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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Quién tiene la culpa?

Hay que dilucidar responsabilidades. No podemos seguir entreteniéndonos más en “que mal está la cosa”

Joan Subirats

Cada vez resulta más fácil, y al mismo tiempo más inútil, darle la culpa a los que mandan de todo lo que sucede. De entrada, porque no está muy claro quiénes son esos que mandan. Y, además, tampoco está nada claro lo que nos sucede. A la gente le pasan cosas muy distintas, e incluso las mismas cosas afectan de manera muy distinta de colectivos y a personas concretas. Parece bastante obvio. Pero no por ello dejamos de usar esos latiguillos de “lo que pasa”, “ellos”, “nosotros”…. Necesitamos hilar más fino. Diferenciar problemas. Analizar a quién afecta cada cosa. Dilucidar responsabilidades. Y actuar. No podemos seguir entreteniéndonos más en “que mal está la cosa”.

Es evidente que todo está conectado y que por tanto lo que pasa en Alemania con Merkel, lo que acontece en Gibraltar o la última ocurrencia de Wert nos afecta. Pero, si no somos capaces de establecer escalas de responsabilidad y posibilidad de que nos rindan cuentas, acabaremos con una tremenda sensación de impotencia. Ahora que parece que todo reinicia, es bueno plantearse objetivos. Uno de los que yo mismo me planteo es dilucidar qué puedo hacer para que las cosas (algunas, aquellas sobre las que puedo operar) cambien, y entender con quién tengo que trabajar, conectar o apoyar para que otras muchas cosas (sobre las que tengo menos posibilidad directa de intervención) puedan asimismo transformarse.

Hay que dilucidar responsabilidades. No podemos seguir entreteniéndonos más en “que mal está la cosa”

Estoy un poco harto de los análisis que ven conspiraciones, grupos secretos y pactos invisibles para explicar cosas muy concretas que pasan a nuestro lado. Sobre todo, porque si me acabo creyendo que ello es cierto, un segundo después no sé qué hacer para que algo mejore. Tampoco me gustan los análisis que relacionan todo lo malo que pasa con el sistema o con Madrid. Básicamente porque la cosa se me alarga mucho. Es evidente que si tuviéramos otro sistema electoral, los grandes partidos fueran distintos y no costara tanto presentar una iniciativa legislativa popular (y en cambio no les fuera tan sencillo a los parlamentarios pasársela por dónde quieren), todo sería más fácil. O no. En muchos sitios han cambiado el sistema electoral pensando que el que tenían en el pueblo de al lado era mucho mejor, y luego les ha salido un Berlusconi. Los partidos que nos han tocado no son los mejores, pero hasta hace poco no nos quejábamos tanto. ¿Son ellos que han empeorado, somos nosotros que nos hemos vuelto más exigentes o es que todo está más complicado? ¿No será que hablando de Madrid difuminamos las responsabilidades de los que tenemos más cerca?

Decía hace poco Ulrich Beck en una entrevista que los partidos son creaciones del Estado-Nación, mientras que la generación global, la que se mueve en las redes, está en una situación similar a la de Cristóbal Colón al llegar al Nuevo Continente. Son ellos, decía el sociólogo alemán, los que están explorando el Nuevo Mundo, un mundo sobre el que aún no disponemos de mapas. Deberíamos distinguir por tanto, momentos, fases, situaciones. Y actuar, sobre todo actuar. No sabemos cómo se hará política en el futuro. O sea, no sabemos cómo se tomarán decisiones colectivas que traten de afrontar problemas comunes, distribuyendo costes y beneficios entre unos y otros, que eso es la política. Sí que sabemos que la diferenciación social, la heterogeneidad crecerá, y que por tanto la capacidad de articular esa complejidad en unidades o agregados con ciertas dosis de unidad ideológica y de disciplina organizativa, no será algo fácil ni probablemente esperable.

Si seguimos reclamando que nos devuelvan la democracia prometida, debemos asumir que las decisiones se tomarán de manera agregada, con deliberación y presencia más o menos directa de la ciudadanía. Más decisiones directas, con más necesidad de articular debates y generar agregados que puedan acabar decidiéndose desde posiciones informadas y conscientes de sus efectos. Por lo tanto, más horizontalidad, más conocimiento compartido, más decisiones colectivas. Entre donde estamos y donde llegaremos, la oscuridad es notable. Y en esa oscuridad hay gente que sigue ganando y gente que sigue perdiendo. Pero también hay gente que lucha para que la cosa no empeore. Y lo hacen desde lo concreto, desde la comida, la casa, la escuela y la salud. No hay mapas. Pero hay exploradores. Y hay, en cambio, quiénes se lo miran todo diciendo, cuando haya mapas ya iremos. Me apunto a la exploración.

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Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la UB

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