaliza la visibilidad de una serie de productos escénicos fronterizos. Yo no soy esa está más cerca de la performance con objetos: vídeo, conexión a Google.

Se trata de un ensayo doméstico que trata sobre cierta atmósfera también doméstica y su estética se debate entre el camp y el retro-cañí. No hay otra manera de describirlo. La acción abre boca con un filmado-encuesta a pregunta única: “¿por qué soy un ignorante?”. Pero las bailarinas-actrices, que aparecen elegantemente vestidas y transformadas en su “otro yo”, contraponen personalidades de juego (poli malo, poli distraído) con discursos reivindicativos y de búsqueda: quieren ser sencillamente otras.

YO NO SOY ESA

Colectivo Diosloscría. Intérpretes: Lavinia Hervás y Olga Blanco; Concepto visual: Ian Gehlhaar; Asistente: David Franch. Sala DT Espacio Escénico. Hasta el 11 de enero.

La mesa técnica que aloja proyector y ordenador guarda una sorpresa, su propia magia: al darle la vuelta es una casa de muñeca con recortables, pequeños personajes que dan relato y que son sacrificados (el cartón se rompe agresivamente: la crueldad infantil es también adulta). En esa desnudez de los focos, Lavinia y Olga insisten en buscarse una suplencia, quieren trasmitir un humor coloquial y cercano: “Una vez tuve un accidente y yo sé que no fue culpa mía, pero los psicoanalistas dicen que todo es culpa tuya”.

De ahí a la catarsis discotequera y febril, el cambio de piel provocando una cierta interactuación con el público: “¿Os parece que soy bella, estoy buena o muy buena?”. Dos mujeres abatidas que se meriendan al público en su búsqueda, sometiendo el desdoblamiento de identidad a un espejo que es la grada, un juego nada inocente: el drama dentro de la casa de muñecas es también el de ellas, puede parecer otro, pero es el mismo. Al final, llueven dentro del recinto de juguete lagartos, cocodrilos serpientes, un íncubo infernal, pues la búsqueda desató los demonios.

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