Los psiquiatras descartan que José Bretón sufra algún trastorno mental
"Es reservado, obsesivo, acaparador. Y eso se trasluce en su conducta", aseguran los expertos
José Bretón no tiene ninguna patología psiquiátrica. Los tres peritos psiquiatras y psicólogos que han comparecido esta mañana en el juicio que se sigue contra el padre de Ruth y José por el doble asesinato de sus hijos en la Audiencia de Córdoba. Según la fiscalía y la acusación, Bretón asesinó a sus hijos y los incineró en un horno crematorio casero que improvisó en su finca de Las Quemadillas, a las afueras de Córdoba. El padre afirma que perdió a sus hijos mientras estaban paseando por un parque. El móvil del doble crimen habría sido la venganza contra su entonces esposa y madre de los pequeños, Ruth Ortiz, quien acababa de pedirle el divorcio. Fiscalía y acusación piden contra Bretón 40 años de cárcel.
Los peritos han confirmado algunos de los fuertes rasgos de personalidad que los testigos han ido desgranando en las dos semanas que se siguen de juicio. "Tiene aspectos acusados de la personalidad, rasgos obsesivos como el lavado convulsivo de manos, sus criterios de orden. Otros rasgos son la obsesiva sensibilidad que tiene a los contratiempos, su personalidad narcisista, reservada, puntillosa, celosa y dependiente", ha manifestado uno de los expertos.
El perfil que han bosquejado los expertos, resultado de tres largas entrevistas con el acusado, dibujan un hombre con muy baja tolerancia a la frustración, incapaz de tolerar bien los aspectos adversos de la realidad. Y todo eso se reflejó en los encuentros de Bretón con los peritos en la cárcel. "Cuando las entrevistas iban por aspectos neutros, respondía bien, pero cuando abordaban aspectos que le molestaban, como lo que había ocurrido con los niños, llegaba a negar lo que acababa de decir", han recordado los peritos.
Los psiquiatras también han dibujado una imagen menos fría e implacable de Bretón. "Se nos llegó a derrumbar varias veces en las entrevistas"
El cambio más brusco de Bretón se produjo entre la primera y la segunda entrevista. Tras tener acceso a los informes redactados por los expertos, el acusado cambió su actitud hacia ellos. "Nos dijo que le habíamos condenado previamente, que estábamos de parte de Ruth. Estaba más hostil", ha comentado un perito.
Uno de los expertos ha destacado, por encima de cualquier rasgo de personalidad del acusado, sus obsesiones, por encima de su capacidad de manipulación. "Es reservado, obsesivo, acaparador, excesivamente rígido. Y eso se trasluce en su conducta, poniendo normas a sus niños y a su mujer", ha concretado el psiquiatra. El mismo médico también ha explicado que estos rasgos no se pueden considerar una patología porque el acusado restringe ese comportamiento obsesivo al ámbito. Por último, el experto ha destacado que Bretón no es tan inteligente como indicaron los estudios de su coeficiente de inteligencia que llegó al 121 (a partir de 120 se considera superior). "En la inteligencia práctica, de procesamiento, sus resultados no son altos", ha subrayado.
Los psiquiatras también han dibujado una imagen menos fría e implacable de Bretón. "Se nos llegó a derrumbar varias veces en las entrevistas. Sobre todo cuando recordaba cuando su padre le pegaba. También en algún momento recordando a sus hijos. Bretón es un hombre con sentimientos, buenos y malos".
No se sabe a ciencia cierta cómo pudieron morir los niños. La policía especula con que Bretón les diese un cóctel de fármacos (Motiván y Orfidal) que había comprado en una farmacia días antes de que los niños desapareciesen. Dos peritos han señalado la dificultad de causar la muerte con estos fármacos por separado, aunque han reconocido que sus efectos sedantes se multiplican combinados y con el bajo peso de los niños. Los dos peritos han señalado que apenas si existe literatura sobre las intoxicaciones en niños de ambos medicamentos capaces de causar el fallecimiento.
El perito de la defensa duda de las imágenes que reconstruyen la llegada al parque
Por otro lado, la vista ha seguido con la declaración de Luis Avial, director de la agencia de prospecciones geológicas Cóndor que estuvo rastreando la finca de Las Quemadillas buscando sin éxito los cadáveres de los niños. Avial coincidió durante la búsqueda con el experto forense Francisco Etxeberría, quien le hizo ver que la hoguera en la que se había quemado a los niños "era un horno". Eso coincidiría con los datos recabados de sus informes del georradar y las termoimágenes que detectaron altísimas temperaturas en la zona de la hoguera, llegando incluso a cocer una capa arcillosa del terreno convirtiéndola en una especie de gran ladrillo. Esa huella térmica tenía la forma de un rectángulo, similar al de la mesa de hierro que se encontró en el lugar de los hechos.
Por otra parte, ante el tribunal han comparecido dos peritos especializados en el análisis de imágenes de las cámaras de seguridad que registraron la llegada del vehículo conducido por Bretón al parque donde, dice el acusado, que perdió a sus hijos. El primer perito, que trabajó para la policía, ha concluido que Bretón llegó solo. El segundo perito, solicitado como contrainforme por la defensa, ha asegurado que no es posible determinarlo analizando las imágenes.
La defensa de Bretón ha pedido que, en la sala de vistas, se reprodujeran las imágenes de la llegada del vehículo de Bretón al parque y se comparasen con las que se grabaron durante las reconstrucciones hechas por la policía. El objetivo: ver si las cámaras podían haber captado a los niños. En el primer caso, se comprobó que el coche de Bretón circulaba a unos 42 kilómetros por hora y que no se podía distinguir a simple vista la presencia de los menores. En las reconstrucciones, el coche conducido por la policía iba mucho más lento, incluso se llegaba a parar y dar marcha atrás frente a la cámara de seguridad para garantizar una mejor captación de la imagen. El perito de la defensa restó credibilidad a la reconstrucción policial por no seguir los mismos parámetros de velocidad e iluminación que en la grabación que se peritaba. Al término de la vista, José Bretón ha sonreido por primera vez en las dos semanas de juicio.
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