El Low Cost nunca será Benicàssim
La promotora del festival, ante su mayor éxito, rechaza la masificación
Al cierre del festival de música Low Cost sus promotores todavía no se lo creían. Casi 75.000 asistentes en tres días. El viernes llegaron a los 21.000, que son 4.000 más que en la apertura de la edición anterior; el sábado colgaron el cartel de todo vendido; y este domingo demostraron ser un escaparate perfecto para la música española fuera del mainstream y confirmaron que con poco se puede hacer mucho. El Low Cost seguirá fiel a sí mismo en 2014: precios democráticos, músicos de primera división, público español y recinto pensando en el público y no en la caja. Y, por supuesto, en Benidorm.
Con la tercera o cuarta parte del presupuesto de cualquiera de los grandes festivales españoles, como el BBK de Bilbao o el FIB de Benicàssim, el festival cuya primera edición se planeó en 45 días ha cumplido cinco años en medio de un éxito que haría plantearse a cualquier empresa un proyecto de inversión de mayor calado. Pero no, dos millones de euros ya dan para mucho. “Vamos a quedarnos como estamos. Tenemos claro que no somos ambiciosos como para acabar haciendo más grande esto, masificándolo”, asegura Carolina Rodríguez, codirectora del festival.
A muchos empresarios estas palabras quizás les chirríen. Pero en el Low Cost piensan que es el secreto de su éxito. Una de las razones de que el público ronde una media de 30 a 35 años —la gente que no hace botellón y gasta— es la comodidad del recinto, sin aglomeraciones.
Otro motivo: la música es innegociable. “El festival es para vivir la música; otros quizás se centren más en el hecho social”, apunta Rodríguez sin querer meterse en líos. Pero la realidad lo certifica: el sábado, con todo vendido, podía verse tumbado a Portishead, banda de culto donde las haya, a escasos metros del escenario. Estar en primera línea del Low no es un ejercicio de supervivencia.
La organización mantendrá precios “democráticos” y clientela española
Otro plus: al caminar por su recinto, el festivalero no tiene la sensación de estar en una feria de empresas como en otros certámenes supuestamente indies (de independientes).
La crisis, salvo para el BBK, ha sido como un meteorito para los festivales mastodónticos. Los grandes no han podido reaccionar como los pequeños. El FIB, con la financiación cojeando, haría bien en mirar de reojo al Low. Su oferta de ocio musical y playa peligra al lado de la de, simplemente, música y Benidorm. Por la profesionalidad de la organización, que se presenta más vocacional que de espíritu mercantil, y por Benidorm. La ciudad de los rascacielos, guste o no, es una potencia mundial a la hora de captar clientes. Y ahora lo quiere joven, se acabó la asociación Benidorm-Imserso. Aunque de momento prefiere el turismo nacional. En septiembre la ciudad y el festival firmarán un contrato hasta 2020 para sellar su historia de amor. ¡Y sin coste para el Ayuntamiento!
“Benidorm entiende la música como algo que genera valor y el próximo año”, avanza Rodríguez, “queremos que los fieles se adentren en la ciudad”. Un ejemplo del futuro: una fiesta de clausura hoy en plena playa de Levante. Ayer, hasta entrada la madrugada, estaba prevista una potente descarga de grupos españoles. Atrás quedaban Portishead, Belle and Sebastian, TDCC... A precio low cost. Y sin agobios.
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