Una pavana en la taberna Colomer
Los barceloneses se echan a la calle para disfrutar de una Mercè soleada El centro cultural del Born y los castellers, los protagonistas del día
“Vamos a vivir La Fiebre de Sábado en la noche del siglo XVIII. Yo podría ser el Tony Manero”. La invitación la hacía ayer un hombre disfrazado de tabernero de la Barcelona del 1700, en el espacio dedicado a la recreación de esa época en el parque de la Ciutadella. Una afirmación exótica en una semana en la que el rigor histórico de las instituciones—el Ayuntamiento lo alegó como razón para impedir grabar escenas de Isabel, la serie de TVE— ha estado en boca de muchos. La Ciutat de la bullícia, como se llama esta zona del parque, fue promocionada con mucho entusiasmo por el Consistorio como un espacio de interpretación histórica del Tricentenario. Pero ayer las caras de los asistentes decían otra cosa. “Te ríes un rato, pero es casi algo para niños. De historia, poco”, resumió Pere Pau, que fue hasta allí con su madre.
En la Taberna Colomer, como se llama el sitio donde ocurre la acción en La Ciutat de la bullíciahuele a costillas de cerdo y cordero. Comidas de época que ahora cuestan entre 6 y 9 euros. El local, de hecho, está documentado y fue encontrado en las ruinas del Born. Desde el Instituto de Cultura se aseguró que para la recreación de esta parte del programa, que incluye unos 300 actores, se había basado en las investigaciones del reputado historiador Albert Garcia Espuche sobre la vida cotidiana del siglo XVIII. Pero el plato fuerte ayer fue enseñar a bailar pavanas —con instrumentos antiguos, eso sí— e intentarle buscar esposo a una supuesta viuda del 1700, invitando a los pretendientes del público a caminar como si estuvieran en una pasarela de moda. Algo que en una fiesta infantil hace un payaso pero que aquí lo hace uno vestido de Rafael de Casanova. El esfuerzo de los actores se vio aún más minado por las fallas en el sistema de sonido. Hasta los niños, que todo lo perdonan, se perdían. “Esperaba más, bastante flojo”, se quejaba una mujer, que llevó allí a sus dos hijos pequeños. Mejores críticas se llevaron los campamentos de Almasa y los miquelets.
Eso sí, en la más soberanista de todas las fiestas de la Mercè hasta ahora, la gente ha respondido a las invitaciones. Los barceloneses y visitantes se echaron ayer a las calles aprovechando el sol —algo extraño para estos días, si se miran años anteriores— y llenaron las vías del Gótico, el Montjuïc y las plaza de Cataluña, donde se celebra la feria de asociaciones. que este año llegó a la mayoría de edad.
Las visitas ayer también se concentraron en la plaza de Sant Jaume, donde se realizó la primera de las dos jornadas castelleras programadas para la fiesta mayor de Barcelona. Los asistentes pudieron ver, por primera vez en la capital catalana, un tres de nou amb folre i agulla, descargado por los Castellers de Vilafranca. También participaron Los Minyons de Terrassa y Los Castellers de Barcelona. La próxima cita será el martes, a las 12.30.
Y, con todo, el Centro Cultural del Born sigue siendo el protagonista de la fiesta. Según cálculos de la dirección, este fin de semana se superaron los 100.000 visitantes, durante la jornada de puertas abiertas. Miles de personas aguantaron con paciencia las colas para entrar al recinto. El antiguo mercado también tuvo ayer una visita especial. Se trató del gegant del Tricentenario, Josep Galceran de Pinós i de Rocabertí, uno de los austracistas que va a defender la ciudad. Hoy será el día grande de Viena, la ciudad invitada este año. A las 20,45, en el escenario de la Cascada, se celebrará el gran vals, al estilo de los salones vieneses.
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