A la caza de viñetas
Un grupo de expertos iniciará en septiembre la búsqueda de obras para la colección del Centro de las Artes del Cómic y la Ilustración, que se desplaza al 2016
La viñeta catalana se anima. Tras dos años largos de parálisis plasmados en la congelación de las obras del Centro de las Artes del Cómic y la Ilustración que ha de acoger la antigua fábrica CACI de Badalona —donde ya se han invertido 3,4 millones de euros—, la Generalitat parece que se lo toma en serio. No habrá continente en breve, pero se irá a por el contenido sin más demora: un equipo de expertos empezará en septiembre a trabajar para ir creando la colección que ha de ser la base patrimonial del museo, previsto para 2014, pero que no llegará antes de 2016, según fuentes consultadas.
“Será un grupo reducido, de conocedores del cómic, pero con mentalidad abierta, que valoren tanto la viñeta historicista como la más rabiosa producción actual”, apunta Carles Santamaría, secretario de la Federación de Instituciones Profesionales del Cómic (Ficomic) y director de los salones del Cómic y del Manga de Barcelona.
Rehacer el plan director
El equipo, cuya composición se hará pública “en septiembre”, iniciará contactos oficiales con autores y coleccionistas privados y hasta con “productores de cine”, pero sobre todo con ayuntamientos e instituciones públicas, como la Biblioteca de Cataluña, el Archivo Nacional de Cataluña y el Museo Nacional de Arte de Cataluña, poseedoras de notables fondos. “No se trata de expoliar, de ser los Miquelets del cómic: la propiedad de los originales será suya pero estos centros poseen un material muy rico que no pueden ni exponer; es cuestión de buscar complicidades”, aclara Santamaría, que asegura que “los fondos están bien localizados; se trata de arrancar”.
El dibujo no es fácil de trazar. En realidad, ha sido Ficomic quien, junto a la Asociación Profesional de Ilustradores de Cataluña (APIC) y el ayuntamiento de Badalona, promovió hace unos días la reunión con el departamento de Cultura para desbloquear la situación. La creación de este equipo es la primera muestra práctica en estos últimos años de apuesta por el centro por el equipo del consejero Ferran Mascarell, que paradójicamente fue quien dio luz verde al embrión del proyecto en su efímera etapa de titular de Cultura cuando el Tripartito. Sería su sucesor, Joan Manuel Tresserras, quien en enero de 2010 pondría en marcha el tema al firmar un acuerdo con Badalona y presentar incluso el plan director del museo, al que el gobierno catalán debía destinar ocho millones de euros, pero que hasta la fecha apenas ha hecho “pequeñísimas aportaciones”. Casi un año exacto después, Mascarell provocaba en febrero de 2011 un borrón al asegurar que el museo quedaba “pendiente de estudio”, quizá al saber que el coste anual del mantenimiento era de tres millones de euros.
Frente al retraso y la incertidumbre de la piedra y del papel legal, la maduración de este proyecto está muy avanzada
“El plan director se gestó en realidad en enero de 2009 y se debe reelaborar: son cifras de otras épocas, hoy hay que hacerlo aún más autosostenible”, apunta Santamaría. Y es que el guion ha cambiado mucho. Para empezar, el mismo nombre del proyecto: del Museo del Cómic y la Ilustración de Cataluña se ha pasado a este Centro de las Artes del Cómic y la Ilustración (CACI), cuyas siglas coinciden con las de la antigua fábrica de Badalona (Compañía Auxiliar del Comercio y la Industria, de 1899) que ha de cobijarlo.
También se ha descartado que el centro sea un museo nacional, tanto por cuestiones económicas como jurídicas, aspecto donde el CACI está en el limbo: la entidad no tiene aún personalidad jurídica propia sino que depende de la Dirección General de Patrimonio. “Pensamos en una fundación”, fórmula que espera poder incorporar a la Diputación de Barcelona (“prioritario”) y al Estado. Empresas privadas (alimentación, bancos...) y agentes sociales (editores, ilustradores…) lo completarían.
Frente al retraso y la incertidumbre de la piedra y del papel legal, la maduración del proyecto está muy avanzada. Santamaría habla de “un centro con una visión global, muy interactivo, donde los soportes digitales suplan los posibles originales que puedan faltar”; en esa línea, coloca el futuro centro “entre el museo Picasso, por su riqueza y calidad, y el del FC Barcelona, por su interactividad”. Los 4.000 metros cuadrados útiles de los 6.000 de edificio que ha consolidado el despacho de arquitectos Espinet/Ubach ya están distribuidos (colección permanente con obra gráfica de autores y editores catalanes y españoles e internacionales que completen el discurso; tres espacios para exposiciones temporales…) y se ha calculado hasta el número de visitantes para mantener a flote el proyecto: 250.000 al año. “Es fácil de asumir si pensamos también en visitas escolares y extranjeros: en el Salón del Cómic de Barcelona el 25% del público es de fuera de Cataluña; además, un centro de mirada internacional como este estará lejos de competidores como Angoulême, muy del siglo XX, o el de Kyoto, demasiado gran biblioteca del manga”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.