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La segunda vía por la independencia de Xavier Vinyals

El cónsul honorario de Letonia en Barcelona participó hace 24 años en la cadena humana que recorrió los tres países bálticos

Xavier Vinyals, en la plaza de Catalunya.
Xavier Vinyals, en la plaza de Catalunya.Consuelo Bautista

A las siete de la tarde del lejano 23 de agosto de 1989, Xavier Vinyals Capdepont participó en la cadena humana que unió durante 15 minutos las tres repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) de norte a sur a lo largo de más de 600 kilómetros. Es de los pocos catalanes –si no el único– que intervino en la Vía Báltica, una manifestación de más de un millón y medio de personas que puso el foco internacional sobre la situación que estaban atravesando las tres ex repúblicas soviéticas.

La cadena humana del báltico, que ha servido de inspiración para la Via Catalana, marcó un antes y un después en el destino de Estonia, Letonia y Lituania, que obtuvieron su independencia de la URSS dos años después del acontecimiento, en 1991.

Con tan solo 21 años, Xavier Vinyals, estudiante de Historia en la Universidad de Barcelona, hizo las maletas y se marchó a Letonia. “Supe del proceso que estaban atravesando los países bálticos a través de las noticias”, rememora. Sin pensarlo dos veces, y a pesar de la lógica preocupación de sus padres, emprendió su viaje por “motivos ideológicos y de simpatía hacia un pueblo que exigía el derecho a la autodeterminación”.

El 23 de agosto de 1989, Vinyals aportó su grano de arena a la cadena humana en la capital de Letonia, Riga. La manifestación, que en aquel momento le pareció “una más entre tantas otras” –no era la primera a la que asistía–, se convertiría en todo un símbolo para los tres países. “Me di cuenta del éxito del acontecimiento un tiempo después: la Vía Báltica puso a los tres países en el mapa”, explica.

Estos días los analistas políticos han tratado de establecer paralelismos entre la Vía Báltica de 1989 y la Via Catalana que se ha celebrado hoy. En este sentido, Vinyals asegura que “las circunstancias de Estonia, Letonia y Lituania por aquel entonces eran mucho más difíciles que las de la Cataluña de hoy”. La incertidumbre que rodeaba el proceso de los países bálticos en 1989 era enorme. “Los participantes de aquella manifestación eran, en cierto modo, unos soñadores; estaban planteando un pulso a uno de los dos grandes imperios mundiales: la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas”, aclara. La principal diferencia entre un proceso y el otro es, según Vinyals, que “en los países bálticos no se podían ejercer algunos de los derechos fundamentales, mientras aquí, a pesar de las carencias, vivimos en un estado democrático”.

Salvando las distancias, Vinyals ve similitudes entre ambos acontecimientos: “Es un movimiento de base, del pueblo. No tanto de un acto diseñado por las fuerzas políticas, que ahora van un poco a remolque de la gente. Evidentemente, hay un liderazgo político, pero se trata, por encima de todo, de un movimiento del pueblo”.

Xavier Vinyals es actualmente cónsul honorario de Letonia en Barcelona y preside la Plataforma ProSeleccions Catalanes. Tiene el convencimiento de que la Via Catalana servirá para “consolidar un rumbo mayoritario”. “No soy futurólogo”, bromea, “pero tengo la sensación de que la cadena puede ser un puñetazo sobre la mesa”. Y califica el acontecimiento como “un éxito de movilización”. Vinyals añade que tiene un "déjà-vu" con el discurso que se opone a la consulta por la independencia. “Oigo los mismos argumentos que esgrimían los que se oponían a la independencia de los países bálticos: es ilegal, busca confrontación, divide a la gente”.

Hoy, 11 de septiembre de 2013 a las 17 horas y 14 minutos, 24 años y 19 días después de aquella multitudinaria Vía Báltica, Xavier Vinyals Capdepont, de pie en el corazón de la Plaça de Catalunya de Barcelona, ha estrechado las manos de sus vecinos de cadena en un deseo “democrático, pacífico y constructivo” de que los gobiernos catalán y central se sienten, por lo menos, a negociar.

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