Barroquismo y magnificencia
Jack y su mellizo, el batería George Barnett, han radicalizado ahora sus ambiciones con un sonido más etéreo pero magnificente
Lo mejor que podemos decir de These New Puritans, la formación que ofreció en la madrugada del sábado al domingo los mejores 60 minutos del Día de la Música, es que resulta casi imposible compararla con cualquier otra banda presente o pretérita. Esa singularidad ya era manifiesta en su segundo trabajo, Hidden (2010), y ahora se ha agudizado con un Field of reeds, pasmoso en su vocación vanguardista, ambiental y contemporánea, pero no por ello indescifrable.
La propuesta que encabeza el lánguido vocalista Jack Barnett, un hombre absorto por la propia densidad de su música, puede resultar una osadía en un festival al aire libre. Pero maticemos: igual que contabilizamos deserciones en el patio del Matadero, también hubo cientos que se dejaron abducir por sus hermosas piezas.
En Hidden latía una vocación rítmica que encarnan las dobles percusiones de las magníficas Attack music, Drum courts y We want war, esta última con el aderezo adicional de una melodía moruna, casi como de trance derviche. Jack y su mellizo, el batería George Barnett, han radicalizado ahora sus ambiciones con un sonido más etéreo pero magnificente. Es pop experimental y de partitura, con una pequeña sección de metales que añade barroquismo, sutiles atisbos electrónicos, compases quebrados, voces de perplejidad onírica y ni rastro de guitarras. El culmen fue Organ eternal, algo así como la obra de un Philip Glass veinteañero, oscuro y, pese a todo, popular.
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