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Leticia Moreno brilla con la Sinfónica y un repertorio inédito en España

Estreno del 'Concierto para violín y orquesta' de Esa-Pekka Salonen

El Centro Cultural Novacaixagalicia de Pontevedra y el Auditorio de Galicia, en Santiago, han servido de marco a la Orquesta Sinfónica de Galicia, dirigida por el jamaicano Andrew Gourlay, para el estreno en España de Expo, de Magnus Lindberg, y el Concierto para violín y orquesta de Esa-Pekka Salonen. El gran éxito de la noche fue para Leticia Moreno (Madrid, 1985), que ya ha abandonado esa cierta aura de niña prodigio que la rodeaba para convertirse en una espléndida realidad presente llena de posibilidades de futuro.

En su interpretación del Concierto de Salonen se unió el imponente brío de su juventud con una madurez musical más propia de intérpretes más veteranos. Su técnica impecable muestra un sonido ancho y profundo, el dominio de todas las posibilidades de ataque del arco y la pasmosa exhibición de agilidades que se espera de un gran violinista de su tiempo. Fue el soporte necesario para el desarrollo de una visión de larguísimo aliento de la obra, desde la cruz a la raya: desde ese inicio con el violín a solo –casi como una continuación sonora de la idea matriz de la obra- al recogimiento de su impresionante pianissimo final.

Moreno se apoyó en un excelente acompañamiento de la OSG comandada por Gourlay, en el que el arpa y la celesta, junto al vibráfono tocado con arco en Pulse I, más la batería rockera en Pulse II, junto a los grandes tutti del conjunto gallego, crearon unos climas sonoros de sutileza inaudita o -más allá de la mera exhibición de gama dinámica- de un enorme vigor sonoro. La gran ovación del público compostelano fue correspondida por Moreno con una tierna versión la Nana de Falla, sutilmente acompañada al piano por Alicia Golzález Permuy.

Expo es un concierto para orquesta, de difícil ejecución, en el que Gourlay dirigió con firme pulso a la OSG. Por su concepto y grandes contrastes dinámicos y tímbricos, la obra precisa de un gran virtuosismo orquestal y aparece a ojos y oídos del público como una exploración de magnitudes sonoras, más que de timbres y precisiones musicales. La selección de piezas de las suites de Romeo y Julieta de Prokófiev que cerraba el programa dio ocasión para lucirse a las diferentes secciones de la OSG. Los distintos ambientes del ballet basado en el drama de Shakespeare fueron bien recreados por Gourlay, pero algunas imprecisiones se hicieron notar, especialmente en la última pieza, La muete de Julieta. Ello no empaño el éxito de un brillante concierto de complicado montaje y dificilísima interpretación.

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