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EL PRIMER PLAN URBANÍSTICO DEL SIGLO XXI

Madrid, año 2024

Barrios con menos coches, grandes bulevares en la almendra central, un lavado de cara completo a Madrid Río y Méndez Álvaro, Villaverde convertido en Silicon Valley... Así sueña el Ayuntamiento la ciudad del futuro

Imagen aérea de la capital tomada desde un helicóptero en marzo del año pasado.
Imagen aérea de la capital tomada desde un helicóptero en marzo del año pasado. Álvaro García

Una ciudad es lo que hacen con ella sus habitantes. La ciudad pertenece a quienes caminan por sus calles, compran en sus tiendas, sacan la basura cada noche al volver a casa, viajan desde el extranjero para visitar sus museos, luchan por mantener sus empresas o vienen cada día de otros lugares a trabajar en ellas.

El mapa sobre el que se desarrollan esas actividades, el tablero de juego, lo dibuja una vez cada 10 ó 15 años el Ayuntamiento.

Lo llama Plan General de Ordenación Urbana, y en él plasma, sobre miles de páginas y en un lenguaje técnico a menudo indescifrable, cómo sueña la ciudad del futuro. Para bien o para mal.

El plan aprobado para la capital en 1997, por ejemplo, fundamentó una burbuja inmobiliaria cuyo estallido aún encoge la calidad de vida de los madrileños. Y uno de sus mayores logros según el Ayuntamiento, Madrid Río, ni siquiera formaba parte del plan.

A partir de un examen detallado de todo lo que salió mal entonces, y con el objetivo prioritario de recuperar el crecimiento económico, el gobierno municipal aprobó esta semana el avance del próximo plan general, que previsiblemente entrará en vigor en primavera de 2015. Según la edil de Urbanismo, Paz González, es un “plan liberalizador, que flexibiliza la tramitación urbanística que hoy nos atenaza”. Busca impulsar una ciudad “libre, sin corsés”, sin que eso suponga “desprotección o una ley de la selva”.

Todo lo que fue mal.

El plan general de 1997 (aprobado por el PP, que gobierna la ciudad desde hace 22 años) calculó que Madrid engordaría su población a costa de los municipios vecinos, así que decidió exprimir todo el suelo disponible, convirtiendo en urbanizable y casi exclusivamente residencial el doble de superficie de la que ocupa la almendra central (10.000 hectáreas). El diagnóstico realizado ahora por el Ayuntamiento es devastador: la oferta de viviendas supera con mucho la demanda, hay barrios enteros planificados (suman 200.000 pisos) que resultan inviables; y la actividad económica se fió a la construcción, ahora hundida, descuidando comercio e industria.

Paradójicamente, no se ha solventado el problema de acceso a la vivienda de gran parte de la población, debido al fuerte incremento de precios durante la burbuja.

El análisis municipal es claro: el principal obstáculo para la ciudad no es sólo la crisis económica sino también el plan general de 1997. Madrid ha ganado 390.000 habitantes en los últimos 15 años, pero se planearon 542.235 viviendas. Se quiso desincentivar sin éxito el uso del vehículo privado; hay barrios enteros sin escuelas, polideportivos y otras dotaciones públicas; los planes de rehabilitación del centro no funcionaron; y las zonas verdes se orillaron en favor, una vez más, del ladrillo.

Estrategias contra el automóvil

Tras estudiar todas las medidas existentes para reducir el tráfico, desde los peajes de entrada hasta el fomento del teletrabajo, el plan propone, entre otras acciones:

Crear barrios car-free, acordando con los ciudadanos que, a cambio de otros beneficios, renuncien voluntariamente bajo compromiso notarial al uso del coche.

Reducir el número de aparcamientos de rotación y para residentes, condicionar su existencia a la desaparición de plazas en la vía pública, y restringir su uso por parte de los trabajadores durante la jornada laboral.

Restringir las plazas de aparcamiento privado en edificios de viviendas y oficinas (ya se hace en Reino Unido y Holanda).

Dotar de atractivo a los desplazamientos a pie mediante medidas como promover fachadas con bordes que protejan a los viandantes del sol y de la lluvia.

Instalar aparcamientos para bicicletas en los intercambiadores de transporte, y obligar a que los bloques de viviendas cuenten con un número mínimo de plazas, como sucede con los coches.

Promocionar la instalación de vestuarios con duchas en los edificios de oficinas, con incentivos como eximirlos del cómputo global de superficie edificable.

Convertir las grandes avenidas en bulevares con árboles y vegetación, crear nuevos barrios de prioridad peatonal, promocionar los locales comerciales en planta baja abiertos a la calle, etcétera.

