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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El jazz como patrimonio cultural

El peso del jazz valenciano y la importancia de estos fondos han estado en el origen del congreso

La música de jazz desembarcó en Europa recién apagado el estruendo de la Primera Guerra Mundial. Primero apareció como una música de baile exótica y bulliciosa, cuya mejor embajadora en el viejo continente fue Josephine Baker. Baker popularizó el charlestón haciéndose acompañar por una orquesta de negros armados de saxofones, trompetas y percusiones. Londres, Berlín, París acogieron con entusiasmo los nuevos ritmos y sus promesas sensuales; también los lujosos casinos de San Sebastián y Santander, y enseguida Barcelona, Madrid y el resto de España. Incluso Valencia vivió una fiebre jazzística.

Desde entonces hasta nuestros días, el jazz ha sido una música muy importante en la historia cultural de nuestro país. El reciente congreso internacional El jazz en España, que se ha celebrado en Valencia entre los días 28 y 30 de noviembre, organizado por CulturArts Generalitat Valenciana y la Fundación SGAE, ha venido a recordar el enorme peso del jazz en la configuración de nuestra moderna música popular en las ya lejanas décadas de 1920 y 1930, pero también la vigencia y riqueza del género en el momento presente, en un abanico estilístico que abarca desde el jazz flamenco hasta el hip hop.

A diferencia de lo que sucede con otras músicas del pasado a las que también se dedican congresos y estudios, el jazz está vivo, a muchos de sus artífices históricos los hemos conocido en activo y los jóvenes responsables de su resurgimiento con la llegada de la democracia se encuentran ahora en plena madurez artística. El estudio del jazz puede hacerse muchas veces hablando con sus propios protagonistas, un privilegio al alcance de pocos musicólogos.

Por otra parte, sin embargo, el jazz nació como música popular y en buena parte de sus manifestaciones lo sigue siendo: eso significa que no se ha construido a base de partituras, discos y libros, cuyo destino natural son las bibliotecas, sino en actuaciones en directo que habitualmente nadie grababa, publicitadas en boletines de cortas tiradas que se distribuían de forma artesanal o en carteles y folletos que al cabo de poco tiempo han acabado en las papeleras. En la era de internet, la red abunda en documentos sonoros e imágenes, aunque dispersas e inconstantes. Por otra parte, durante décadas la prensa española apenas se ha ocupado del jazz porque a sus ojos era una música poco relevante, sin carisma ni respetabilidad, y si lo ha hecho ha sido para hablar de sus aspectos más anecdóticos, o para comentar cuestiones relacionadas con los grandes nombres internacionales del género, pero sin reparar apenas en los músicos que iban construyendo la escena jazzística de nuestro país.

Todo esto significa que la documentación sobre nuestro jazz es, por su propia naturaleza, escasa, frágil y efímera, y que urge comenzar a recopilarla de manera sistemática, hablar con sus protagonistas, poner en marcha iniciativas de conservación en colaboración con los músicos o sus herederos, los aficionados, los productores discográficos, los medios de comunicación y el resto de agentes implicados. Hasta el momento no hay ningún centro en España que haya asumido explícitamente esta iniciativa, y aunque algunas importantes colecciones privadas ya están siendo custodiadas en instituciones públicas, falta un impulso coordinado de catalogación y estudio.

La Comunidad Valenciana es uno de los centros neurálgicos del jazz español desde la transición hasta la actualidad. Valencia acogió los primeros festivales importantes de la democracia y de aquí surgieron algunos de los grandes nombres de nuestro nuevo jazz. La afición entre nosotros a la música y las sinergias y puntos de encuentro entre las bandas de música y el jazz son sin duda razones de esta intensa actividad. A este propósito, CulturArts ha establecido recientemente un acuerdo de colaboración con la Fundación Ebbe Traberg para la custodia de sus documentos, que comprenden el legado del crítico de jazz Ebbe Traberg y otras importantes colecciones. Se trata de varios miles de libros, revistas, discos, grabaciones privadas, vídeos, carteles, folletos y documentación de otro tipo, en conjunto sin duda el fondo de jazz más relevante conservado en una biblioteca pública española.

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El peso del jazz valenciano y la importancia de estos fondos han estado en el origen de la convocatoria del congreso celebrado la semana pasada. Ahora, tanto la Generalitat, a través de CulturArts, como la Fundación SGAE, coorganizadores del congreso, en colaboración con la Universitat de València y la Universitat Politècnica de València, están decididos a dar continuidad a la iniciativa y a convertir nuestra ciudad en el punto de referencia de los estudios y la investigación sobre jazz en España. Otros países cercanos adoptaron iniciativas similares hace décadas. De este modo nuestro jazz, una de las músicas populares urbanas más activas y diversas del presente, puede adquirir por fin categoría de patrimonio cultural y recibir también en este ámbito la atención y reconocimiento que merece.

Jorge García es el codirector del Congreso Internacional Jazz en España. CulturArts-Música.

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