El barrio se hace oír
La solemnidad de la toma de posesión compartió protagonismo con un ambiente bullicioso El discurso de Díaz fue interrumpido por gritos de “¡guapa!” y “¡bravo!”
Si en el quehacer político el mandato de Susana Díaz va a ser continuista con el de su antecesor, como pronostica el PP, se verá a medida que avance la legislatura. Pero que en las formas las etapas de Griñán y Díaz se van a parecer poco o nada empezó a verse ya este sábado. La solemnidad que siempre acompaña a la toma de posesión de un presidente de la Junta compartió protagonismo con un ambiente más bullicioso, que sobrepasó esas notas de medido júbilo que se le presuponen a estos actos institucionales y le dieron un halo de ceremonia popular.
Poder y calle, un equilibrio difícil pero en el que la nueva presidenta de la Junta se mueve como pez en el agua. Díaz llegó sonriente a las 11.55, cinco minutos antes de la hora prevista para el inicio del acto. Saludó con dos besos al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y al presidente del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido, que decía acudir al acto como alcalde de Sevilla. Y tras ellos se fundió en un abrazo largo y emocionado con el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. “Gracias por venir”, le dijo radiante la presidenta. Zapatero, que se deja ver muy poco en actos políticos o institucionales, le devolvió el agradecimiento por la invitación y se mostró “ilusionado” por que sea una mujer la que lidere la nueva etapa.
Nunca una jura de presidente reunió a tantos invitados, según Manuel Gracia
El papel que jugó Zapatero durante sus años de Gobierno a favor de la igualdad probablemente explicaba el simbolismo de la presencia del expresidente en la toma de posesión de la primera mujer que se hace cargo de la Junta tras 31 años de gobiernos autónomos. La presencia del resto de invitados, más de 600, respondía a esa mezcla de barrio y poder que impregnó la jornada. En los patios del Parlamento y en la sala en la que se celebró el acto se mezclaron los padres, las hermanas, el marido y otros familiares y amigos de la presidenta; los compañeros de la agrupación socialista de Triana casi en pleno; y los cargos institucionales y políticos. El presidente de la Cámara, Manuel Gracia, aseguró que fue la toma de posesión con más afluencia, 620 asistencias confirmadas en los días previos, casi el doble de los 350 que, según aseguraban ayer en el Parlamento andaluz, habían acudido a la última toma de posesión de Griñán.
¿Y a qué responde este interés por estar en la toma de posesión de una presidenta que llega al cargo a mitad de la legislatura tras un relevo cuestionado por su celeridad? Aquella frase que se le atribuye a Alfonso Guera (ausente este sábado) que advertía de que “el que se mueva no sale en la foto” cobró de nuevo sentido. La sensación de que Díaz abre una etapa distinta, que va a ser todo lo larga que le permitan los votantes y en la que la presidenta va a asumir rápido y en solitario las riendas de la Junta y del PSOE andaluz, hacen que casi nadie que haya sido, sea o aspire a ser algo en el Gobierno andaluz o en el partido quisiera faltar ayer.
Hubo una amplia representación del PSOE federal encabezada por el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, que tras el acto definió a Díaz como “la auténtica fuerza del sur”; los cuatro expresidentes de la Junta, protagonistas de una foto inédita; ex consejeros que aseguraban no esperar hoy la llamada de Díaz para que formaran parte de su gobierno y alguno que no lo descartaba.
También se vio a socialistas menos habituales en estos actos, como Carmen Romero, que recogió saludos y besos de los invitados políticos, pero también de muchos de los asistentes sin nombre ni cargo conocido que ayer llenaron los patios del Parlamento. De ellos salieron los piropos más espontáneos que se llevó la presidenta, que entre aplauso y aplauso en las pausas del acto escuchó varios “¡guapa!”, algún que otro “¡bravo!” y un sonoro “¡viva las mujeres valientes!”. El bario se hizo oír y Díaz se sintió en casa.
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