Una ciudad envejecida

El nuevo plan general ahora en tramitación resume sus objetivos en “reducir la desigualdad” entre distritos y barrios en materia de servicios y dotaciones, “impulsar una movilidad sostenible” y lograr una ciudad “con alta calidad de vida” que atraiga “nuevas actividades económicas conservando y potenciando sus señas de identidad”. “Hacer de Madrid una ciudad para las personas”, concluye.

Prevé que la población haya aumentado un 6% en 2020, con 200.000 habitantes más, pero anticipa una “preocupante pérdida de población joven” (100.000 personas menos de 25 a 34 años), lo que supondrá “un problema importante por pérdida de capital y recursos humanos”.

Piso o tienda, tienda y piso

Para recuperar la actividad económica, propone, entre otras medidas, fusionar el uso industrial y el uso terciario (hoteles, oficinas, comercio) del suelo en un solo tipo “de actividades económicas”.

Quiere además permitir usos comerciales en suelo residencial y viceversa, de forma que, teniendo siempre en cuenta el impacto sobre tráfico, ruido y necesidades vecinales, el Ayuntamiento deje de decretar lo que se puede hacer en un edificio para delimitar sólo lo que no se puede hacer. Todo lo demás estará permitido. El uso de un inmueble se podrá cambiar simplemente con una licencia, sin necesidad de elaborar un plan especial y dilatar los trámites administrativos hasta año y medio.

Las tres erres

Uno de cada cuatro madrileños vive en zonas en situación de desventaja social, ambiental y económica respecto a “los barrios centrales y más vitales”. Son 145 áreas “vulnerables”, con 2.300 hectáreas de superficie y 800.000 habitantes. El plan apuesta por la rehabilitación, regeneración y revitalización del tejido urbano, y pone el énfasis en la primera periferia (entre M-30 y M-40), donde mayor margen de maniobra prevé. Admite que precisará de la iniciativa privada (el Ayuntamiento eliminará en 2014 las ayudas a familias y comunidades de vecinos para rehabilitación), y propone fórmulas como ampliar la superficie edificable a cambio de mejoras arquitectónicas o de eficacia energética.

Menos PAU, más parque

El Ayuntamiento considera inviables los Programa de Actuación Urbanística de Villa de Vallecas y Vicálvaro, que prevén 130.000 viviendas, y “está abierto a replantearlos”. Para ello, espera las propuestas de los propietarios del suelo en el periodo de alegaciones abierto hasta el 31 de enero.

El mapa muestra las áreas que podrían convertirse en centros de barrio.
El mapa muestra las áreas que podrían convertirse en centros de barrio.

¿Qué sugiere el plan? Reducir la ocupación del suelo en favor de una mayor densidad edificatoria; es decir, concentrar viviendas y habitantes en manzanas más grandes y compactas, garantizando así “la eficacia de los servicios públicos” y “favoreciendo las relaciones vecinales”. El suelo liberado se dedicaría a zonas verdes.

Para reducir los desplazamientos en vehículo privado, propone una solución extensible a toda la ciudad: crear “nodos de centralidad” en cada distrito o barrio, impulsando el desarrollo comercial en determinadas zonas para que se conviertan en el centro para los vecinos de los alrededores. Entre las propuestas de transporte, consta la prolongación de la línea 11 de metro (Plaza Elíptica - La Fortuna) y la creación de otra nueva, semicircular, que una los distritos del sureste.

Más comercios en el centro

El plan apuesta por “flexibilizar la implantación de nuevos usos en los edificios singulares”, es decir, con valor histórico-artístico, para la implantación de comercios en las plantas bajas del casco antiguo y el ensanche. En primavera estará listo el nuevo catálogo de edificios protegidos, que eliminará el blindaje automático que reciben todos los inmuebles de más de un siglo de antigüedad.

Se hará además “un análisis pormenorizado” de cada edificio, para saber qué elementos proteger y cuáles no, es decir, qué obras están permitidas, algo “fundamental para incentivar la inversión”. En esa línea, se evitará que estas reformas conlleven, como ahora, una pérdida media del 20% de superficie edificable.

Proyectos singulares

El plan incluye una reflexión general sobre la ciudad. “Madrid necesita reforzar una imagen propia construida desde criterios de homogeneización”, explica, apostando, por ejemplo, por igualar el mobiliario urbano, las señales e incluso el pavimento. También realiza análisis detallados por distritos y barrios. En la almendra central, por ejemplo, aboga por reforzar la diferenciación de las distintas áreas con personalidad propia (Argüelles, Gran Vía, Retiro, La Estrella, etcétera), incidiendo en sus rasgos de identidad. Y, por último, categoriza los usos de cada parcela de la ciudad.

