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LA PESADILLA DE LA BURBUJA INMOBILIARIA

Gloria y miseria del ladrillo en Moncofa

El Ayuntamiento promovió 30.000 viviendas y solo se han construido 8.000 La deuda municipal se ha disparado hasta los 1.000 euros por habitante

Grúas paradas y edificios sin terminar forman parte del paisaje de Moncofa.
Grúas paradas y edificios sin terminar forman parte del paisaje de Moncofa.ÁNGEL SÁNCHEZ

“Aquí no va a quedar tierra ni para enterrar a los muertos”. Una vecina de Moncofa, que regenta una céntrica frutería, recuerda un comentario de los años del urbanismo salvaje. Aquellos en los que una buena parte de la población vendió parcelas inservibles a precios millonarios. Cuando era habitual ver por las calles a gente “con boina y con un mercedes” y cuando en las bodas se brindaba por la lluvia de dinero que traían los PAI. Han pasado ocho años desde entonces y a esta población de menos de 7.000 habitantes (que aspiraba a llegar a 120.000) le ha estallado en la cara la burbuja inmobiliaria.

Los planes del Ayuntamiento de urbanizar más de seis millones de metros cuadrados (seis veces más de su suelo edificado) se han quedado a medio camino. Los PAI han sido paralizados por sentencia judicial, por la crisis o simplemente porque el gobierno valenciano no autoriza a seguir con esta fiebre del ladrillo. El Ayuntamiento de Moncofa, presidido por el socialista Jaime Picher, no ha conseguido todavía hoy aprobar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) diseñado en 2005. El panorama es desolador: edificios de doce plantas en medio de la nada, calles asfaltadas que desembocan en solares abandonados, parques infantiles donde no juega nadie, hileras de farolas que por las noches solo iluminan aceras vacías, etc. No hay que esperar mucho cuando alguien entra en el municipio para ver edificios enteros en venta y grandes pancartas con lemas como “vendo por debajo del precio del banco”.

Moncofa se despierta hoy de aquella borrachera urbanística que ha dividido a la población. “Hubo mucha gente que vendió sus solares y ganó mucho dinero, pero los que se esperaron para vender más alto o quienes simplemente no quisieron vender lo están pasando realmente mal”, explica la frutera. Los que se han quedado con grandes parcelas, ahora urbanizadas, se ven abocados a pagar miles de euros por retasaciones y otros impuestos. “Conozco a gente que tiene que pagar hasta 6.000 euros”. Antes, todas estas tierras de marjal ahora vendidas o urbanizadas eran tierras de labranza que se fueron abandonando por los bajos precios a los que se pagaba la fruta. De un día para otro desembarcaron promotores y constructores.

“Vinieron diciendo que había que urbanizar, que esto tenía que ser como Benidorm o más que Benicàssim”, explica uno de los vecinos que trata de vender ahora una parcela en pleno Belcaire Norte (uno de los pocos PAI de los siete previstos en la zona costera que ha finalizado las obras de urbanización pero sin edificar las 4.000 viviendas previstas). Este vecino se exaspera por teléfono cuando le preguntan cuánto debe pagar por esos terrenos. “Es una barbaridad, no lo quiero ni pensar que me pongo malo”, exclama. Y da por terminada la conversación con un alterado estado de ánimo. La situación afecta igualmente al resto de propietarios. Médicos que han trabajado una temporada en Moncofa quedaron sorprendidos del alto número de casos de ansiedad o depresiones.

El exalcalde de Moncofa, el también socialista José Vicente Isaach, tenía proyectado urbanizar más de seis millones de metros cuadrados y construir 31.500 viviendas, la gran mayoría en la zona costera con el objetivo de promover una economía basada en el turismo. La población contaba antes del auge con unas 4.000 viviendas de las cuales 2.300 eran segunda residencia. En verano la población llega a 40.000. Según el último censo de viviendas, Moncofa roza los 12.000 inmuebles. De ellos, 6.650 no son vivienda principal y otras 2.650 están vacías (más que los pisos destinados a primera vivienda).

Por el camino se ha quedado el PAI Belcaire Sur, paralizado por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana cuando estaba urbanizado en un 90% porque el Ayuntamiento no cumplió debidamente con las zonas verdes. El Consell paralizó el PAI del golf que preveía la urbanización de 2,3 millones de metros y la construcción de 10.000 viviendas más una marina de 500 amarres, entre otros proyectos. El alcalde, Jaime Picher, admite que el gobierno valenciano no autoriza la construcción de más viviendas hasta que se ocupe lo que hay. “De los seis millones, se habrá urbanizado la mitad. La crisis nos hizo polvo”, dice.

Un cartel de “Se vende” en medio de un solar en una urbanización paralizada.
Un cartel de “Se vende” en medio de un solar en una urbanización paralizada.ÁNGEL SÁNCHEZ

En la vasta extensión de solares abandonados aparece como un recuerdo de otros tiempos una excavadora manejada por Antonio, un hombre de 47 años que trabajó en Moncofa en la construcción de los primeros apartamentos de primera línea. “Todo esto fue una locura, todos los que trabajábamos entonces sabíamos que no tenía ningún sentido lo que se hacía”, dice. Asegura que lleva en el sector desde los doce años, su padre también trabajaba en la construcción. “He visto tres crisis pero como esta ninguna”. Moncofa encabezaba la clasificación de visados de viviendas en la provincia de Castellón antes del estallido de la burbuja.

Los vecinos dudan cuando se les pregunta si la invasión del ladrillo ha sido positiva o negativa. Para quien vendió pronto, aun sabiendo que se iba a especular con su terreno, fue bien, dicen. Quien se esperó sufre las consecuencias. “Aunque todos las estamos pagando porque los impuestos no paran de subir”, afirma otro vecino que reside en el municipio desde 2002. El Ayuntamiento recaudó 2,7 millones en impuestos directos en 2005. En 2012 la cifra fue de 4,4 millones con un presupuesto ligeramente superior. Los ingresos por tasas han pasado de 800.000 euros a cinco millones en el mismo periodo. “Hubo un año que solo por el ICIO (el impuesto sobre construcciones) recaudamos casi cuatro millones”, apunta Picher. El presupuesto municipal que se duplicaba año tras año hasta superar los 30 millones ha caído a los 13 millones para el presente ejercicio.

El Ayuntamiento debe afrontar además dotaciones que se proyectaron para atender a los 120.000 habitantes previstos como la macrodepuradora y los 50,8 millones que Acuamed invirtió en la planta desaladora y que, una vez se ponga en marcha, deberá devolver cuota a cuota. La deuda viva de Moncofa alcanzó el pasado año los 6,7 millones de euros (el doble que en 2008) y supera los mil euros por habitante.

Pese a todo, el alcalde confía en que la situación mejore y se pueda continuar con los proyectos ahora parados. De momento, dice, la Sareb (el banco malo) se ha ido quedando con bloques enteros y poniendo a la venta apartamentos de casi 200.000 euros por 40.000, lo que ha activado el mercado. Otros, intentan salvar los platos rotos. En la avenida que lleva al Grau había veinte inmobiliarias hace unos años. Ahora solo dos y cerradas en pleno horario comercial. Otros inversores han optado por plantar carteles llamativos. “Nosotros llegamos a pagar el millón por metro cuadrado, lo vendíamos todo, ahora aguantamos como podemos, algunos pisos se los ha quedado el banco y otros, si podemos venderlos a 30.000 euros, los vendemos”, asegura una inversora.

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