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Mira novela la memoria de su Valencia entre rural y urbana

‘El tramvia groc’ recoge sus recuerdos de una infancia feliz

Ferran Bono
Joan Francesc Mira, tras la presentación de su libro.
Joan Francesc Mira, tras la presentación de su libro.JOSÉ JORDÁN

No es una autobiografía al uso: ni recoge anécdotas más o menos divertidas o chocantes de su infancia ni recrea un ambiente aristocrático e intelectual en el que creció su vocación como hizo Vladimir Nabokov o Elias Canetti. No. La última novela de Joan Francesc Mira, El tramvia groc (editorial Proa), es la “memoria convertida en literatura”, un ejercicio de “literatura de la memoria” en el que el escritor valenciano (1939) ha reunido sus recuerdos de infancia y primera adolescencia de la pedanía de La Torre, un pedazo de huerta ahora arrasada.

El antropólogo y reputado autor de Borja Papa, Premio Nacional de la Crítica, y de una versión de la Divina Comèdia, Premio Nacional de Traducción, relata un mundo desparecido en el que un tranvía amarillo, de madera representaba la conexión entre el entorno rural y el urbano. “Vivía a caballo entre la huerta y la ciudad y el tranvía era el hilo que conectaba los dos mundos” que confluían en uno, la España que salía de la Guerra Civil y la Europa que se introducía en la Segunda Guerra Mundial, comentó Mira en la presentación del libro en Octubre Centre de Cultura Contemporània de Valencia.

Como en toda la literatura del escritor, tan importante es, o más, la escritura en sí mismo, la estructura de la novela y la música de su prosa, como lo que se cuenta y se dice. En este caso, el escritor y colaborador de EL PAÍS se ha dejado la ficción para exprimir sus recuerdos de una infancia feliz, que no estuvo marcada por grandes traumas ni por la malsana relación con sus profesores curas. Una infancia que transcurrió en el paisaje único de la huerta valenciana trabajo de orfebrería acometido desde tiempos inmemoriales y que aún hoy se conserva en al norte de Valencia. “Cuando oigo hablar de la exuberancia y el barroquismo de la huerta me da un coraje... Porque la perfección de los límites y la pulcritud de los campos no tienen nada que ver con ello”, señala el autor.

Hoy, cuando vuelve a su territorio de la infancia mira “con tristeza infinita” cómo ha sido “destruidos” o “degradados”. En lugar de “modernizar” el entorno, se ha llevado a cabo una “destrucción insensata” de la huerta valenciana, sobre todo en el sur. “Lo que se ha hecho no tiene nada que ver con el progreso, se ha convertido la belleza en algo horroroso”. “Es”, continúa, “el triunfo de la fealdad”.

En todo caso, Mira no quiere participar de “esa especie de pesimismo catastrófico general que parece haberse extendido”, que está bien visto sobre todo en círculos intelectuales y de izquierda, como tampoco participó en su día del “triunfalismo”, apuntó. Es más, tiene “esperanzas, a veces acompañadas de fe”, ironizó, y esta vez espera que no se frustren. El que fue candidato al Congreso por el Bloc incluye en estas esperanzas el cambio político en la Comunidad Valenciana.

La crisis obedece a una “bajada o punto de inflexión en una curva que ha sido ascendente durante muchos años”, sostiene. Hay que tener perspectiva histórica. “Si no se tiene una visión del pasado no se puede evaluar el presente”, subraya el también ensayista, que recuerda el hambre que pasaban muchos cuando él era niño, los pocos jóvenes que podían estudiar el Bachillerato o la inexistencia de la Seguridad Social.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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