Ya no solo vale resistir
La nueva era obliga a pymes y grandes firmas a una innovación radical y continua
El nivel de internacionalización y de inversión en I+D de las empresas vascas ha sido determinante para que el desempleo en Euskadi esté diez puntos por debajo del resto de España. Sin embargo, pese a ese excepcional esfuerzo cifrado en el 2,08% del PIB, en Euskadi hay 170.000 parados, y desde mayo de 2008 se han cerrado 7.555 empresas, algunas de las cuales nacieron con la impronta de proyecto “nacional” y estratégico. La profunda crisis financiera y de mercado ha hecho que firmas como Guascor se vendieran en su totalidad, y otras como Euskaltel o Ibermática parcialmente.
El último capítulo se ha producido apenas siete días antes de que el pasado jueves, el Ministerio de Economía diera por finalizada la recesión más larga de la democracia. Fagor, la bandera del cooperativismo vasco y el emblema de los dos componentes que teóricamente eran los salvavidas de las empresas, la internacionalización y la innovación, presentó concurso de acreedores. Si nadie lo remedia, está en fase de liquidación.
Si el tejido de empresas vascas estaba trenzado con los hilos más selectos de la innovación, el modelo industrial era ejemplo de transformación en Harvard, y el sistema de colaboración horizontal entre competidores —los clúster— mejoraba la capilaridad de la red público privada de centros de investigación y facilitaba la internacionalización. Entonces ¿qué ha pasado?
“El descalabro ha sido grande pero esa red en construcción ha frenado algo el golpe. Quizás es el momento de perfeccionar el sistema, personalizarlo por líneas de negocio, y extenderlo a pymes”, propone un experto en innovación. Según explica, el concepto de pequeña o mediana empresa suministradora ha cambiado radicalmente con esta crisis. “Ahora las grandes se exigen innovación a los proveedores, que ellos asuman la innovación y propongan producto ya con I+D de serie. O las empresas asumen ese nuevo rol de innovación radical y continua o van a tenerlo muy difícil”, indican.
Un ejemplo lo ponen en sectores que están funcionando y por los que a priori nadie hubiera dado cinco duros antes de la crisis. “El sector naval tiene pedidos y funciona con buques atuneros, y se empieza a pensar en offshore, o en barcos para plataformas. La siderurgia o los tubos están invirtiendo, la máquina herramienta sigue vendiendo y con carga, o la automoción con empresas vascas que van bien como CIE... El común denominador es que se han especializado, y han buscado nichos de mercado alejados del español, que está hundido”, asegura un empresario.
Seis años de crisis es una eternidad. Muchísimo tiempo de desgaste para quienes han apostado por esperar a la reactivación del mercado. ¿Sucederá?, seguro, pero tanto tiempo de resistencia, adoptando sólo medidas defensivas, es un suicidio, mina cualquier estructura empresarial, y no garantiza nada.
“No hay verdades absolutas en la nueva contemporaneidad, en la nueva modernidad”, observa este empresario, tras lamentar que la gran criba de pymes ya se ha producido en el tejido vasco, las que dependían del ladrillo o de productos sin demasiado valor añadido. Ahora caen las grandes “que no han hecho la ciaboga a tiempo” hacia otros mercados y productos en plena tormenta del mercado.
“Hay mimbres que mejoran sustancialmente la vida, el éxito, los resultados y las ventas” de las organizaciones empresariales. Expertos en internacionalización e innovación proponen redefinir “el concepto especialización adaptado al habitat de cada organización, pero con otra variante: hay que invertir en el futuro”. “La clave es innovar, y a las empresas se les empieza a exigir un esfuerzo extra en innovación, sean pequeñas o grandes”, explican. El problema es que se trata de un esfuerzo extra económico que no garantiza beneficios inmediatos, a veces ni a medio plazo, pero que si funciona, revoluciona la firma.
Estos expertos explican que es muy difícil explicarle a un gerente, a un administrador, que una parte de la supervivencia empresarial está asociada al riesgo de este tipo de inversiones. “Hay que entender que la I+D, o la innovación ya no es cuestión de tamaño, sino de tener cerebro” y que además hay que avanzar en la innovación en dos caminos, no sólo en la innovación aplicada al producto de cada firma.
“El mundo cambia muy rápido, los mercados mutan, y los gustos de transforman hasta el punto de que sin dejar de innovar tu producto tienes que invertir en innovación disruptiva, es decir, en la búsqueda de nuevas líneas de negocio, nuevos productos. En caso contrario te estás limitando seriamente en el presente y estás comprando boletos para perder en la siguiente crisis”, explican. Aguinaga se lanzó a comercializar las gulas cuando su negocio de angulas se acababa. “Estaba con el agua al cuello y su apuesta le salió bien. Apple cambió el mercado con las pantallas táctiles... Ahora las grandes empresas buscan a pymes que les solucionen sus problemas, buscan suministradores en la cadena de valor”.
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