Acuerdo histórico sobre la obra de Gaudí
11 dueños de edificios del arquitecto firmarán mañana la ‘Declaración de Mataró’ para proteger y difundir su obra
Las construcciones de Antoni Gaudí están en la cresta de la ola. Sus edificios gozan de un reconocimiento impensable hace décadas, cuando los únicos comentarios que recibían eran negativos. Ahora, tienen el reconocimiento general y de los millones de turistas en particular, que hacen cola durante horas para admirarlos.
Hasta ahora, los dueños y responsables de los edificios del genio trabajan de forma descoordinada. Para cambiar la situación y unir esfuerzos, mantener, proteger, difundir e incentivar la investigación sobre este patrimonio único y original que diferencia Barcelona y otras localidades donde se conservan los edificios del arquitecto, mañana se firmara un acuerdo sin duda histórico.
Será en la ciudad de Mataró donde se conserva la obra más antigua del arquitecto: la conocida como Nau Gaudí que este año cumple 130 años de su construcción como nave de blanqueo de la Sociedad Cooperativa La Obrera Mataronense —un proyecto encargado por Salvador Pagès en 1883, apenas 14 días después de obtener Gaudí su título como arquitecto—. Hasta verano de 2014 se celebrará el año Gaudí Mataró 130; una iniciativa del Ayuntamiento de la ciudad cuyo comisario es el crítico e historiador del arte Daniel Giralt-Miracle, que también lo fue del año Gaudí en 2002, auténtico punto de inflexión en la consideración del arquitecto.
Mataró, con el respaldo del Departamento de Cultura de Ferran Mascarell, ha conseguido reunir a los propietarios de 11 edificios gaudianos: La Pedrera, la Casa Batlló, la Casa Vicens, la Torre de Bellesguard, el Palau Güell, la Cripta de la Colònia Güell, els Pavellons de la Finca Güell (Universidad de Barcelona), el Park Güell (Ayuntamiento de Barcelona), el Col·legi de les Teresianes, la Sagrada Família, la Nau Gaudí y de instituciones como Amics de Gaudí, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Cátedra Gaudí de la Universidad Politécnica de Cataluña, el Colegio de Arquitectos de Cataluña y los Ayuntamientos de Reus y Riudoms (las dos localidades que rivalizan por el origen primero de Gaudí). Todos firmaran mañana el documento.
Los representantes de estos edificios e instituciones formarán parte del Consell Gaudí que creará por decreto la Generalitat y que “servirá para redimensionar y difundir positivamente la obra del arquitecto”, según Mascarell (que lo presidirá). Se trata, según Giralt-Miracle de una “declaración de intenciones”. Habrá, aseguró el consejero en presencia de Joan Mora, alcalde de Mataró, una primera reunión antes de fin de año en esta ciudad, y luego irá rotando por las diferentes ciudades donde Gaudí tuvo algún tipo de presencia. “Más que un mecanismo monopolizador, será de confraternidad, que velará para que estos edificios no deriven en una parque temático”, expuso Giralt-Miracle durante la presentación de esta iniciativa.
De hecho, la Pedrera, la casa Batlló y, sobre todo, la Sagrada Familia, son tres de los edificios más visitados de toda Cataluña, con cifras que rondan o superan el millón de visitantes.
Tras asegurar que la consideración del arquitecto ha tenido varias fechas importantes: 1950, cuando pasó de ser denostado a comenzar a ser valorado por una minoría; 1968, cuando se creó la Cátedra Gaudí; 2002, cuando se celebró el Año Gaudí y ahora en 2013, tras el acuerdo que se firmará en Marató mañana; Giralt-Miracle destacó la importancia de la Nau de Mataró: “En la que Gaudí dio preferencia a la forma y no a la estructura. No es una obra menor, sino pequeña, pero también profética que explica lo esencial de la forma de pensar del Gaudí”. Por eso, tiene claro que “ha llegado el momento de reclamar que la Nau Gaudí sea declarada Patrimonio de la Humanidad”.
Coincidiendo con la firma, el Ayuntamiento de Mataró ha organizado dos días de puertas abiertas este fin de semana para que todo el mundo pueda visitar la nave “en estado puro” y apreciar los 13 arcos parabólicos de madera que ideó Gaudí para sostener toda la construcción y dejar libres de columnas; un espacio de 600 metros cuadrados —similar al salón del Tinell de Barcelona—. Para eso ha sido necesario retirar las obras de arte contemporáneo de la Colección Bassat, formada por obras de arte catalán.
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