Los veranos, para el cantautor
Marwan, Devendra Banhart o Ben Howard se cuelan entre los sorprendentes triunfadores en el ciclo estival de conciertos, que ha cerrado su edición de 2013 con un 5% más de ocupación media
Durante muchos años se dijo que para actuar en los Veranos de la Villa había que acreditar sus buenas tres décadas de trayectoria. No era una norma tácita ni un comentario malévolo, sino una constatación: las programaciones casi siempre recurrían a artistas internacionales de largo recorrido y currículo ilustre. Los tiempos, definitivamente, han cambiado. Ya sea por reivindicar un cierto eclecticismo o por hacer de la necesidad virtud, la edición de este año ha rejuvenecido sensiblemente el perfil y, con él, la edad media de los asistentes. Y los pronósticos previos han saltado por los aires porque entre los grandes triunfadores figuran tres cantautores minoritarios (Marwan, Devendra Banhart y Ben Howard), por debajo de los 35 años y con un público más afín a las redes sociales o el streamingque a los formatos físicos.
Los Veranos siempre presumieron de ser la programación estelar del Ayuntamiento en lo que a música popular se refiere, pero tampoco se han librado de las restricciones en estos tiempos negros. Ubicados tradicionalmente en el Patio del Conde Duque y, entre 2009 y 2011, en la explanada de la Puerta del Ángel, el año pasado hubieron de trasladarse al Teatro Circo Price para reducir los costes de producción… y ajustar el aforo. El Price es un recinto confortable y con muy buena acústica, pero puede albergar, en el mejor de los casos, a 2.150 espectadores. Tanto en la Casa de Campo como en el viejo cuartel de San Bernardo cabían cerca de 3.000 almas. Y ofrecían un atractivo adicional tan incontestable como añorado: los recitales eran a cielo abierto, con el fresquito de la noche en la cara.
Así las cosas, la propuesta de 2012 resultó irregular y deslucida, con algunas veladas de aforos desoladores y conciertos de calidad discutible. Las perspectivas tampoco podían ser halagüeñas para este 2013, pero el recién finalizado ciclo ha arrojado bastantes más sorpresas de las que imaginaban los escépticos. El Price ha recortado el número de conciertos de 29 a 22 y, sobre todo, ha diversificado más la oferta y ofrecido espectáculos no siempre tan caros como en los años de bonanza. Y el resultado ha sido una media de ocupación del 78%, casi cinco puntos por encima de la que se obtuvo en la edición anterior (73,4%), según datos aportados por la Concejalía de Las Artes.
Por el Price han desfilado este julio un total de 28.580 aficionados, a razón de 1.300 de media por concierto. En 2012 hubo más público en total (35.504), pero una media inferior (1.224). Y lo más llamativo de esta temporada es la lista de espectáculos con mejor acogida. Diego el Cigala, Earth, Wind & Fire, Wynston Marsalis, Marwan, Diana Krall y Devendra Banhart agotaron por completo las localidades, mientras que otros cuatro (Elvis Costello, Blues Brothers, Asier Etxeandía y Concha Buika) se quedaban a menos de 100 localidades del lleno y Ben Howard o Zenet también cosechaban excelentes audiencias.
La venta de entradas es, en cualquier caso, un baremo más cuantitativo que cualitativo. Y además —que les pregunten a los promotores—, a menudo inextricable. Los dos únicos pinchazos clamorosos de público los protagonizaron este año dos artistas muy valiosos. Alex Clare es un cantautor experimental británico todavía muy poco conocido y la acogida fue tan modesta que se barajó la posibilidad de trasladar su actuación a la Sala El Sol. Sin embargo, que Rickie Lee Jones, referente incontestable de la canción estadounidense desde 1979, apenas suscitara el interés de 400 personas entra dentro de los expedientes X. Tampoco tuvieron suerte en taquilla Soleá Morente junto a Los Evangelistas, quizá porque busca una audiencia híbrida entre flamenco y rock que no resulta fácil de materializar.
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