Moda reciclada y con estilo
En el centro surgen cada vez más establecimientos de ropa y complementos creados a partir de materiales de desecho. Neumáticos, chapas, telas usadas o plásticos se convierten en objetos apetecibles para su compra
Desde botellas de plástico, redes de pesca, neumáticos o café. Todo vale. Materiales que no tienen nada en común y que, sin embargo, comparten un mismo resultado final: con ellos se puede producir moda: camisetas, chanclas, bolsos, bañadores y abrigos. Moda hecha, literalmente, con elementos de desechos urbanos.
Esta es la propuesta de EcoAlf, una marca madrileña de ropa y complementos que se crea a partir de la premisa de que los recursos naturales son limitados y que se ha convertido en una de las muchas opciones de moda sostenible que ofrece actualmente la capital.
Materiales reciclados, ecológicos o transformados son las características de una serie de locales que no quieren dejarse llevar por la superficialidad del mundo de las pasarelas, sino que se preocupan por el medio ambiente y por los derechos de los trabajadores.
Una tendencia que se va viendo poco a poco en Madrid y que, en la actualidad, está triunfando en muchos países del mundo. Alemania, Noruega, Argentina y Estados Unidos son una buena muestra de ello. El movimiento, y más con la crisis, parece imparable. Y llega a Madrid
Principios irrenunciables de la moda sostenible
Respetar los recursos medioambientales.
Usar materiales ecológicos o reciclados.
Respetar los derechos laborales de los trabajadores.
Respetar la calidad para que la ropa sea duradera y no exista la necesidad de comprar por el simple consumismo.
Defender las pequeñas economías locales.
El Upcycling, es decir, convertir productos que irían a la basura en otros de mayor valor.
Y es que la sostenibilidad es un concepto que está cogiendo cada vez más fuerza en nuestra sociedad. El consumidor es cada vez más responsable, las leyes son más estrictas y los recursos resultan escasos y cada vez más caros.
“Consumimos cinco veces lo que da tiempo a producir”, asegura Alfonso Pérez, responsable de diseño, gestión y ecommerce de EcoAlf. “¿Por qué no usar lo que ya se ha desechado? Aquello que no utilizamos”, continúa, sentado en el patio de la tienda, que está situada en la glorieta de Alonso Martínez. Desde fuera podría ser cualquier otra, con su escaparate lleno de bolsos y sus maniquíes vistiendo con los últimos modelos. Solo lo diferencia un gran mural en el exterior que reza: “Aceptando el mundo comienzas a cambiarlo”.
El proyecto que ha desarrollado esta marca es único, ya que a partir de residuos logran producir diseños que nada tienen que ver con lo que eran antes del proceso. Así, las chanclas están hechas de neumáticos, los bañadores de redes de pesca y los bolsos de botellas de plástico.
“Nosotros no somos el Pepito Grillo del reciclaje. Lo que buscamos es que el producto entre por los ojos a nuestros posibles clientes. Si lo podemos hacer ayudando a reducir los residuos del mundo, mucho mejor”, explica Pérez.
Unas calles más allá de EcoAlf se encuentra la tienda Ecomanía. Su filosofía es diferente, pero no dista mucho del reciclaje en favor de la moda. Los bolsos hechos a partir de las chapas de las latas son lo que primero capta la atención en su bello escaparate, pero todo lo que hay en el interior del establecimiento está hecho a partir de materiales reciclados y ecológicos.
Ecomoda, ¿dónde encontrarla?
EcoAlf. Hortaleza, 116. www.ecoalf.com
Ecomanía. Belén, 4. www.eco-mania.es
Boo Noir. Venta online. www.boonoir.es
Biocottoniers. Gravina, 1. www.biocottoniers.com
Sense Nu by Oriol. Cádiz, 9, 4D. www.sensenubyoriol.com
Baby Deli. Alcalá, 91. www.babydeli.com
Ecozap. Venta online. www.ecozap.es
“La idea al abrir la tienda fue buscar la solución a un problema que está en nuestra sociedad: dar uso a unos residuos que ya solo sirven para contaminar”, manifiesta César Serrano, el dueño de este local que abrió sus puertas hace ahora poco más de tres años.
Serrano siempre se había preocupado por el medio ambiente y antes de que estallara la crisis dejó el mundo de la construcción y empezó a trabajar en el plan de empresa para su negocio con el fin de contribuir de algún modo con el cambio.
