‘Garabatos’ con invitación oficial
El artista urbano Suso33 interviene un edificio de Tetuán a petición del Ayuntamiento de Madrid
“Mira, solo con unos rayajos y ya hace una figura”, dice un señor a sus dos amigos, mirando todos para arriba. Lo que está arriba es el artista urbano Suso33, encaramado a una grúa amarilla que maneja hábilmente con unas palancas y de la que se sirve para ir trazando con espray negro sobre una gran medianera esos rayajos que forman figuras humanas y que asombran a los vecinos curiosos. Estamos en la plaza del Poeta Leopoldo de Luis, un lugar bastante descuidado (la grúa, en un solar, está sobre un charco de barro, agua y basura) cerca de la parada de metro de Estrecho, en el distrito de Tetuán, que el Ayuntamiento pretende adecentar con esta obra de la altura de un edificio.
Es el primer paso, realizado ayer, de un plan para revalorizar ciertos espacios mediante estas obras de arte que el delegado de Las Artes, Deportes y Turismo, Pedro Corral, presentará en los próximos días. El Ayuntamiento se afana en crear un ente con el curioso nombre de Oficina de Gestión de Muros para orquestar estas intervenciones en grandes espacios, de manera legal y al servicio de la ciudadanía. Aunque todavía no se conocen todos los detalles del plan, las intervenciones se realizarán en todos los distritos y a poder ser participarán artistas ligados de alguna forma al lugar, como es el caso de Suso33, que conoce bien el terreno.
“Este es un barrio, la zona de Estrecho, en el que me he criado. Conocía este espacio antes de que fuera una plaza y el proceso que ha sufrido durante unos 20 años”, cuenta una vez en tierra firme y con un montón de botes de espray al cinto, “en este tiempo hubo un boom de reestructuración del espacio y de replanteamiento urbanístico. Antes, este era un barrio de casitas pequeñas, como un pueblo, luego han empezado a replantear calles, estructuras, edificios más grandes”.
La iniciativa es la primera de un plan para revalorizar espacios urbanos
Lo que se ve en la gran pared es una concentración de figuras ligeramente esbozadas y perseguidas por sus sombras; pero si uno, en vez de fijarse en el detalle concreto, se fija en el cuadro completo, lo que se ve es una gran figura, de estilo parecido a las pequeñas que la componen, pero que ocupa toda la altura del edificio. Una especie de estructura fractal donde cada uno de los componentes individuales se asemejan al total. “Aquí de lo que hablo es del individuo contrapuesto a la masa”, explica el artista, “del contraste de sentirte parte del todo y al mismo tiempo exclusivo y único”. Suso33 es uno de los artistas más valorados del panorama del arte urbano en España. Aunque sigue pintando por su cuenta (“eso es lo que soy, al fin y al cabo”), hace tiempo que empezó a compaginar las calles con la colaboración con instituciones. Su obra está presente en colecciones como las del Museo Reina Sofía, en el Artium Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco, en la de Radio Televisión Española o en la Universidad Complutense de Madrid. “Al fin y al cabo”, explica, “tal vez el arte urbano sea el arte más contemporáneo que hay, y los museos tienen que recogerlo”.
El inmueble que sirvió de lienzo está en la plaza del Poeta Leopoldo de Luis
El panorama del arte urbano ha ido cambiando bastante. Por un lado se pasó de los primitivos grafitis, meras firmas garabateadas con espray, a la utilización de materiales más complejos, de estéticas más dispares y de discursos más elaborados, algunos más sociopolíticos, otros más emotivos. Pero también ha cambiado en el sentido de que muchos artistas han dejado la experiencia guerrillera de la calle, la actividad ilegal, o la compaginan con grandes trabajos para instituciones. A mediados de mes, sin ir más lejos, el colectivo Boamistura intervenía llenando de color el tristón mercado de La Cebada en una acción promovida por una conocida marca de bebidas alcohólicas. Ahora es el Ayuntamiento quien respalda estas acciones.
Y es curioso, resulta que el Ayuntamiento pinta con una mano y borra con la otra. Porque, ojo, que se intente revitalizar espacios con este tipo de arte no implica que haya barra libre: las multas por pintar en la calle al libre albedrío fueron multiplicadas por cinco en 2009 y pueden ascender a 3.000 euros o 6.000 si se reincide. A diario, 110 trabajadores salen a la calle a limpiar pintadas, y el año pasado, según datos oficiales, se limpiaron 1,3 millones de metros cuadrados a seis euros cada uno, lo que supuso un gasto total de 5,7 millones de euros. El mensaje lo resumía sin querer ayer Inés Moreno, una vecina: “Esos garabatos que ensucian todos los portales no están bien, pero estas cosas, tan estéticas, sí me gustan”.
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