Madrid tiene mala cara
Los continuos recortes desde 2010 en los servicios de limpieza y mantenimiento han dejado a la ciudad con un aspecto cada vez más sucio y descuidado. El problema se agudiza en verano con un tercio menos de la plantilla
Es difícil saber cuándo empezó Madrid a descuidarse. No amaneció sucia de un día para otro, ni fue una borrachera colectiva lo que le hizo levantarse con mala cara y el suelo desconchado. No se despertó con un síndrome de Diógenes contagioso que le hiciera acumular basuras de forma compulsiva.
Las cosas ocurrieron poco a poco, con cada recorte municipal, según señalan asociaciones, sindicatos y partidos políticos. Primero una leve disminución del presupuesto en 2010 que se convirtió en grave en los años sucesivos; luego la supresión de la campaña especial de recogida de la hoja, la de la limpieza de Navidad y la eliminación de la recogida de muebles. Se dejó de sustituir a la plantilla que se iba de vacaciones; las máquinas no se renovaron; se cambiaron los contratos para ahorrar más y cientos de trabajadores se quedaron en la calle.
Llegamos así hasta agosto de este año. Los treinta y tantos grados no se despegan en todo el verano de la capital y parecen contener la suciedad en algunas calles. Los efluvios que emanan del suelo desprenden una mezcla de olores fétidos donde los olfatos finos podrán distinguir la mezcla de basura, orín y excrementos y las narices más duras se limitarán a describir el conjunto como un sitio lleno de mierda.
La sensación visual no es mucho mejor. La basura se acumula cerca de los contenedores, hay pintadas en bancos y señales de tráfico, bolardos doblados o arrancados y baches, grietas y socavones en un asfalto que hace mucho tiempo que no se repone. A veces uno anda por Madrid y va desplazando a su paso las hojas de los árboles amontonadas desde hace ya días en la calle. Hace tiempo que no se pasa la manguera.
La escena puede encontrarse en muchos barrios de la capital aunque hay diferencias. “Lo del distrito Centro es sangrante”, señala Félix Carrión, responsable de saneamiento urbano de CC OO, “pero lo peor se lo lleva Villaverde, Carabanchel, Tetuán, San Blas, Usera… Éramos una de las ciudades más limpias de Europa y hemos retrocedido muchos años”. El sindicalista recuerda que los trabajadores que integran la plantilla de limpieza son un 33% menos en verano por las vacaciones y que desde 2010 no se sustituye en este periodo de tiempo a ningún empleado.
Los presupuestos del Ayuntamiento no han hecho más que menguar desde entonces. En limpieza viaria, por ejemplo, los 154 millones de euros se redujeron a 129 en 2012, la misma cifra en 2013, lo que supone un 16% menos. El recorte fue de un 46% en la partida de vías públicas, donde se incluye la renovación del pavimento, la conservación de la calzada, el mantenimiento de pasos a nivel y subterráneos, galerías de servicio y alumbrado público. En todo esto se pasó de los 310 millones de euros de 2011 a los 167 de 2013.
El ahorro culminó el 1 de agosto. El Ayuntamiento preparaba desde hace tiempo un nuevo supercontrato que reordenaría los servicios de mantenimiento y limpieza de la ciudad para reducir aún más los costes. Ese contrato ha llegado con “agostidad y alevosía”, según denuncian los sindicatos y ya ha supuesto que al menos 350 trabajadores se hayan quedado en la calle.
En cualquier caso, el Ayuntamiento no considera que haya ningún problema. Lo que sigue es su contestación al tema de la falta de limpieza en las calles madrileñas y a si esta se debe a los recortes: “En este mes de agosto no estamos observando que la calidad de la limpieza haya variado en términos generales respecto al mes pasado ni respecto a los meses de verano del año pasado”.
El jueves, la gente de Villaverde salía a los bulevares para, como mandan los festivos, charlar a la sombra, ver pasar el día y hacer alguna compra a los vendedores ambulantes de la zona. En el bulevar todavía quedaban en algunas zonas restos de las botellas de cerveza de alguien que decidió no recoger. Dos señores mayores comentaban el asunto de la limpieza retomando el viejo debate de si la culpa es del que no limpia o del que mancha. En las calles aledañas al bulevar, la situación empeora bastante. Las aceras están manchadas, las esquinas llenas de orín de los perros y la calle llena de mierdas antipersona. Los camiones han recogido los contenedores, pero en torno a ellos queda siempre un rastro de basura que se queda ahí durante toda la mañana: restos de pan seco, bolsas de basura a medio abrir y, a veces, muebles o zapatos viejos. Alguien ha dejado una bolsa con botas de piel junto a uno de esos contenedores. Un tipo con un carrito de supermercado llega al contenedor, comprueba que le sirven y se los lleva.
