A gusto de todos
Buena acogida a la insólita fusión de circo y música que inauguró anoche el festival Grec en el anfiteatro
Música, circo, danza contemporánea, gimnasia deportiva. El Festival Grec inauguró anoche su 37ª edición con un espectáculo que aúna varias disciplinas y que fue del agrado de todos. Opus reúne a 14 intérpretes de la compañía australiana Circa y al cuarteto de cuerda francés Quatour Debussy en hora y media de acrobacias, equilibrios, saltos, números aéreos, ejercicios de fuerza, de precisión y gags al compás de la música de cámara de Shostakóvich interpretada en directo. La voluntad del director del festival, Ramon Simó, de hacer que el Grec llegue a todos los públicos, ha quedado patente con su doble propuesta inaugural: este primer espectáculo y la fiesta popular que tuvo lugar la noche anterior y que incluía otra disciplina, el cine, con el pase de Blancanieves. El año pasado, su primer Grec como director, esa intención se vio frustrada a causa de la lluvia que obligó a cancelar el espectáculo equivalente al que nos ocupa. Un buen inicio, pues, para un festival de afán ecléctico que desarrollará su programación a lo largo del mes.
OPUS
De Circa y Quatour Debussy. Coreografía y dirección: Yaron Lifschitz. Composición musical: Dimitri Shostakóvich.
Teatre Grec. Barcelona, 1 de julio.
Los componentes de Circa (seis mujeres y ocho hombres), acompañados por los de Quatour Debussy, se apoderaron del escenario desnudo del anfiteatro y lo hicieron poco a poco. Del delicado, potente y muy aplaudido ejercicio inicial, en el que un tipo en mangas de camisa y pantalón traducía las notas de Shostakóvich al lenguaje de las contorsiones aéreas, a la segunda parte del montaje, una propuesta coral a base de variadas acciones en suelo muy dinámicas y perfectamente sincronizadas, los números se fueron sucediendo sin más hilo conductor que las partituras que los cuatro músicos tocaban en directo y sin más intención que la de proporcionar un buen rato a los espectadores, que es de lo que en definitiva se trata en una velada como esta.
Opus es para todos los públicos; por momentos, con las acrobacias cómicas que sucedieron al primer número, parecía incluso querer acercar las composiciones románticas de cámara del compositor ruso a los más pequeños. El humor y el juego entre los intérpretes de la compañía circense revistieron gran parte de sus evoluciones. Algunas destacaron por su virtuosismo, otras por su imaginación, la mayoría por ambas cosas. El partido que sacan a los hula-hoops; el riesgo que asumen en las estructuras humanas que arman; el dominio del espacio; el ritmo que imprimen al conjunto, sobre todo en la segunda parte, más vigorosa y alegre; la interacción con los cuatro músicos, a los que driblan, elevan o vendan los ojos, les valieron un montón de merecidos aplausos al final de la función y alguna que otra exclamación de entusiasmo durante la misma.
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