El fotógrafo que se metió en la bañera con Pablo Picasso
David Douglas Duncan dona 163 fotografías al museo de Barcelona realizadas al pintor durante 17 años de amistad
“Recuerdos, recuerdos, recuerdos” repite una y otra vez el fotoperiodista de David Douglas Duncan delante de las imágenes que hizo de Pablo Picasso en las que aparece haciendo lo que mejor sabía hacer: pintar. Solo en el estudio, a punto de comenzar una obra, en medio del proceso de creación o dando los últimos retoques de alguna de sus famosas pinturas, la mayoría de las veces ligero de ropa, apenas un calzoncillo talla XXL. Pero también en su vida cotidiana; junto a su segunda esposa Jacqueline Roque, jugando con sus hijos Paloma y Claude, con los amigos que los visitaban en casa, o con su amado e inseparable perro teckel Lump.
El Museo Picasso de Barcelona expone desde hoy 64 de las 163 imágenes que Duncan, fotoperiodista y amigo del pintor, ha donado al centro el 23 de septiembre. Ayer, día de la presentación, Picasso habría cumplido 131 años. Doble regalo pues: para el pintor y para la ciudad de Barcelona.
Duncan todavía recuerda, emocionado, la primera vez que vio a Picasso. “Fue el 8 de febrero de 1956. Los visité en La Californie, su enorme casa-taller situada cerca de Cannes, diciendo que era amigo de Capa y que quería saludarlo. Me recibió Jacqueline, toda vestida de negro, de los pies a la cabeza. Me sorprendió lo menuda que era. Me cogió de la mano y me llevó al segundo piso, donde, dentro de la bañera estaba él, desnudo. Le dije que si le podía hacer una fotografía y me dijo que sí. Esa fue la primera vez”. La de la bañera es una de las imágenes seleccionadas que se pueden ver en la exposición. Le siguieron otras 25.000 más que realizó durante los 17 años de amistad, que solo se truncó cuando Picasso murió en 1973. En todas el pintor no aparece como un genio, sino como una persona normal. En muchas de ellas sonríe ampliamente, como en la que Jacqueline, cámara en mano, fotografía al propio Duncan. “Era muy buena fotógrafa”.
En el estudio rodeado de lienzos, en el jardín con animales que pintó, como una cabra bicolor o Lump que quedó inmortalizado en la serie de Las meninas que pueden verse en otro de los pisos del museo barcelonés. Son retratos, pero, también, reportajes personales, escenas de la vida de Picasso y su entorno que hablan de cómo era en realidad. Inenarrable la imagen en la que Jacqueline barre el suelo de un salón lleno de cuadros y que habla mucho de la complicada relación que mantenía con el genio. “Cocinaba y estaba todo el día pendiente de nosotros”, explica.
Nacido en Kansas City en 1916, Duncan es una persona rebosante de vitalidad y de historias. Marine —coronel del ejército— y arqueólogo, fotografió en la II Guerra Mundial los frentes del Pacífico Sur publicando sus trabajos en National Geographic. En 1946 se incorpora a la revista Life y luego, como freelance, inmortalizó acontecimientos como el final de la ocupación británica en India, la guerra civil de Grecia o las guerras de Corea y Vietnam.
La historia de la donación ha sido compleja. En 2007, Bernardo Laniado-Romero, director del museo barcelonés, pero por entonces del Museo Picasso de Málaga, pensó comprar las fotografías —a medias con el museo de Barcelona dirigido entonces por Pepe Serra—. Se puso en contacto con Duncan que pidió permiso a Claude, el hijo del pintor, para hacer las copias a partir de vintages, “pero nunca respondió”, recordó ayer Duncan. El caso es que “furioso pedí a la Universidad de Texas, donde tengo depositado mi archivo desde 1996, hacer nuevas copias digitales a partir de los negativos”. Son las imágenes que se pueden ver en Barcelona desde hoy “mucho mayores [50X60]que las que conserva Claude”, destacó.
Acompañado de su mujer Sheila, que no le quitaba ojo, recorrió con ayuda de sus muletas —que utilizaba a modo de puntero para señalar los detalles—, las salas donde se exponen las fotografías.
Ayer Duncan tuvo un emotivo recuerdo para otro fotoperiodista de primer nivel como fue su amigo Robert Capa. Mostrando a todos la portada del Herald Tribune del pasado martes en la que se recordaba que el hungarés habría cumplido 100 años, dijo: “Lo conocí en 1947 y siempre dijo que me presentaría a Picasso”. Pero no pudo ser porque el fotógrafo murió en 1954 en la guerra de Indochina. Visiblemente emocionado y cabreado aseguró: “Sé el aspecto que tiene la muerte, porque la he visto cerca en los diferentes conflictos donde he estado y sé que la imagen del miliciano español en la Guerra Civil no es un montaje. No sé cómo se puede acusar de esto al pobre Capa. Estaba en la trinchera en medio de los tiros cruzados. Me cuesta hablar de esto sin enfurecerme”.
Duncan se presentó ayer en Barcelona con una sorpresa más bajo el brazo: dos fotografías más —retratos a color de gran formato de Picasso— que se sumaban a las que entregó el mes pasado. Al final del recorrido invitó a todos el año que viene. Será cuando se exponga la segunda parte de las fotografías, con imágenes en las que aparecen pinturas del museo barcelonés que conserva desde hace 50 años. “Recuerdos, recuerdos, recuerdos”, repitió en varias ocasiones, muchas veces con lágrimas en los ojos. “Nunca había visto una exposición como esta de mis fotografías”.
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