Panorámica de Daniel Abreu
La coreografía ‘Perro’, estrenada en 2006, no ha envejecido nada
La sala Cuarta Pared, donde el bailarín y coreógrafo canario Daniel Abreu es residente con su compañía, lo acoge hasta el día 18 en una emergente retrospectiva de sus muy valorados trabajos en solitario. Anoche se vio Perro, obra que estrenara en 2006 en El Canto de la Cabra.
Es Abreu uno de nuestros valores generacionales más seguros y cuya evidente madurez y logros (en casa y en el extranjero) lo dice todo. En Perro hay una primera zona de contacto o complicidad, de puente tendido, no exento de un cierto gusto seductor. Introspectivo, pero no hermético, Daniel ha evolucionado como bailarín y como actor de danza. Su físico ha cambiado notablemente (para bien) y su código interpretativo y corporal es si se quiere más pausado y expuesto, más limpio. Su discurso mímico es transparente y lleno de sugerencias donde la secuencia adquiere peso argumental bajo el ardid de replicar el material fragmentariamente.
Lo llamativo es que Perro, aún en tendencia, no ha envejecido, nada resulta obsoleto o superado y eso se llama conciencia de repertorio. El cambio de escenario es importante tanto por la espacial como por la percepción perspectiva del espectador.
Perro
Coreografía, baile, luces y escenografía: Daniel Abreu. Música: Max Richter, Piano Magic y Skyphone. Sala Cuarta Pared. Hasta el 18 de diciembre.
El animal deja paso a un ser indefenso, la melancolía es casi sólida y el debate pasa de la horizontal a la vertical, del suelo al cielo. La sensibilidad para escoger la música y colocarla en la sección justa, la autenticidad que se respira es puro trabajo. El uso del objeto, por ejemplo (sus propios cuernos, el sueño fálico), es irónico y poético a la vez y algo muy importante. Este artista se ha ido desprendiendo de toda umbilicalidad y de sus naturales influencias hasta dotarse de propiedad y estilo, llegando a dominar su propio protocolo, su síntesis.
Hoy 17 se verá Un lugar donde sentarse a escuchar cómo se abren las hojas de los árboles y cierra el ciclo el miércoles 18 Cabeza, un trabajo que “surge desde el concepto de construcción-destrucción. Este biombo de tres hojas o tríptico de batientes es del todo recomendable: se le toma el pulso al creador y se puede ver en sus facetas plásticas.
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