De hecho, ya no trabaja en el mundo del ladrillo, sino con lápices inservibles convertidos en medallones, con ropa para bebé ecológica, con collares hechos a partir de antiguos cristales de gafas y con pendientes elaborados con papel. Artículos que, además, han sido elaborados por artesanos que viven en la ciudad y que hacen que el negocio sea local, otra de las características fundamentales de la moda sostenible.
Pero para ser ecológico hay que buscar la certificación adecuada. Un ejemplo sería GOTS (Global Organic Textile Standard) una etiqueta reconocida internacionalmente y que todos los establecimientos que se dedican a la moda sostenible intentan adquirir cuando compran los tejidos con los que elaborarán su ropa.
Es el caso de Boo Noir, una empresa con sede en Madrid que vende este tipo de ropa a través de Internet. Sus creadoras definen la marca como ropa ecológica, producida y distribuida bajo criterios sostenibles, intentando huir de la uniformidad estética. “Queremos ir más allá de los básicos y hacer ropa atrevida y moderna con material orgánico”, sostiene Susana Jiménez, una de las socias del negocio.
Desde Biocottoniers, otro local especializado en moda sostenible y ecológica, aseguran que es imprescindible huir del estilo jipi y diseñar modelos que se puedan usar en el trabajo o en la universidad. “Y además ponerlo al precio más asequible posible”, puntualizan en la tienda, donde aseguran que ellos también buscan tejidos con certificación GOTS.
“En España la gente está concienciada. Menos que en otros países, es verdad, pero más que hace años”, asegura el propietario, que critica que la gente habla mucho y consume poco. “Es normal, ahora mismo prima la economía. Estas prendas son un poco más caras por el proceso que siguen a la hora de elaborarse y porque el volumen de producción es menor”, añade Gabriela Melcon, creadora de la empresa Absolut Organic y experta en esta materia.
Sin embargo, Melcon sostiene que la mentalidad ha cambiado y que los españoles ya no consumimos al ritmo frenético de hace muy pocos años. “Significaría matar poco a poco al mundo”, dice.
Y es que, según la Fundación de Justicia Medioambiental (EJF son sus siglas en inglés), se usan más de 2.700 litros de agua para producir una sola camiseta de algodón y más de 11.000 litros para hacer unos vaqueros.
Gema Gómez, fundadora de la plataforma de moda sostenible Slow Fashion Spain y antigua diseñadora de una gran cadena de moda convencional, lamenta que sea así. Durante el periodo que trabajó en la gran industria, Gómez comprobó que no se respetaba nada. “Ni el medio ambiente, ni los derechos laborales. Lo importante era producir con el menor gasto posible”, recuerda la diseñadora.
Sin embargo, Gómez tiene la esperanza de que eso cambie. Por un lado, porque la plataforma que dirige, que se dedica a formar, asesorar y divulgar todo lo relacionado con moda ecológica, está avanzando cada vez más rápido. Tanto es así, que están pensando en crear un espacio común en Madrid que englobe a todas las marcas ecológicas de la ciudad, así como lanzar un pop-up (o tienda efímera) en las que se presenten las colecciones de cada negocio sostenible, sin importar la procedencia.
Por otro lado, se muestra positiva porque se está desarrollando un movimiento emergente de nuevos diseñadores que abogan por lo ecológico. “Son gente que quiere empezar un negocio y que desea hacerlo bien desde el principio”, explica, al tiempo que apunta que es la única manera de mantenerse en un futuro.
Entre las filas de Slow Fashion está Oriol Rodríguez, creador de la marca Sense Nu. Él diseña sus modelos, compra los materiales, los tiñe y los cose en su casa, que le sirve de taller. Cuando quiere vender, sube a la tienda que ha abierto en la buhardilla del edificio y atiende él mismo a sus clientes. “Vigilo todo el proceso: el medioambiental, el laboral, el de venta…”, asegura Rodríguez. Y es que él prefiere ir con más calma, con un ritmo más lento. Se inclina por reciclar ropa vieja, darle un uso y no caer siempre en las modas. “Son las que abocan a la sociedad al consumo innecesario”, opina.
Opta por colaborar con otros diseñadores y artistas y hacerlo localmente para favorecer la economía. “La moda sostenible no debería ser tendencia, sino la manera correcta y más normal de hacer ropa en todo el mundo”, sentencia.
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