A unos metros de allí, en la estación de Cercanías, los solares llenos de moscas dan al lugar un aspecto aún más desapacible. Junto a la puerta de entrada, un árbol derribado de hojas secas. Lleva ahí una semana sin que nadie le haga caso.
“Con más impuestos estamos peor que nunca”, dice Paco Caño, responsable de Medio Ambiente de la Federación de Asociaciones Vecinales. “Ya no se baldean las calles. Antes había un equipo de gente que se dedicaba a hacer eso desde las siete de la mañana. Y se hacía la calle completa. Ahora solo se quitan las manchas”. La conversación telefónica con Caño es un pase de revista a Madrid con especial atención a la basura y a la falta de alumbrado en algunas zonas de la capital: “No se reparan. No se actualizan ni modernizan. Se han retirado miles de farolas \[17.434, un ahorro de 1,9 millones, según el Ayuntamiento\] dejando a algunos barrios muy oscuros y en otros sin embargo sobran”.
El asunto de la limpieza se instaló definitivamente en los plenos del Ayuntamiento en otoño de 2011. Unos días después de la visita a Lavapiés del portavoz del grupo municipal socialista, Jaime Lissavetzky, para denunciar el estado mugriento del barrio, los ciudadanos empezaron a colgar en Twitter fotos de otros lugares sucios. La iniciativa se llamó en la red social #madridestaasqueroso y acabó convirtiéndose en un catálogo de lamparones y bolsas de basura de todos los colores. Fotos similares llegan cada día al espacio en Twitter de Línea Madrid, la marca que identifica al servicio de atención al ciudadano del Ayuntamiento de Madrid y que indica a los ciudadanos los lugares en la Red donde deben enviar sus quejas.
Las protestas de los vecinos son frecuentes estos días durante las fiestas de los barrios. Además del ruido, los vecinos se quejan de los jóvenes que deciden descargar la vejiga en plena calle, junto a un muro o entre los coches. El intenso olor a orina perdura durante horas, mucho después de que haya terminado la fiesta y lleguen los mermados servicios de limpieza que trabajan en agosto.
“La ecuación es sencilla: cuanto menos dinero gastas menos calidad tienes”, afirma Lissavetzky, que repasa las sucesivas reducciones del presupuesto y señala que los problemas no están en todos los barrios por igual. “Hay una serie de desequilibrios, norte-sur, centro-periferia que se notan especialmente en temas como el de la limpieza”, declara. De la misma opinión es Raquel López, de IU: “Hay zonas privilegiadas. No es lo mismo el barrio de Salamanca que Villaverde”.
A unos 500 metros del estadio de la Peineta, en el distrito de San Blas-Canillejas, un descampado sirve para que los perros saquen a pasear a sus dueños. “Nosotros llevamos nuestras bolsitas para recoger los excrementos y las tiramos a las papeleras, pero es que hace un mes que no se recogen”, dice Diana Castro, una vecina de la zona. En uno de los lados del descampado, bajo unos árboles, hay unas mesas para jugar al ajedrez que últimamente solo visitan las moscas. “Ya no se puede estar ahí”, dice Diana, “esto está generando problemas de salubridad”.
En las últimas semanas se han visto ratas en algunas calles de la capital. No es algo tan raro cuando la basura se acumula. El Ayuntamiento asegura que no se han registrado más avisos que en otros años. De hecho hay una tendencia a la baja en 2012 y 2013. “Tenemos un 50% menos de avisos de ratas que al año pasado y un 5% menos de cucarachas”, señala José María Cámara, jefe de la Unidad Técnica de Control de Vectores del Ayuntamiento.
Sin apenas fondos con los que hacer nuevos planes para la ciudad y con algunos datos que empiezan a preocupar al turismo en la región —el aeropuerto de Barajas perdió en julio un 10,5% del tráfico— el Ayuntamiento espera que la carta de la candidatura olímpica salga boca arriba y empuje la economía de la ciudad. El 7 de septiembre se decidirá si Madrid organiza los Juegos de 2020. La suciedad en la capital y los despidos de las últimas semanas en las empresas que se encargan de mantener el buen aspecto de las calles podrían hacer coincidir la designación de Madrid con algunas movilizaciones. “Ahora no tenemos capacidad pero se hará en septiembre”, dice Paco Caño, de la Federación de Asociaciones Vecinales.
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