Suspiro de alivio contenido
Economistas y sindicatos coinciden en que Banesco era la mejor opción para mantener NCG
Es como cuando un paciente dolorido suelta un suspiro de alivio al recibir la primera dosis de un medicamento prescrito hace tiempo, pero sigue conteniendo la respiración a la espera de comprobar que el remedio no sea peor que la enfermedad, sino el que lo sane definitivamente. El símil utilizado por un empleado de Novagalicia Banco (NCG) resume la reacción mayoritaria de la plantilla y de varios economistas consultados ante la adjudicación de la entidad al venezolano Banesco. En un proceso muy criticado, lleno de partes oscuras y resuelto con unas prisas que muchos consideran injustificadas, el resultado de la subasta es el “menos malo” en el contexto actual. O incluso el mejor entre las otras ofertas existentes, un gran banco español o un fondo de inversión extranjero.
La galleguidad y la proximidad tan necesarias para facilitar la reclamada concesión de créditos a familias y empresas está garantizada en principio con Banesco, a juicio de los analistas consultados por este diario. Coinciden en dar por sentado que no se deslocalizará “la sede y la obra social, así como el empleo” de la entidad nacida de la ruina de las cajas gallegas y que, con dos millones de cuentas bancarias y una fidelidad de su clientela casi a prueba de bomba —a pesar de la estafa de las preferentes o de las millonarias indemnizaciones de sus exdirectivos— sigue representando el 40% del ahorro gallego. Novagalicia Banco será de capital foráneo, pero seguirá siendo tan gallego como hasta ahora, vaticina Santiago Lago, catedrático de Economía Aplicada de la Universidade de Vigo, al igual que lo es el grupo telefónico R, propiedad de un fondo británico pero radicado a todos los efectos en su comunidad de origen, o incluso el francés Citroën a través de su estratégica fábrica viguesa.
El mejor ejemplo, según los economistas, está en lo ocurrido con el Banco Etcheverría desde su venta, hace justo un año, a Banesco. “Nunca se planteó sacarlo de A Coruña, sino todo lo contrario, intentar desde aquí crecer en España y Europa con una agresiva y ambiciosa expansión, al igual que hacen otros grandes como Inditex”, apunta Venancio Salcines, profesor de Mercados Financieros en la Universidad coruñesa.
El nuevo dueño venezolano de Novagalicia Banco, “colgado de un holding con domicilio social en Madrid, no parece tener mucho riesgo por su país de origen”, añade Luis Caramés, catedrático de Economía Aplicada de la Universidade de Santiago. Y su entrada, saluda, “reduce el riesgo de incremento del grado de oligopolio en el sistema financiero” español. Impera la opinión de que muchísimo peor hubiera sido que ganara la subasta una de las ofertas españolas, léase el Banco Santander, CaixaBank o el BBVA. Unánimes son las críticas contra la gran banca por pretender comprar la entidad gallega nacionalizada casi de balde, “con ofertas relativamente cicateras”, califica Caramés, y muy por debajo de los precios del mercado y del valor contable real, añade Salcines. “En un mundo financiero globalizado, el que la banca española quiera un trato privilegiado en una puja nacional es comprensible, pero poco admisible”, añade el catedrático de Santiago. Y que al bolsillo de todos los contribuyentes españoles le haya costado tanto esta compraventa, ya que el Estado solo recuperará 1.003 millones de euros de un total de 9.000 millones inyectados en Novagalicia al nacionalizarla para su saneamiento, no es culpa de Banesco. Su presidente, Juan Carlos Escotet, “se encontró con un país, España, acostumbrado a que se le regale a los bancos”, exclama Venancio Salcines.
En todo caso, es el Estado el que debe explicar esas prisas por vender —tenía margen de Bruselas hasta 2017— un banco que empezaba a recuperarse de pérdidas terribles y cuyo precio habría sido mucho mayor con el tiempo. Al FROB, coincide Caramés, “se le hacía muy cuesta arriba tomar una decisión diferente de la asumida”. Y mejor así, aplauden los analistas y también los sindicatos, porque de recaer en una gran entidad española, a Novagalicia le esperaba el mismo futuro que a otro exgrande del sistema financiero gallego, el Banco Pastor, desde su compra reciente por el Popular: cierre de oficinas, despidos, conversión en “una delegación de un nacional”. “Está habiendo una enorme centralización del poder financiero en España”, alerta Lago. Un proceso alentado por el Estado y también por el recelo de Madrid, tanto económico como político, ante el enorme poder y capacidad financiera que las antiguas cajas de ahorro otorgaban a los gobiernos de las comunidades autónomas. Con la elección de Banesco, a la inversa de lo ocurría con un gran banco español, “la toma de decisiones se queda en Galicia”, afirma el catedrático de Vigo.
No solo dos de los hombres más próximos a Escotet en la cúpula del banco venezolano son gallegos, sino que con el Etcheverría, Banesco lleva un año “pescando gente nuestra”, dice José Ramón del Pliego, de UGT en Novagalicia, así como directivos procedentes del antiguo Pastor. Y demuestra, dicen los analistas, las ganas del nuevo dueño de la entidad gallega de “querer legitimarse y triunfar en su tierra lejana de origen”, en palabras de Caramés. Aún debe demostrar “que no son especuladores y que se implicarán con el tejido empresarial de Galicia y sus familias”. Pero ya es una buena señal su interés por participar y ganar para “hacerse con un banco que le supera en dimensión, muy bien gestionado y con unos trabajadores formados, que conocen la idiosincrasia de aquí”.
Todo lo contrario del capital gallego, como las grandes fortunas individuales aquí concentradas, que eludieron por completo, critican los analistas consultados, pujar por Novagalicia. En este punto, Caramés alaba el, en su opinión, buen hacer “de la conducción estratégica de la actual dirección”, capitaneada por José María Castellano. “Pasamos de un escenario de pérdida a uno esperanzador”, resume Salcines. “Nos da un margen de tranquilidad", coinciden en el comité de empresa, que no espera “un gran golpe” en la plantilla ya duramente recortada desde la fusión de las antiguas cajas. Los sindicatos se declaran esperanzados, pero todavía en compás de espera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.