Pero, además, el plan incluye cuatro “actuaciones singulares” de profundo calado que definirán el futuro de la ciudad: renovar el paisaje alrededor de Madrid Río; tender una red de bulevares en la almendra central; alargar el eje Prado-Recoletos hasta la estación del Abroñigal, a través de los paseos de Delicias y Méndez Álvaro; y convertir Villaverde en el distrito tecnológico de la capital.

Méndez Álvaro y Delicias

Se propone redactar un plan director que enlace con el paseo del Prado y con Madrid Río esta zona de 536 hectáreas y 80.000 habitantes, por la que pasan a diario 225.000 viajeros de tren. Apoyado en el crecimiento de la estación de Atocha, apuesta por rehabilitar esta área deteriorada en lo residencial y apostar por el sector terciario para su revitalización.

Entre otras actuaciones, contempla buscar un nuevo uso a la antigua cárcel de Yeserías (ahora, un centro de inserción social), la central de Unión Fenosa y el cuartel Batalla del Salado (que podría consagrarse a la cultura); potenciar la estación sur de autobuses como centro comercial; trasladar la estación de contenedores del Abroñigal y construir en su lugar pisos y oficinas; agrandar y conectar mejor el parque Tierno Galván; tender una red de paseos peatonales; e incluso impulsar nuevas estaciones de cercanías en Adelfas, Planetario y Abroñigal.

La capital de los peatones

El Ayuntamiento propone redactar un plan director que permita “caracterizar Madrid como la ciudad de los bulevares, los peatones y el transporte público”. “La tarea no es sencilla”, reconoce, “pues los ejes a transformar forman parte de la red viaria de movilidad más compleja”. “Son las avenidas y calles de mayor anchura y centralidad, aquellas en las que actualmente se produce un desequilibrio, en la mayoría de los casos, a favor de la circulación rodada y el aparcamiento”, añade el plan.

El ámbito de actuación es la almendra central, y se basa en un concepto nuevo de bulevar: “Una amplia plataforma peatonal, central o lateral, muy accesible y continua, con una importante superficie vegetal y masa arbórea, y bandas para bicicletas, transporte público y automóviles”.

El objetivo es “una restricción progresiva de la capacidad viaria, que mantenga la carga y descargue y minimice” el acceso en coche y el aparcamiento de residentes. Sólo se aplicaría en vías de 25 metros de ancho, y en una primera fase se trataría de seleccionar “el mayor número posible de bulevares históricos, es decir, aquellas calles que en su día tuvieron ya una sección de bulevar”, para así “cargar de razón y otorgar mayor justificación a la iniciativa”.

También se incluiría “el mayor número posible de vías que conecten con los ejes comerciales tradicionales de la periferia (General Ricardos, paseo de Extremadura, etcétera)”, con calles ya peatonales y con zonas verdes.

El skyline del Manzanares

“El río constituye una oportunidad aún sin agotar para la construcción de nuevos paisajes en torno a su cauce no renovado, tanto aguas arriba como aguas abajo”, explica el plan. “Es un espejo en el que mirarse para promocionar nuevos paisajes singulares en la ciudad, capaces de generar una imagen potente y atractiva, y contribuir a estructurar la ciudad”.

El objetivo es revitalizar el entorno de Madrid Río, que costó 371 millones, más 3.226 millones para soterrar la M-30. Para ello, se planea rehabilitar 1.195 edificios, con 21.975 viviendas y 2.101 locales; cambiar de uso la sede del Cedex; completar el derribo del estadio Vicente Calderón y de la fábrica Mahou, la construcción de viviendas y el soterramiento del último tramo de la M-30; y renovar el centro comercial de la Ermita del Santo.

Distrito tecnológico

“Madrid dispone de una gran cantidad de suelo para la actividad económica. El 70% se concentra en Villa de Vallecas, Vicálvaro y Villaverde. Este último cuenta con un 11% del total, más de dos millones de metros cuadrados. Es una oportunidad única para centrarse en actividades de mayor valor añadido, capaces de generar empleo de mayor calidad”, explica el plan.

Villaverde concentra “actividades industriales (manufactura, almacenaje, distribución mayorista, talleres)”, que quieren sustituirse por “tecnologías avanzadas de la información, comunicaciones, conocimiento y cultura”. “Habrá que esforzarse en crear nuevas condiciones de ordenación e infraestructuras atractivas para los distintos tipos de actividades punteras en la economía”, añade.

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